Presentar un examen con el profesor Nanami era realmente difícil. Lo sabía y por eso mismo se preparó semanas, pero no pensó que de verdad fuera tan difícil hasta percatarse que era el último en el salón.
—¿Puedes dejar ese maldito celular y prestar atención a lo que te estoy explicando, pedazo de estúpido? — Mei pidió de la manera más amable a Sukuna.
Ella se ofreció a ayudarlo con la guía de estudio. Sus amigos sabían que no le estaba yendo bien en la clase de Nanami, tampoco se sorprendían puesto que es de los mejores profesores y sus exámenes eran sumamente difíciles.
—Ya te he dicho que estoy bien, me sé esas hojas al derecho y al revés.
Recuerda sus palabras perfectamente, y quiere golpearse por no haber escuchado a Mei.
"Tienes diez minutos, Ryomen. No me voy a quedar más tiempo por alguien como tú."
El mencionado suspira. No hacía falta enojarse por su comentario completamente innecesario porque de antemano sabía que era secretamente su favorito.
Quiere reír porque si dijera aquello en voz alta sería reprendido por su profesor. Nanami de verdad era un ángel o el mismísimo diablo cuando quería.
Nuevamente se vio perdido en sus pensamientos, olvidando por completo que solo tenía diez minutos.
¿Por qué si estudió lo suficiente su mente ahora no traía nada más que recuerdos estúpidos?
¿En ese momento que le interesaba recordar el tiktok que le mostró su hermano ayer?
No sabe qué es lo que pasa hasta que una gran mano extendida hacia él dándole a entender que su tiempo finalizó. Mira con tristeza su exámen antes de entregárselo al profesor.
"¿Puedo espe-?"
"Mi tiempo de trabajo ya acabó" le interrumpe de inmediato.
Sukuna se siente perdido al ser rechazado.
Maldice por novena vez mientras se dirige al baño, mirando la gran espalda del profesor Nanami desaparecer entre los pasillos y empuja sin ningún cuidado la puerta.
Solo espera conseguir una calificación decente para poder graduarse.
Abre el grifo, posteriormente se inclina a refrescar su rostro y sus ojos carmín vagan por el espejo una vez termina; más específicamente en las grandes ojeras que acompañan de manera amistosa.
Piensa en sus últimos días de escuela, a su vez una imagen de Megumi llega y su corazón da un vuelco. Se niega a continuar con ese dolor, por eso mismo empuja esos sentimientos a un lado y toma su mochila dispuesto a retirarse.
Bendito sea el día de su graduación porque estaba ansioso de largarse de esa maldita escuela.
Y cuando está por abrir la puerta, alguien más se le adelanta de una forma brusca, impactando toda la madera contra su bonito rostro.
¿Esto se siente no ser el favorito de Dios? Se pregunta con una mano en su nariz, y sino fuese porque reconoce aquella mata de cabellos oscuros, estaría alzándose listo para proporcionar una buena golpiza al distraído que causó su accidente.
Ryomen no sabe cuánto extraña su linda voz dirigida a él hasta que lo escucha. Tan delicada como siempre y llena de preocupación.
Sus ojos se encuentran por primera vez en el día. ¿Cuándo aquellos ojos dejarán de cautivarlo? no era posible que con tan solo una mirada lo tuviese de nuevo a sus pies.
Pídeme lo que quieras, Fushiguro.
Termina recargado contra el lavamanos a petición de un Megumi demasiado alterado por su torpeza.
Se siente privilegiado de poder volver a observar de cerca las bonitas facciones que se carga su ex novio.
Mira con atención todas sus acciones y se siente tan fascinado como la primera vez; las bonitas pestañas aletean cada cuatro segundos, grandes luceros oscuros están puestos en su persona con total concentración mientras su ceño se frunce ligeramente y sus manos tiemblan cada que pasan por su piel con cuidado.
No quiere que ese momento se acabe. Él de verdad quiere volver a meses atrás, donde podía rodear fácilmente su cintura y besarlo. Todo su esfuerzo de superarlo se ve perdido cuando lo tiene tan cerca.
Sigue enamorado. Su corazón le pertenece a ese mocoso de bonitas pestañas.
Tantas emociones lo traicionan.
Es demasiado tarde para retractarse, y no le gusta la manera en que Megumi se tensa y toma distancia de él.
"¿Por qué, Fushiguro?"
No hace falta decir más. Ambos saben a qué se refiere.