Donde existe unidad siempre existe victoria

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El proyecto Voltron era, por mucho, el plan más ambicioso que habían tenido los Galra y los Alteanos. No se habían dado muchos detalles a los ingenieros hasta que se reunieron en la ciudad fronteriza de Eridanus. Todos quedaron sorprendidos al darse cuenta de que el mismo rey Alfor había asistido a la supervisión del proyecto. Explicó en detalle lo que pronto sería la red de transporte más grande entre Altea y Daibazaal. En sus propias palabras, ambos reinos quedarían unidos como uno. Los ingenieros estaban tan sorprendidos ante la idea que muy pocos percibieron la presencia del emperador Zarkon, observando todo desde las sombras.

El proyecto se puso en marcha de inmediato. Era necesario tener los planos listos antes de iniciar. Aunque, no fue un comienzo pacífico. Los Galra y los Alteanos parecían ser enemigos naturales, no trabajaban bien en conjunto. Alfor se esforzaba en hacer que las cosas funcionaran. El fuerte de los Alteanos era la planificación, mientras que los Galra destacaban en diseño y ensamblaje.

El tiempo transcurría con dolorosa rapidez, como al estar dentro de un sueño. Tanto Matt como Sam perdían la noción del tiempo y, cuando menos lo notaban, las estrellas aparecían bailando en el cielo azabache. Ambos se aseguraban de escribir cartas para su familia, especialmente Matt. No pasaba un día sin el que le escribiera a Kattie. Sabía que la correspondencia tardaba semanas en llegar hasta la capital, por lo que trataba de acumular varias cartas antes de llevarla a la correspondencia.

Más allá de encontrar algo interesante para contarle a su hermanita, o darse prisa en sus labores para tener tiempo para escribir, el mayor problema para Matt era... Sendak. El general galra siempre le arrebataba las cartas y las leía sin ningún sentido de la privacidad. Matt tenía que limitarse a ver, con los puños apretados, como las hojas se arrugaban entre las enormes manos de Sendak, cuando las sujetaba.

-No escribí nada acerca del proyecto... -murmuró Matt, tan bajo que apenas él mismo se había escuchado.

No le sorprendió que Sendak dejara de leer las cartas para mirarlo. Algunos Galra no sólo tenían orejas enormes (como era el caso de Sendak), sino que todos sus sentidos estaban más desarrollados a los de los Alteanos. Matt tragó saliva, agradeciendo que esas dos especies pronto serían aliadas. Le aterrorizaba pensar de lo que eran capaces los Galra.

-¿Qué dijiste, enano? -preguntó Sendak, mirándolo con frialdad.

Matt se congeló.

-Deberían enseñarle a los mocosos Alteanos a cerrar la boca.

Sendak arrugó las cartas, formando una pelotita de papel, y las arrojó por ahí. Matt sintió que se encogía, al ver al general acercarse hacia él, absorbiéndolo con su descomunal silueta.

-Ah, ya que. Lo haré yo -Sendak esbozó una sonrisa maliciosa, dejando al descubierto sus afilados colmillos.

Matt se mordió el labio inferior y cerró los ojos. Un Galra golpeando a un Alteano a veces era común en la línea de producción.

-¿Qué sucede aquí?

Matt abrió los ojos al escuchar la voz del capitán Shirogane.

El hombre recogió las cartas y las abrió, para poder leerlas.

-Parece que todo está en orden con su correspondencia, puedes retírate para enviarlas -le dijo a Matt, esbozando una sonrisa amistosa. El chico estaba tan sorprendido que no se movió de su lugar.

Sendak le dirigió una mirada fiera a Shiro. Algún día, algún día lo haría pagar por ello. El capitán no se dejó intimidar por la mirada salvaje de su adversario y se mantuvo firme hasta que el Galra se alejó para seguir supervisando a los ingenieros.

Por tí [VoltronxMulán] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora