𝟬𝟯

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Repitió las mismas acciones que el día anterior. Se estaba alistando para ir a la escuela, pero justo cuando salió del baño no vió rastro de que su tío se haya levantado para alistarse, le preocupaba llegar atarde, a parte de que era la última vez que su tío lo acompañaría. No tuvo mas remedio que evadir su preocupación y entrar al cuarto de su tío.

Dudoso acercó un dedito para tocar con delizadeza a su tío —¿tío? ya es tarde, tienes que llevarme por última vez a la escuela— habló con temor pero no recibió respuesta, de nuevo lo tocó y le habló. Este saco la cabeza de la colcha y miró con el ceño fruncido a Iruka.

—No creo poder llevarte ahora, estoy crudo. ¿Sabes llegar por tu cuenta?— se tocó la cabeza y gruñó por el punzante dolor entrometido en los costados de su cien.

En realidad Iruka sí podría irse solo, aunque le aterraba la idea de tener que hacerlo, pero si lo pensaba bien tendría facilidad para recoger el almuerzo que le prepararía la abuela.

—Sí, puedo irme solo— afirmó.

Salió de casa y miró a su alrededor, no había señal de la abuela. Buscó entre las grandes macetas encontrando, muy bien ubicado, una bolsa de papel, hurgó un poquito en ella para saber qué delicioso aperitivo degustaría el día de hoy en la escuela. Se fue emocionado, no sabia exactamente qué comería pero en lo poco que alcanzó a visualizar dentro de la bolsa fue una cajita de leche de sabor y no pudo ver qué más, la bolsa se sentía ponderosa y eso era una buena señal.
Continuó su andar mucho más tranquilo, era la primera vez que salía de casa solo y en algunos momentos se aturdía un poco con el movimiento de carros, el frío y el ruido de los locales, pero pensó con sinceridad que era mucho mejor que estar acompañado de su tío, el día parecía marchar bien.

De nuevo lo recibió su ahora profesora, camino a su salón con un poquito más de confianza. Volvió a sentarse en el mismo lugar que el día anterior y otra vez aparecieron Izumo y Kotetsu para saludarle.

—Iruka, hola.— se acercaron ambos pequeños.

—¿Comerás de nuevo con nosotros, Iruka?— cuestionó uno de ellos muy repentino. Esta vez no le preocupaba tomar el almuerzo que daban en la cafetería porque contaba con un delicioso y llenador lunch. Aceptó la invitación con más seguridad.

Las clases discurrieron con normalidad. Pasaron al recreo y por fin pudo sacar su almuerzo. Izumo y Kotetsu alabaron la comida de Iruka, ninguno se esperaba tremenda merienda. Un sándwich gordo y bien preparado, un pequeño paquete de galletas, una lechita de sabor, una cantidad moderada de uvas verdes envueltas en aluminio y un pequeño panecillo.

"Realmente se lució la abuela, en cuanto regrese a casa no olvides darle las gracias, Iruka" se dijo mentalmente a sí mismo. Y regresó a clases satisfecho.

Llegando a casa se apresuró en hacer los deberes del hogar para pasar a la casa de la abuela. Esta salió feliz, recibiendo con cariño al pequeño. Iruka le agradeció el almuerzo y elogió su comida. Ella se mostraba risueña, le hacía tan feliz escuchar por parte del pequeño Iruka lo delicioso que estuvo el lunch y lo bien que le fue en la escuela. Pasaron el rato viendo la televisión juntos, ella se levantó del sofá y se dirigió al comedor para tomar un frasco de pastillas y sacar unas cuantas para ingerirlas, una vocecita la sacó un poco de su cometido.

—Abuela, ¿está mal que las personas estén con personas del mismo sexo?— preguntó atento a cualquier movimiento y palabra que ella diera.

—¿De dónde escuchaste eso?— se extrañó un poco pero continuó —pues bueno, el amor es tan complicado de entender y muchas veces se manifiesta de distintas formas y hay personas que no las encuentran usuales pero siempre habrá quienes no les guste algo o estén conformes— trataba de buscar las palabras adecuada pero torpeaba un poco para encontrarlas— lo que quiero decir es que realmente no importa, mientras no le hagas daño a la persona que amas y a las demás personas tampoco, aunque eso no signifique que seras aceptado. Lo importante es saber respetar y saber querer, no importa a quién — se le dificultó explicar pero Iruka lo entendió completamente.

Hubo un pequeño silencio y de nuevo la abuela retomó la acción interrumpida hace unos instantes. Ambas pastillas fueron tomadas y de nuevo volvió a escuchar al menor.

—¿Para qué tomas pastillas? ¿Te enfermarte?— ella no se esperaba tal interrogación, pero viendo la cara de Iruka que se mostraba preocupado no podía evadir su pregunta. Había una verdad muy dura detrás de ello, pero no quería que afectara a su niño.

—No, mi pequeño, ya estoy vieja y necesito estás vitaminas para seguir estando fuerte y durar mucho tiempo para no dejarte solo— sonrío con falsedad pero no fue percatado por el pequeño.

Iruka corrió hacia ella y la abrazó.

—Sí por favor, no olvides tomarlas, toma muchas para que vivas muchos años y come bien, mi mamá me decía que si comes mucho brócoli te puedes hacer inmortal— las palabras la enternecieron, en el fondo estaba triste por escuchar lo que dijo Iruka, le causó un revuelo de emociones tristes y una pesadez en el estomago, no quería hacerle falta y que viva mal por culpa del tal tío.

—No te preocupes, para eso las tomo. No te haré falta, mi pequeño— le regresó el abrazo.

Transcurrieron los días y la escuela fluía bien. Era la primera vez que Iruka llevaba talleres y hacía actividades entretenidas, empezaba a acoplarse con el resto de niños. Las niñas del salón se acercaron para hablar con él y halagar su bonita cabellera castaña, sin mencionar que había ocasiones que se dejaba peinar por las chicas, porque eran muy insistentes, pero nunca le molestó. De hecho, también Izumo y Kotetsu eran arrastrados, a veces, por las niñas y terminaban los tres pequeños con el cabello repleto de pinzas, pasadores o accesorios coloridos.

Antes de ir a casa, Iruka se aseguraba de quitar cualquier adorno en su cabello, no le gustaría que su tío lo viera así, una vez lo escuchó quejarse e insultar al aire por oír una noticia sobre las relaciones del mismo sexo, las palabrotas e incoherencias que decía eran realmente fuertes, pero el pequeño atezado no entendía por qué su tío se enojaba tanto.

...


Finalmente el tiempo pasó. Iruka cursaba tercer grado y había cumplido casi los diez años. En los años que pasaron tuvo que lidiar con diversas situaciones, muchas de ellas malas y casi ninguna buena.

¿Qué cambió?... ¿Qué cambiará?

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Hola.
¿Todo bien?
Bueno, pues ya saben, aquí les dejo una miniatura de la continuación de la historia. Espero que les esté gustando.

Me despido... y prepárense.

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Oh, Jawn 🌙

Un Paso Por Cada Latido [KakaIru +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora