¿Qué estoy haciendo yo aquí?

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Volví con combustible cargado gracias a AMV's Plance~☆

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Pidge se levantó temprano a la mañana siguiente. Los chicos seguían dormidos. Hunk roncaba con fuerza y tenía un brazo saliendo de su cama. Habría sido todo un reto dormir en la cama de abajo de no ser porque Lance le había cambiado el lugar a última hora, antes de que todos se fueran a dormir.

-Tú... tú duerme en la otra cama -le había dicho, evitando mirarla.

Los ojos de Pidge se desplazaron del bulto de cosas que tenía Lance en sus brazos a su rostro. Quizá había sido idea suya, pero había notado un rubor tenue en sus mejillas pecosas. Claro que estaba oscuro y bien podrían haber sido sombras creadas por la luz de la lámpara... o la sombra propia de Hunk proyectada sobre él... cualquier cosa que desacreditara por cometo la posibilidad de que siquiera podría haber sido rubor. El hecho de pensar en que se trataba de eso la hacía cerrar las manos en puños y llenarse ella sí de rubor.

Miró el rostro de Lance, de soslayo. Tenía la mitad de la cara hundida en la almohada. La manera en la que dormía sin duda era extraña. Parecía que alguien lo había lanzado de cara a la cama y que se había quedado dormido en la misma posición en la que se había caído. Pidge trató de no juzgarlo demasiado. Además, si los miraba en exceso podía llegar a despertarlos. Quizás debía hacerlo. Recordó que el capitán Shiro les había dado un castigo para primera hora en la mañana. Pidge no quería tener que hacer todo sola, pero entendía que si se tragaba su orgullo podía aprovechar ese tiempo para cambiarse por el uniforme sin que nadie la viera. Anoche, se había tenido que ir a la cama con la misma ropa de Matt con la que había escapado. Por fortuna, Lance y Hunk lo habían atribuido al cansancio y no dijeron nada.

Pidge tomó sus cosas, con cuidado y salió de puntillas de la tienda de campaña, silenciosa como un ratón. A su espalda, Lance abrió los ojos.

Era un alivio estar fuera. Respiró profundamente el aire matutino de la hierba fresca. Si el aroma que había percibido al llegar al campamento la había extasiado, el que experimentaba ahora la llenaba de una tranquilidad a la que nunca antes se había expuesto. La sorprendió escuchar el canto libre de los pájaros y un chirrido no tan agradable de los insectos. Corrió por el pasto, levantando los brazos como una avioneta y riendo mientras daba vueltas. Ojalá Matt y sus padres estuvieran ahí. Ojalá su madre pudiese ver las florecillas silvestres que crecían con orden natural por la pradera.

Su madre...

Pidge dejó de dar vueltas y sintió como las lágrimas agolpaban sus ojos. Estaba sola, quizás era conveniente llorar. Cuando estaba por dejar salir el primer sollozo el sonido de unas pisadas la detuvo. En lo alto de la colina había una silueta haciendo estiramientos. Pidge se agachó bajo la hierba crecida y avanzó un poco para espiar. El soldado que había estado a punto de pelearse con ella hacia calentamientos con la cabeza. Lo vió intentar trotar, viéndose interrumpido por sus propios pies. Hizo una mueca de dolor y casi se tropieza.

<<-Está herido>> inquirió Pidge, arrugando la nariz. Los bastones del césped le hacían cosquillas.

Hizo una mueca de desagrado al darse cuenta de lo que aquel soldado herido implicaba.

<<-¿Y por qué está aquí? No debería haber eslabones débiles en una guerra...>>

Recordó entonces la prótesis metálica del capitán Shiro y se quedó callada. Debía estarles agradecida. Podían no ser los eslabones fuertes que le gustaría que ayudaran al rescate de su familia pero... ¿Y lo era ella? Eran soldados, a fin de cuentas. Pidge no estaba en posición de juzgar si eran buenos o no, después de todo, la guerra no era lo suyo. Se dejó caer hacia atrás, sentándose en el lodo. Hundió la barbilla en sus rodillas y pensó en lo torpe que era por entrar de lleno a una guerra.

Por tí [VoltronxMulán] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora