Sukuna toca con cuidado sus labios y una sonrisa tonta aparece de inmediato al recordar lo que pasó. Su corazón bombea fuertemente contra su pecho y cierra sus ojos tratando de tranquilizarse.
Han pasado exactamente cuatro días desde el incidente. Como era de esperarse, Megumi salió sin dar explicación alguna y no se ha presentado a los últimos días de clase.
Sabe que Megumi necesita espacio, pero la ansiedad lo carcome con tantas preguntas.
Él necesita saber qué pasa por su cabeza.
Necesita una respuesta.
Toma su teléfono, abriendo aquel chat que mantenía en archivados.
"mon etoile"
Deja nuevamente el teléfono, pasando las manos por su rostro y soltando un largo suspiro.
De verdad, le gustaría tener suficiente valor para enviar un mensaje
"Tienes que ir a los ensayos" Su hermano canturrea al abrir la puerta de su habitación, pero al ver su estado rápidamente se acerca a él muy preocupado. "¿Sucedió algo?"
Ryomen niega con su cabeza, levantándose y tomando la chaqueta para salir.
"Todo bien. Ya tengo que irme"
"¿Es porque no ha ido a la escuela?"
El de tatuajes para en seco ante la mención de esa persona.
"Deberías preguntarle a Mai, digo, al final de todo sigue siendo su prima"
"Ella no me dirá absolutamente nada"
"Ryomen, ¿algo pasó entre ustedes o porqué estás más interesado en saber de él?"
"No te incumbe" Dice con voz seca antes de salir de su habitación.
Mientras camina a la universidad siente un nudo en la garganta.
¿Cómo podría decirle a su hermano que volvió a caer por el chico de pestañas bonitas?
A él más que a nadie le gustaría convencer a su terco corazón de que ese chico no es bueno, pero cada vez que volvía a verlo, caía por completo.
Justo ahora, mientras entraba a la universidad, una parte de él esperaba encontrarlo en el pasillo, como en los viejos tiempos, cuando se acercaba con aquella diminuta y preciosa sonrisa, pronunciando un bajo:
"Hola, Ryomen. ¿Me extrañaste como yo a ti?"
Lo único que encontró fue a Okkotsu hablando de lo bien que la pasó con Megumi anoche.
