El timbre de la casa de Tina volvió a sonar. Tina no estaba de humor para ver a individuos visitantes, pero el timbre era tan insistente que no tuvo de otra más que de abrir. Estaba sola en casa. Su padre estaba en el trabajo y su madre andaba en las compras. Le había preguntado a Tina que si quería ir, pero ella había negado. No estaba de humor para nada.
Abrió la puerta y del otro lado estaba Ross, aún con la mochila. Tina no había ido a la escuela. Se sentía tan mal físicamente como mentalmente. Casi le cierra la puerta en la cara solo por ser él, pero no pudo, ya que el intruso entró como si nada, haciéndola a un lado.
—¿Qué crees que...? —empezó a hablar Tina, pero él la interrumpió cerrando la puerta una vez que estuvo adentro y mirándola a los ojos con seriedad. Ella frunció el ceño enojada.
—Tengo noticias. Tal vez sean buenas, así que escucha —dijo Ross—. Brandon te va a invitar a salir —se sorprendió de lo no tan masculino que se escuchó a sí mismo. Parecía de esas amigas que le contaba a sus amigas el chisme del día.
Tina abrió la boca y la quijada casi se le cae al suelo.
—¿Qué dijiste?
—No hay tiempo para explicaciones. Mira —Ross se soltó la mochila del hombro y la abrió, metiendo la mano dentro y sacando una caja. No era una caja. Era una pequeña grabadora—. Escucha con atención, ¿sí? Hoy hablé con él y todo está aclarado.
Tina no tuvo tiempo de decir algo, ya que Ross ya estaba presionando el botón y la cinta comenzó a escucharse. Al principio no se oía nada. Se oía algo rasposo, pero después escuchó algo que no supo definir y luego la voz de Brandon. A Tina casi se le sale el corazón.
—Oye, Ross. ¿Estás bien? —se le escuchaba confuso y raro.
Tina siguió escuchando con atención.
***
—De acuerdo. Aún no lo asimilo. Y segundo, ¿por qué llevabas una grabadora?
Los dos se encontraron de pronto en la sala de Tina. Ella trataba de digerir todo lo que había escuchado y no sabía si sentirse decepcionada, desilusionada y triste, o muy feliz por saber que Brandon realmente no pensaba así de ella.
—¿Eso significa que... le gusto? —dijo Tina con la boca y las mejillas sonrojadas.
—Siento decepcionarte —habló Ross—, pero no lo creo.
—¿Por qué?
Él se encogió de hombros.
—Si realmente le gustaras, probablemente ya me lo hubiera dicho —le respondió, acomodándose más en el sillón.
Tina frunció el ceño y se cruzó de brazos haciendo pucheros. Se desilusionó, pero efectivamente, la grabación había servido para que el enojo que tenía se esfumara por completo. Como si nunca lo hubiera odiado por ese lapso de tiempo. Sonrió finalmente y miró a Ross.
—Bueno, qué importa. Ahora sé que me prefiere más a mí que a Elena.
Ross apenas sonrió, haciendo una mueca con la boca. ¿Qué Tina no se daba cuenta? Era tan ingenua. Debería de ser más atenta. Más orgullosa, tal vez. Porque sentía y hacía todo por Brandon. Frunció el ceño. ¿Y si Brandon le decía que se tirara de un puente, lo iba a hacer?
Eso le molestaba de Tina. Se conformaba con cualquier cosa, con tal de que eso le beneficiara a ella. ¿Qué importaban los demás, verdad? Soltó el aire y miró por el rabillo del ojo a Tina. La encontró sonriendo risueña. Pero había algo más, que hacía que él se tranquilizara. Le gustaba verla feliz, a pesar de todo lo demás. Aunque, de vez en cuando se merecía una que otra reprendida por ser tan despistada.
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Una segunda oportunidad
Teen FictionEx mejor amiga de la capitana de las animadoras, con un no tan secreto enamoramiento hacia el mariscal de campo y con una leve enemistad con su vecino de la infancia. Tina Harris es parte del equipo de animadoras para así poder admirar a su querido...