Las mujeres no van al frente de batalla

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Allura apiló un par de libros en cada esquina de la mesa, esperando que fuera suficiente para evitar que el mantel saliera volando con el viento. Miró el arreglo desde lejos, con las manos en las caderas. La decoración era simple y perfecta. Cuando se giró para ir por el resto de las cosas, se sorprendió de ver que Romelle estaba frente a ella, con la bandeja de comida.

-Encontré esto en el pasillo -dijo la dama de compañía-. Algo me dijo que era de usted.

-Te lo agradezco mucho, Romelle -dijo la princesa, con una sonrisa cálida, inclinando ligeramente la cabeza.

Tomó la bandeja y comenzó a organizar los platos en la mesa, teniendo cuidado de que todos y cada uno de ellos se vieran bien. Había pasado la mañana entera cocinando. No era muy buena en ello, pero deseaba en el fondo de su corazón que al menos algo fuese comestible.

-¿Está organizando otra comida para su padre? -preguntó Romelle, apoyándose en la mesa con indiferencia.

Sus cejas rubias se alzaron al ver una de las pilas de los libros debajo de donde estaba apoyado su codo.

-¿"Cómo formar alianzas"? -leyó, tomando el tomo. Enseguida, quitó el segundo libro e inspeccionó la portada-. ¿"El príncipe"? escrito por un tal Maquiamelo... ¿Qué es todo esto, princesa?

El viento sopló fuertemente, levantando la esquina del mantel de donde Romelle había quitado los libros. Allura tuvo que deslizarse hacia el lugar con rapidez para evitar que la comida se volcara.

-¿Esto está aquí a propósito? -quiso saber Romelle, sin siquiera estar enterada de lo que había estado a punto de provocar.

-Sólo quiero ayudarlo con algunas de las cosas que aprendí al leerlos -dijo Allura, quitándole los libros a su dama de compañía para regresarlos a su sitio. Se alegró al ver a su padre, en el pasillo, caminando en compañía del capitán Takashi y Coran-. ¡Ahí vienen!

-Buena suerte -musitó Romelle, levantando un pulgar. Antes de alejarse para dejar que la princesa hiciese o suyo, aprovechó para hurtar uno de los bollos de crema a escondidas. Por desgracia, no sabía tan bien como se veía.

Allura corrió hasta donde se encontraba su padre. Al llegar frente a él, alisó su vestido con las manos y se esforzó en esconder su alegría.

-Caballeros -saludó, haciendo una reverencia para Coran y el capitán.

Los hombres regresaron la reverencia, con propiedad.

-Allura, ¿Está todo bien? -preguntó el rey Allfor, con una sonrisa divertida.

-Padre, me complacería mucho que me acompañaras a comer -pidió la princesa-. Ya he preparado todo.

Señaló el jardín con un gesto de cabeza. Los hombres voltearon, asombrados. Más que por la decoración de la pequeña mesa, se debió a ver a cierta dama de compañía sacudir un salero por varios de los platillos.

-¡Romelle! -dijo Allura, en un susurro bien alto.

-¡Le hacía falta sal!

Allfor dejó escapar una risita, mientras sacudía la cabeza.

-Estaría más que honrado de acompañarte, querida hija -le dijo a Allura, acercándose para poner una mano en uno de los hombros de su hija-. Pero me temo que debo cubrir ciertos asuntos sobre nuestro viaje.

Allura mordió su labio inferior e inclinó la cabeza. No permitió que su gesto se mantuviera demasiado. Debía lucir fuerte para su padre. Esbozó una sonrisa comprensiva y puso una mano sobre la de Allfor.

-Lo entiendo, padre.

Allfor la miró con tristeza, deseando desde el fondo de su ser poder pasar el tiempo que le debía a Allura haciendo un picnic, como solían hacer cuando ella era una niña. Sabía que un rey tenía responsabilidades y, aunque era doloroso cumplirlas, era una carga con la que había nacido. Debía resistir para evitar que esa carga le pasara a Allura, siendo tan joven. Se alejó por el pasillo, seguido de Coran y Takashi, dejando sola a la princesa en el pasillo.

Por tí [VoltronxMulán] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora