T&H: Haechannie

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Taeil no recuerda la última vez que tuvo trabajo, mucho menos la última vez que se levantó a las seis y cuarenta de la mañana.

Bostezó aburrido cuando subió al ascensor y presionó el número 9, su madre le dijo que debería quedarse muchas horas y llevar al niño a muchos lugares, así que se preparaba para un día bastante agitado, pero también había comprado unos dulces para poder mantener bajo control a un niño.

Todos los niños se compran con dulces.

El elevador se abrió de nuevo un piso después y una bonita chica entró en el, Taeil le sonrió con galantería y ella le respondió coqueta, pero todo pasó cuando el piso nueve se marcó en el contador electrónico.

Salio, no sin antes guiñarle a la muchacha quien se sonrojó. Taeil sonrió y se dirigió al pasillo a buscar el departamento número 27.

En cuanto lo encontró, toco la puerta suspirando aburrido. Taeil era hijo único, así que nunca supo lo que es tener a alguien menor a su cuidado, sus amigos eran mayores que él y no tenía familia más que sus padres a quienes veía muy poco. Cuando era niño sus padres lo dejaban con niñeras y el no recordaba si era inquieto o algo así.

Poco y nada sabía de niños, pero que tan difícil podía ser.

La puerta de madera se abrió dejando ver a nadie.

"No compramos, ni donamos nada." Dijo una vocesita chillona frente a él.

Taeil lo observó, morenito y regordete, cabellos castaños y con rulitos, era un encanto. Pero su mirada desinteresada parecía decir todo lo contrario y lo comprobó cuando le cerró la puerta en las narices.

Taeil casi chilla por lo cerca que estuvo eso de romperle la nariz, enojado tocó de nuevo y más fuerte. El pequeño engendro volvió a abrir, pero esta vez, su gesto era de enojo, con las cejas fruncidad y los labios abultados.

"Mi madre ya dona mucho dinero a ONGs sobre cáncer y niños hambrientos, deje de molestar." Exclamó el pequeño hombre enojado, Taeil alzó una ceja y lo miró desde arriba.

"Así que eres tú..." Dijo Taeil tratando de descifrar dónde su madre había visto que el niño era un encanto y muy educado.

"¿Y quién soy, ah?" Preguntó el moreno con desdén "Habla, o gritaré." Ese niño no tenía idea de lo que era el respeto. Abrió un poco más la puerta dejando ver el desordenado departamento tras él.

"Mira engendro endemoniado..." Taeil iba a amenazar con contarle a su madre pero no contó con que el niño no amenazó.

"¡Mamá hay un hombre en la puerta que quiere tocar mis partes!" Gritó a todo pulmón. "Te advertí." Sonrió.

Una mujer llegó corriendo desde algún lugar, descalza y colocándose los aretes.

"¡Haechan te dije un millón de veces que no abras la puerta sin un adulto cerca!" Regañó la madre mirando a quien se encontraba en la entrada de su hogar.

Taeil quedó mudo, la mujer portaba una blusa blanca y escotada junto con una falda entubada color gris, los prominentes pechos de la mujer casi saltaban a través del sostén, y estaban decorados por un colgante de lo que parecía ser un sol.

"¡Moon!" Exclamó sorprendida la mujer al ver a uno de sus exalumnos frente a su puerta.

"¡Señorita Lee!" Pronunció el chico, muy sorprendido y coqueto. Comportamiento que se vio afectado por el dolor en la pierna que lo hizo encogerse al nivel del niño, quien muy rápidamente lo tomó del cuello de la camisa y lo miró fijo.

"Cuida el tono en el que dices Señorita Lee." Susurró. Taeil tragó saliva cuando la mirada del niño se volvió de preocupación fingida. "¡Oh! ¿Está bien, señor? Debe ser un calambre." Lo sostuvo por el hombro, pero el mayor se incorporó velozmente y con miedo.

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