Tina caminaba por el pasillo hacia su casillero con los brazos cruzados y haciendo pucheros. Cuando llegó a la escuela, aún había sido demasiado temprano. Tina nunca había visto los pasillos tan solitarios, puesto que siempre llegaba al mismo tiempo que sus compañeros y para cuando eso pasaba, ya las multitudes de admiradores aclamaban a ellos. Pero ahora ya no era así.
Ahora podía llegar a la hora que quisiera, sin preocuparse de que alguien la estuviera esperando o buscando. Ahora podía vagar por la escuela como nunca antes. Ahora era libre, y no le gustaba serlo.
Se dirigió al baño. Pensaba perder el tiempo ahí, quién sabe, arreglándose el peinado o jugando en su celular; cuando llegó, se paró frente al espejo y se observó durante unos minutos.
Ya no se reconocía a ella misma. Estaba demasiado acostumbrada a verse en aquél uniforme que ya se identificaba con él. Y sí, aún no superaba el haber sido sacada del equipo.
¡Es que eso era su vida! Aparte de solamente observar a Brandon mientras prácticaban, también le gustaba saltar, bailar, animar con todas sus fuerzas a su equipo. Pero ahora ni siquiera se podía acercar ni un poco. Era como si el sólo hecho de mirarlos, le hiciera daño físicamente. Y tampoco quería perjudicarse más de lo que ya estaba.
Con un resoplido de frustración, se volvió arreglar el maquillaje a pesar de que estaba perfecto, y después se sentó en un retrete con la tapa hacia abajo mientras jugaba un poco en su celular. Iba a esperar a que la campana sonara para salir.
A los pocos minutos después, unas repentinas ganas de hacer sus necesidades la invadieron y cerró la puerta de su cuvículo para tener un poco de privacidad. Justo momentos después de haber terminado, la puerta del baño se abrió y se empezaron a escuchar unas risas muy familiares.
Elena y Michelle.
Bien, a lo mejor era parte del destino y en ese momento podría arreglar algunas cosas con Elena para así poder regresar con sus demás amigos y hacer como si nada de lo de aquél viernes hubiera pasado, pero algo en la conversación que llevaban a cabo llamó su atención.
—¿Puedes creerlo? ¿Viste la expresión de su cara? —Elena soltó una carcajada, que después le siguió Michelle.
—Sí, sí. La vi —respondió aún entre risas—. También a la hora del almuerzo nos estaba viendo. Me di cuenta cómo se comía con la mirada a tu novio.
Elena bufó con arrogancia.
—Agh, ¿es que acaso no se da cuenta de que es mío? Siempre lo fue.
—¿Y por qué esperaste tanto para sacar a Tina del equipo?
Al escuchar su nombre, se puso en guardia. No estaba preparada para lo que iba a venir, ni siquiera sabía qué era lo que iba a venir, así que subió los pies en la tapa del inodoro y se abrazó las rodillas.
—Pues así le iba a doler más, ¿no crees? —sonrió de medio lado—. Ser expulsada del equipo, quedar sola y después ver a su enamorado con otra. Auch, hasta a mí me dolería.
Volvieron a reír y Tina se quedó estática, con la cabeza en blanco. No sabía qué pensar, y no quería pensar. Sólo se quedó tiesa como una roca, con oídos atentos a la conversación.
—Oye, ¿y es cierto que antes ustedes dos eran buenas amigas? —preguntó Michelle, inclinándose más en el espejo para verse mejor, o más bien, para ver el pequeño grano que le estaba apunto de salir.
Elena suspiró.
—Pues sí, antes. Hasta que a las dos nos gustó el mismo chico y ya sabes —sonrió algo melancólica, pero después se compuso—. Es lo que se merece por estár de enamoradiza.
Después de haber estado hablando como por media hora más, al fin la campana de la escuela se hizo escuchar por todos lados y las dos chicas salieron del baño.
Tina se levantó del inodoro con las piernas entumecidas y doloridas. Sentía cosquilleos insoportables en los dedos e hizo una mueca mientras caminaba hacia su primera clase del día.
Sobre la conversación que escuchó a escondidas, no tenía palabras para eso. Se sentía... confundida. Porque pensaba que Elena realmente había sido una amiga de verdad. Pero al parecer Tina era demasiado ingenua como para que eso no la afectara tanto y para que no renunciara a seguir estando en el equipo; si no estaba por Elena, estaba por Brandon. ¿Por qué algo así le afectaría de todas maneras?
***
A la hora del almuerzo, volvió hacer lo mismo que hizo la vez pasada: observarlos de lejos. Por suerte había encontrada una mesa con poca gente, quienes al verla con cara de psicópata, se retiraron de ahí a buscar un lugar más... seguro, tal vez.
Tina había tomado una desición. Una desición muy arriesgada. Algo que incluía en su plan a Ross, lamentablemente. Pero si quería regresar con sus amigos, tendría que hacer una excepción esta vez.
Plan A: Hacer la pases con Ross.
Y si el plan A no funcionaba, entonces recuriría al plan B... el cual aún no sabía cuál era, pero de todos modos, Tina estaba muy segura de sí misma como para estar planeando otro plan aparte.
El hacer las pases con Ross tendría muchos beneficios: podría ir a su casa más seguidos (solamente cuando Brandon lo visitara, claro. No es que quisiera ir precisamente por él) y también podría juntarse con él, lo cual conllevaba pasar aún más tiempo con Brandon... y claro, con sus demás amigas.
Sonrió fascinada con la idea. Era una genio. Nunca en su vida se le había ocurrido plan más maravillosos.
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Una segunda oportunidad
Teen FictionEx mejor amiga de la capitana de las animadoras, con un no tan secreto enamoramiento hacia el mariscal de campo y con una leve enemistad con su vecino de la infancia. Tina Harris es parte del equipo de animadoras para así poder admirar a su querido...