Lo último que recordaba era el sonido de sus apresurados pasos al salir de su casa.
«Me gustas».
Maldito Ross. ¿Ahora cómo se suponía que debía de mirarlo a los ojos? ¿Cómo es que seguiría su relación? ¿Desde cuándo pasó todo eso? No recordaba ni un momento en el que Ross la viera con otros ojos, o la trataran diferente.
Siempre había sido el mismo: callado, indiferente, incluso molesto. ¡Sumamente molesto! ¿Acaso desde siempre le gustaba? ¿Era por esa razón que decidió ayudarla?
¡Pero no tenía sentido! ¿Cómo es que decidió aquello si le gustaba? Literalmente estaba ayudándola a enamorar a su mejor amigo.
¡MALDICIÓN!
Definitivamente tenía que ser un complot en contra de ella. Un plan melóvolo, de él, de Brandon y de Elena. Ellos querían burlarse de ella. Querían jugar con su mente. Era por eso que todo le estaba saliendo tan mal.
Primeramente (y sorpresivamente), Ross decide ayudarla. Luego Brandon se mostraba demasiado interesado en ella. Luego Elena aguantaba todo lo que podía hasta que las dos se golpean. Luego Brandon de la nada la besó. ¡Y ahora Ross se le confesaba!
¡Y una mier-
—Tina.
—Aléjate de mí —advirtió.
Ross la seguía por la espalda, intentando detenerla nuevamente por los hombros.
—¡No me toques!
Se zafó de su agarre, echando humo por las orejas.
Ya ni siquiera se molestaría en pensar en ello. Se había dado cuenta demasiado tarde de que todo había sido una farsa. Sólo un juego.
Advirtió las lágrimas de vergüenza que amenazaban con saltar de sus ojos. Ross seguía insistiendo.
—¿Qué te pasa? —le dijo Ross, totalmente confundido. No sabía que ella reaccionaría de esa manera. Todo lo contrario.
Tina ya había llegado a la entrada, y sólo se giró hacia Ross para advertirle. Si hacían un escándalo justo delante de su casa, no se acabaría a su madre.
—Basta —habló con fuerza, aunque no la suficiente—, por favor.
—Tina, lo siento mucho —Ross hablaba con un dejo de pena en la voz—. No quería que... me malentedieras.
—¿Malentender qué?
Se pasó una mano por el pelo y estiró los brazos hacia los lados, algo inquieto.
—Pues que me gustas —dijo, casi susurrando lo último—. Sólo eso quiero que lo tengas claro.
Tina no se atrevía ni a hablar. Sostenía la perilla de la puerta con fuerza por su espalda. El labio inferior le temblaba y tuvo que morderselo con fuerza.
—No sé desde cuándo siento esto —declaró—. Pero no voy a negarlo tampoco. Tal vez fue poco considerado de mi parte decirte esto justo cuando las cosas están así de complicadas.
Tuvo que girar la cabeza hacia otro lado. Ojalá pudiera regresar el tiempo a cuando era pequeña. Cuando aún era sencillo. Cuando ni siquiera le gustaba Brandon. Cuando aún era amiga de Elena. Cuando ni siquiera sabía de la existencia de Ross.
Giró la perilla de la puerta y retrocedió, entrando a su casa. Cerró la puerta antes de que Ross pudiese decir algo más.
***
El domingo Tina se impresionó a sí misma recordando la dirección de Elena. Frente a la casa de la chica, tragó saliva, dudando. Pero era ahora o nunca.
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Una segunda oportunidad
Teen FictionEx mejor amiga de la capitana de las animadoras, con un no tan secreto enamoramiento hacia el mariscal de campo y con una leve enemistad con su vecino de la infancia. Tina Harris es parte del equipo de animadoras para así poder admirar a su querido...