𝟬𝟱

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Casi tres meses transcurridos después de aquello. No cabe duda que había quedado devastado tras su pérdida, pero era un niño fuerte y quería hacer sentir orgullosos a sus padres y a la abuela.

No todo siguió como antes. Al no tener razones de visitar la de la abuela, permanecía casi todo el día en casa en compañía de su tío. Todos los días se sentía nervioso porque el humor de su tío era muy voluble, había veces que simplemente no se fijaba en su sobrino y otras donde terminaba siendo un imbecil.

Por otro lado, la escuela permanecía igual, sin ningún cambio. Iruka no platicaba nada de lo que sucedía en casa y mucho menos su pérdida. Extrañaba con toda su alma a la abuela pero era sincero, estar en la escuela era una manera para distraerse un poco y le hacía a olvidar el dolor por unas cuantas horas. Está vez logró integrarse completamente a su grupo, no le hablaba a todo su salón pero solía llevarse bien con sus compañeros.

Ahora él se hacía su propio almuerzo, para poder comprar los ingredientes de este emprendio un pequeño negocio a escondida de los profesores, esto porque su tío no sólo no movería un dedo para prepararle el lunch, sino que tampoco le daría dinero o dejaría que se agarrase de la despensa de la casa. Su pequeño negocio consistía en hacer los deberes escolares de sus compañeros, vender algún material solicitado por si alguno lo olvidaba e incluso, de lo que había logrado ahorrar, compró una caja de mini panecillos para venderlos. Todo era un éxito, procura ser discreto e incluso había advertido a sus compañeros que ya no podría vender si la profesora se enteraba. Vaya que eres un negocio bueno y no hacía daño a nadie, pero sabía que aún así estaba prohibido.

Con lo que juntaba podía comprarse un pequeño lunch en alguna tiendita de la esquina. Los emparedados empacados en plástico no eran lo mismo a diferencia del almuerzo que le hacía la abuela, les hacía falta amor pero tampoco estaban mal. También procuraba cuidar de su dinero para que su tío no se enterase y terminara quitándole todos sus ahorros o lo obligará a vender más, a tal grado de explotarlo.

De vez en cuando, cada mes para ser más específicos, se iba a una tienda de segunda mano y compraba ropa; una playera, un pantalón o un conjunto. Se encargaba de cubrir todo lo necesario para la escuela, vestimenta y comida, aunque lo ahnelara no podía darse el lujo de comprarse algún juguete.

•••

Iba camino a la escuela, iba triste y desanimado.

Recordó. La noche anterior su tío estaba de mal humor y aunque Iruka no hacía nada para molestarlo, su tío interrumpió la habitación del pequeño, que concentrado hacía la tarea, y se le quedó mirando, como esperando a que el pequeño se diese cuenta que necesitaba darle su atención al mayor, cosa que por nada en el mundo se hubiera dado cuenta.

—¿Y la comida?— cuestionó con palabras arrastras y la mirada clavada en el chiquillo, quien le daba la espalda. Al parecer estaba casi ebrio.

Se le había olvidado, una sensación fría le recorrió el cuerpo y se quedó en su nuca, hasta los deditos de las manos se le enfriaron. Cobró por hacer los deberes de sus compañeros y eran bastantes, no podía perder tiempo, no podía quedarles mal. Aún así fue capaz de responderle a su tío.

—Se me olvidó, estaba haciendo la tarea. En un momento la haré—.

Pensó que su tío se iría, no esperaba una reacción así. El mayor fruncio sus labios con irá y corrió hacia Iruka, del coraje lo agarró del cabello y tiró hasta casi levantarlo por completo. Iruka llevo sus manos hasta el agarré porque le dolía.

—No te he preguntado qué estás haciendo, te he preguntando dónde está la comida—. Hablo con tanta rabia que hasta salpicó saliva.

Soltó su cabello y se dirigió hasta su nuca, está vez lo tomo de ahí con fuerza lo hizo levantarse la mesita donde hacía su tarea.

Un Paso Por Cada Latido [KakaIru +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora