W&R: Renjunnie

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Sicheng acostumbraba madrugar, cuando era pequeño sus padres lo llevaban temprano a la casa de su abuela para que lo cuide, y lo recogian muy tarde. Su abuela era una mujer muy inquieta a pesar de su avanzada edad, así que no solía dormir mucho tiempo cuando estaba con ella.

También estaba acostumbrado a comer a la velocidad de la luz, pues cuando era un adolescente y su abuela ya no estaba para cuidarlo, trabajaba medio tiempo en una cafetería cercana a su casa, aún así sólo le daba una media hora para cocinar, comer e ir a la escuela, para salir corriendo al instituto de danza de donde salía en la tarde, lo que le daba tiempo de hacer una cena para sus padres y dormirse entrada en la madrugada, a veces sobre su tarea.

Sicheng venía de una familia pobre, que estaba acostumbrada a trabajar para ganarse el pan todos lo días, no duerme muchas horas porque se siente un flojo y no le gusta quedarse quieto sin hacer nada porque piensa que está perdiendo el tiempo.

Así que enfrentarse a la vida de adulto luego de que sus padres fallecieran, le resultó bastante fácil a pesar del dolor. Alquilaba un pequeño departamento donde sólo dejaba su ropa y dormía, no le gustaba pasar tiempo dentro y sólo, así que si tenía tiempo libre, iba con Ten, quién se había transformado en su familia con el paso del tiempo.

Solía trabajar para un mercado bastante grande, los dueños eran una pareja mayor con una hija que tenía un puesto importante en una escuela privada, y un pequeño nieto de tres años que solía vagar por la tienda con el chico, haciéndole compañía y desordenado cosas. Su puesto era de cajero y repositor, así que se mantenía ocupado, le gustaba su trabajo y adoraba no quedarse quieto por horas, pero comenzó a cansarse cuando sus turnos pasaban las doce de la noche y llegaba a su casa a hacer sus deberes, o cuando comenzaron a dejar al niño por la noche y éste, al ya saber caminar causaba más desastres que alegrías.

Ten le dijo que ese no era su trabajo y debía quejarse, obviamente no lo hizo, pero dejó el trabajo amablemente, hablando con la pareja y asegurándose de adiestrar bien a su reemplazo, quedándose horas extras sin paga y abrazando fuerte al bebé cuando comenzó a llorar porque Sicheng lo abandonaba.

En la mañana cuando despertó, en realidad sólo se levantó de la cama porque no había dormido casi nada, estaba entusiasmado. Ahora llegando a la dirección que le habían mandado, se sentía bastante fuera de lugar.

El barrio se notaba caro, no habían casas de menos de dos pisos y completamente cerradas con rejas muy altas.

Divisó el número de casa que tenía señalado, y tragó saliva antes de tocar el timbre. Un sonido de micrófono lo asustó.

"Nombre." Pidió una voz que salía del mismo lugar donde estaba el timbre.

"Dong Sicheng, estoy aquí por el puesto de niñer..." No alcanzó a seguir porque la gran reja de entrada se abrió automáticamente. "Gracias." Dijo al aparato, antes de pasar.

Ya dentro, dudó en caminar hasta la entrada, pues era un camino largo, pensó que volver a su casa le llevaría menos tiempo.

Aún con ese pensamiento, llegó a la entrada luego de unos tres lentos minutos, el patio era exageradamente grande al igual que las ventanas de la casa, lo que le hizo pensar.

¿Cuántos niños verdaderamente debía cuidar?

Cuando subió las escalinatas de la entrada dos hombres vestidos de negro estaban a cada lado de la puerta. Tragó saliva cuando uno avanzó hasta él y extendió la mano, el chino sin dudarlo ni pestañear le entrego su bolso, sabiendo que revisarían hasta el último bolsillo, esto usualmente pasaba cuando iba a casa de Ten, eso le ayudó a mantener la calma.

Pero no por mucho tiempo, el otro hombre también extendió su mano y Sicheng vació sus bolsillo, entregando su celular, billetera y llaves de su apartamento con cierta duda. Ésto no pasaba en la casa de Ten, pero que podía esperar, según lo que su amigo le dijo, el padre del niño era un amigo cercano a la familia del tailandés, tanto que llegaba a considerar al niño un primo pequeño.

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