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«Alguien que venga y me salve por favor, solo quiero ser feliz ¿es demasiado ambicioso?»

Blue and grey — BTS






Golpes, gritos, castigos; todo sigue fresco en su memoria como si hubiera sucedido ayer. Los sucesos eran lo de menos, los traumas que dejaron eran lo que lo seguían atormentando. Temblar cuando alguien levanta la voz, agachar la cabeza cuando lo miran desde arriba, desconfiar de todo aquel que le ofreciera amabilidad; por decir algunos.

La fuente de aquello era la familia Choi, y no poder escapar de ellos fue una de sus peores pesadillas. No sabía lo que había hecho mal para merecer un castigo de tal magnitud de su Señor. Rezó y rezó, pero jamás hubo cambio alguno.

Aún recuerda haberse escapado para ir al convento. Le salieron ampollas en las rodillas por tanto tiempo en el que estuvo pidiendo piedad. Cuando regresó con el barón, lo castigaron de tal manera que le costó ponerse de pie en los siguientes días. No obstante, SeokJin sentía que había valido la pena, dado que ahora su Padre escucharía sus plegarias más fuertes.

Nada fue lo que recibió.

Él no podía imaginarse algún pecado que haya cometido para que se le diera una penitencia tan dolorosa. Se comportó como un buen niño, rezó día y noche, agradecía en cada comida por el alimento. Entonces, ¿qué hizo mal?

Él solo anhelaba un cálido y dulce hogar, un poco de cariño. ¿Estaba siendo demasiado codicioso?

Jamás hubo duda en su corazón a lo largo de su estadía en la casa de los Choi. Su fe no varió ni un poco. Sin embargo, la noche en la que durmió en una cama extraña por primera vez, maldijo de tal manera a Dios que lloró todo lo que había guardado en su lastimado corazón.

¿Por qué eres tan cruel conmigo, Dios? ¿Quieres probar mi fe?

Los siguientes días, pidió perdón de rodillas por las ofensas lanzadas. No obstante, sabía que no eran sinceras, y eso lo hizo sentir aún más culpable.

Dios, ¿ahora me está mirando? Si es así, libéreme de estos males, por favor. Me lo merezco, y usted lo sabe mejor que nadie.

Dudas fueron las que surgieron en él, pero intentó ignorarlas. Rezó aún más, entregando su alma en la manos de su Señor, hablando y haciendo plegarias. Parecía que todo estaba en orden como siempre fue. Sin embargo, el pecado ya había sido cometido.

¿Realmente pecar era tan malo cómo le había dicho el sacerdote?
SeokJin se sentía igual que de costumbre en la superficie, aunque la culpa lo carcomía por dentro. Después de todo, cuestionarse la existencia de quien alguna vez fue su ancla para no volverse loco, es bastante duro.

De esa manera se la pasó todo el día ordenando sus sentimientos respecto a su Señor, y sobre todo, tratando de hacerse el ignorante ante el rencor que crecía en él hacia su Padre Celestial. Aquel rencor se podía hasta comparar con el que tenía hacia los Choi.

No, él odiaba a esa maldita familia. Los odiaba tanto que ansiaba que estuvieran muertos, pero sabía que era pecado tener esa clase de deseos.

¿Pero por qué pecar se sentía tan bien?

SeokJin tuvo que tomar asiento en aquella mesa donde había tomado el té con YoonGi para poder apartar esos pensamientos sin sentido. Su mirada se centró en la luna como si ella pudiera aclarar su mente. ¿Y cómo no observarla? Si ella se veía tan imponente, si ella fue la primera a quien acudió cuando era niño.

Moon, the storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora