Disimuló muy bien el dolor que provocó la plática que sin querer escuchó en la fiesta.
Si bien le interesaba saber cómo se encontraba Megumi porque todo lo que compartieron era atesorado, al igual que el amor que seguía teniéndole, este no bastaba para querer saber con quién se encontraba de manera romántica.
Sabía que si Fushiguro estaba en la boca de todos era por algún nuevo rumor en la escuela se había confirmado.
No quería saber.
De verdad no quería.
Pero aún así, en esa fría noche acostado en el pasto mientras miraba las estrellas, se vio en la necesidad de tomar su teléfono y buscar en la lista de sus amigos su nombre. Con el corazón doliendo cada vez más y una pequeña esperanza en su pecho, de que aquello que escuchó fuese mentira.
Solo la luna fue testigo de sus lágrimas cayendo al bloquear su teléfono.
—Tú, Fushiguro Megumi, me tienes completamente. ¿No te das cuenta?
El mencionado dejó escapar una gran carcajada llena de cariño por las ocurrencias que decía su novio. Su cabellos oscuros y húmedos caían por su frente después de haberse duchado juntos, pero aquello no le impidió inclinarse a besarlo una última vez.
—Te amo, Ryomen.
Qué gran mentira.