Los niños revoloteaban por los alrededores, habia dado la hora del recreo, Iruka veía como varios de sus compañeros se iban en pareja o conjunto pero, había niños que permanecían tranquilamente solos y para nuestro pequeño atezado le era aliviador.
Para lo que había estado esperando estaba listo, averiguaría lo que Genma le había preparado de almuerzo pues no sentía que su lonchera estuviera vacía y en verdad estaba emocionado, hace tiempo que no recibía un almuerzo delicioso como el de la abuela. Su lonchera era sencilla, no tenía alguna imagen de cualquier personaje o caricatura, se limitaba en ser de un solo color, azul marino, con una agarradera y lazo para facilitar su transporte, esta fue abierta por el pequeño y a pesar de ser una lonchera relativamente pequeña, en su interior guardaba con cierta organización el almuerzo. Era bastante a comparación de lo que uno espera como un clásico sándwich de jamón y un jugo, no, en la lonchera no sólo había un sándwich de jamón con queso, había otro con jalea de fresa, a su costado venía una cajita de jugo y un pequeño toper con uvas verdes, arriba de todo se mostraba un paquete de galletas.
La felicidad de Iruka era tan abrumadora que, sin previo aviso, un nudo se formó en su garganta. Las lágrimas amenazaban con escapar, un torrente de emociones que había mantenido contenidas durante mucho tiempo. Desde que estaba bajo el techo de su insensible tío, sabía que no había lugar para gestos de amor o cuidado. La pérdida de su abuela, quien había sido su único consuelo, lo dejó sumido en una desesperanza aplastante, atrapado en la miseria junto a su tutor. Pensó que nunca encontraría una salida, pero entonces, cuando menos lo esperaba, llegó su salvación. Genma apareció en su vida, trayendo consigo una luz de esperanza que había creído perdida para siempre.
Primero sacó el pequeño tupper y comió las uvas. Después, degustó ambos emparedados junto con la cajita de jugo, y por último, terminaría con el paquete de galletas. Disfrutó de su almuerzo, tanto, que sin darse cuenta, el recreo había acabado. El regreso a casa no fue un problema; llegó a salvo. Genma esperaba a Iruka y, en cuanto este llegó, el mayor le dio otras indicaciones, como explicarle qué debía comer y que debía mantenerse en el cuarto, pues debía prepararse para la noche. Iruka acataba las órdenes sin problema.
Todo esto fue solo el comienzo de su historia, un relato verdadero que marcó el inicio de un nuevo capítulo en la vida de Iruka. Desde el día en que Genma adoptó al pequeño, el tiempo siguió su curso sin interrupciones. Los años pasaron, y el joven Iruka dejó de ser un niño para convertirse en un joven maduro y responsable. Genma nunca tuvo motivo de queja ni problemas con él; Iruka demostró ser alguien independiente y determinado. El corazón del mayor latía con orgullo al ver cómo su protegido había crecido y se había convertido en un joven admirable
Iruka tuvo la oportunidad de continuar la secundaria en esa misma escuela y la preparatoria en otra, Genma tuvo que hacer sacrificios pues Iruka crecía y evidentemente también empezaba a requerir más cosas que, sin pedirlas, el mayor le regalaba. El tiempo pasó demasiado rápido, Genma recuerda con claridad la vez que encontró a Iruka y en un abrir y cerrar de ojos, el chico, concluyó exitosamente cada etapa. Ya no había lugar para Iruka en ese colegio donde fue bienvenido por aquel director sin tener ningún papel, debía comenzar una nueva fase, iba a empezar la carrera.
Cuando Iruka se graduó de la preparatoria no asistió a la velada de su graduación, se había negado pues no le era la gran cosa.
Pero Iruka recordaba con vivencia su noche de graduación, sólo él y todo el club.
Utilizaron todo el club vacío para festejar, hicieron bocadillos y compartieron palabras emotivas, el pastel fue hecho por los trabajadores del lugar y a pesar de que parecía hecho por un niño pequeño estaba delicioso. Genma le tenía una sorpresa a Iruka, pero no encontraba el momento adecuado para interrumpir la celebración, fue con la ayuda de una de sus compañeras que hizo callar a todos, cesaron la música e inmediatamente los pocos presentes posaron la mirada hacia Genma.
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Un Paso Por Cada Latido [KakaIru +18]
FanfictionLe dolía verlo en ese estado, tan vulnerable y roto. Con delicadeza, tomó su rostro entre las manos, asegurándose de que sus miradas se encontraran. Había una promesa que Kakashi necesitaba que Iruka escuchara, no solo con sus oídos, sino con cada f...