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Emperador y concubino se encontraban en una situación ya conocida, cada uno con la espalda recostada en la puerta que los separaba.
En esa posición siempre hablaban de trivialidades, o mejor dicho YoonGi lo hacía. Dado que SeokJin solo emitía algunas palabras ante las declaraciones y preguntas
del chico de Lebil. Él le contaba lo que hacía durante el día y sobre todo de sus paseos por el castillo. YoonGi generalmente vagaba por ahí en busca de algo interesante, de esa manera había descubierto los jardines. Sin embargo, no se atrevió a entrar en ellos. El único que le llamó la atención fue el de SeokJin

—¿Tú nunca has explorado el castillo?

—No tengo permitido salir del jardín.

Respuestas cortas, demasiados cortas. Si las preguntas involucraban el mínimo de información sobre su título o nombre, lo único que obtendría de Jin es su silencio. De esa manera no avanzarían en lo absoluto. Ya casi se cumplía un mes desde su llegaba a Kixus, ellos llegarían pronto y eso significaba que tendría que regresar a su tierra natal.
Si el protectorado sale bien, partiría inmediatamente y dudaba demasiado sobre si volvería a encontrarse con el chico lindo. Tal vez si hiciera algo de tiempo los fines de semana..., pero era lo mismo. Son 3 días de viaje desde Lebil hasta Kixus, no importa cuánto se esfuerce, todo será en vano.

—Si nunca más regreso, ¿cómo te sentirías?

—¿De qué estás hablando? Esa pregunta es rara. — exclamó— Realmente no lo sé, supongo que mal. Tu compañía ha sido... agradable. — SeokJin, abrazándose a sí mismo, imaginó aquel futuro. Era triste. — Tienes que regresar, ¿verdad? Eres un extranjero después de todo, sería ingenuo de mi parte pensar que siempre vendrías a visitarme.

—¿Te gustan mis visitas? A veces pienso que te incomodan.

—No es incomodidad, miedo diría yo. Si nos descubren seremos comida para buitres.

—Creo que sería al revés si el rey se atreve a cometer eso. — Sonrió divertido al imaginar la cara confundida de SeokJin en estos momentos —Incluso sin verte puedo asegurar que estás poniendo una expresión confusa. Recuerda que tu servidor es alguien influyente.

—¿Debería hablar formalmente con usted, señor influyente? — preguntó amenamente Jin.

—Por supuesto, es más deberías hacer una reverencia ante mí. — YoonGi escuchó como SeokJin se paraba, y puedo intuir que hizo una reverencia —Sal para que pueda verla, de nada sirve si lo haces detrás de la puerta. Así no tiene sentido.

Ni corto ni perezoso, Jin abrió la puerta e hizo una reverencia. YoonGi, quien estaba recostado en ella, se fue de espaldas, y lo primero que vio cuando miró arriba por reflejo fue la brillante sonrisa del Kim. Aquello fue un golpe directo a su corazón, el cual no estaba preparado para un ataque de tal magnitud.

—Mi señor, cuando lo vi estaba tan pálido que parecía que se iba a desmayar, pero ahora parece que ha sufrido un golpe de calor por lo rojo que se encuentra. — Jin seguía con su sonrisa jovial, lo cual no ayudaba a que el color en la cara de YoonGi se fuera. Era divertido de ver como el hombre que siempre lo abordaba estaba tan rojo como un tomate.

—Yo... ¡No digas tonterías! — el emperador jamás pensó que Jin realmente lo fuera hacer, ¡y cómo no pensarlo! Si anteriormente se había rehusado a verlo.

SeokJin empezó a reírse, y YoonGi tuvo el placer de escuchar la encantadora risa de nuestro concubino. Tan contagiosa que ni supo en qué momento él también había comenzado a reírse junto a él.

—Creo que jamás me había reído así en mi vida. — espetó Jin mientras intentaba recuperar el aire.

—Tu risa es muy linda.

Moon, the storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora