CINCO

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No puede ser. Realmente es frustrante. Respiré hondo, conteniendo el nudo en mi garganta y las incontrolables ganas de salir corriendo. No podía seguir manteniendo su mirada, se me hace tan difícil mentir, ¿Cómo es que él puede hacerlo tan fácilmente? Por mi parte, no puedo.

—No tengo nada, Rain.—murmuré, bajando la mirada.

Escuché su suave risa frente a mí haciéndome levantar la cabeza rápidamente. Se veía curioso, su sonrisa ladeada y ceja arqueada fueron suficientes para comprobar que, cómo siempre, se está burlando de mí. Hice un puchero, indignada, cruzandome de brazos.

Auch. ¿Ni siquiera le importa realmente lo que me pasa? ¡Es increíble! Tan cruel. Rain se contuvo de soltar otra carcajada de burla, luchó por mantener un semblante serio y así poder lucir "preocupado". Oh, que malvado.

—No pensé que una chica como tú supiera que son las lágrimas.—confesó, llevándose una mano al pecho con fingida sorpresa.

Tragué saliva con pesadez. Por alguna razón, ese comentario me causó un hueco en el estómago, cómo si lo hubieran golpeado fuertemente. No me agrada lo que dijo. Me quedé callada, tratando de sonreír de nuevo, lo intenté pero solo una mueca salió. Tengo miedo, no quiero estar triste, odio estarlo pero esta vez me está costando cada vez más escapar de esa oscuridad.

—Claro, sigo siendo humana.—susurré, con un atisbo de sonrisa.

No esperé respuesta de su parte, pasé a su lado y lo dejé atrás. Apresurando mis pasos, deseosa de ver el mundo exterior en busca de algo que me haga volver a estar feliz. ¿Acaso no dicen que la felicidad hay que buscarla? ¡Vamos a ello! Me reí tontamente en mi mente mientras veía a mi madre parada en la puerta de la cocina. Bajé el último escalón y corrí a darle un abrazo.

Sentir su calor invadiendo todo mi cuerpo, su olor a flores... Sonreí con alegría, es simplemente estar en casa. Empujé todos los recuerdos y pensamientos malos al fondo de mi mente, allá donde no los pueda percibir conscientemente. Lejos, muy lejos de mí. Ella me apretó con más fuerza.

—Mi pequeña Summer, te amo hija.

Sus palabras me aliviaron considerablemente. Me separé de ella, sonriéndole con alegría. Ella me acarició la cabeza con suavidad mientras me observaba con ternura. Realmente me ama mucho, no puedo ni siquiera imaginar lo que pudo haber sufrido aquella noche... ¡No! Nada de recuerdos tristes.

—Bien, es hora de irme. Te quiero mamá.—me despedí, agitando mi mano efusivamente.

Ella me devolvió el gesto, por lo que antes de cerrar la puerta y perderla de vista, le lancé un beso al aire viendo cómo fingía recibirlo. Me reí por el acto tan lindo de su parte. Este día empieza a mejorar, me encanta. Emprendí mi camino con pasos apresurados, emocionada por ver a Kiara, ella es la única que me entiende.

Observé mi alrededor, cómo la gente se apresura para llegar temprano, los niños manejando sus bicicletas, alegres, cada quién en su pequeño mundo distinto y único, pero que al final, interactúan en el mismo tiempo y espacio. Es interesante. Cómo se podrían llegar a unir... Cómo podrían relacionarse. Llegué al final de mi calle y observé a lo lejos la entrada principal del instituto.

Una mirada fría cruzó por mi cabeza provocando un puchero en mis labios. Tonto, Rain. ¿Por qué es tan cruel y malvado? Quisiera conocerlo más, pensé que se estaba acercando más a mí, supongo que me equivoqué. Ni siquiera puedo entenderlo. Sin embargo, aún no me doy por vencida, sé que puedo agradarle, no hay nadie que me odie en este mundo y él no será la excepción.

Con ese pensamiento en mente, llegué a mi destino. Me encontré de frente con Jhon, el chico nuevo. Casi olvidaba que él me había visto llorar. Oh, rayos. Espero que no se acuerde de eso. Jhon sonrió con amabilidad mientras acomodaba los audífonos que llevaba puestos en su cuello, eran grandes y oscuros.

Summer y RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora