Oɴᴇ

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La adrenalina causada por saberse a la fuga le hacía sentir bien, pero no era suficiente para lograr que YoonGi esbozara al menos un atisbo de sonrisa.

Sin embargo, le alegraba ver que, a diferencia suya y a pesar de ser las cuatro de la tarde, las calles estaban bastante llenas de jóvenes y niños compartiendo junto a sus familias y hasta habían parejas que sí que se veía la estaban pasando bien. Aquello en cierto punto le reconfortaba pues se alegraba de que la felicidad le llegara a otras personas y le daba esperanzas de poder encontrar la suya.

Caminaba cubierto de piez a cabeza. Completamente vestido de negro, con sus castaños cabellos ocultos bajo la capucha de su sudadera, al igual que su nariz y boca tras aquel cubrebocas.

No se quería arriesgar a que lo reconocieran y al día siguiente apareciera en las páginas de chismes. Si sus padres se enteraban de su fuga, lo reprenderían duramente y le quitarían la poca libertad que le quedaba.

Llegó a un parque casi desierto. Por ser primavera los colores vivos abundaban al igual que el calor.

YoonGi caminó hasta la zona más apartada y entonces se permitió quitarse aquel molesto cubrebocas antes de sentarse a los pies de un árbol que le brindaba sombra.

Desde allí podía ver, a la distancia, a varios niños jugar, y sonrió ante el recuerdo de él y su hermana haciendo lo mismo cuando también eran pequeños.

De tan sólo pensar en ella sus ojos se cristalizaron y una traicionera lágrima corrió por su mejilla.

-¿Por qué tan triste?

Se sobresaltó al escuchar aquella suave y curiosa voz cuya dueña se había acercado a él de repente.

Secando la gota de su pómulo, YoonGi reparó en la chica que recién se sentaba a su lado y lo miraba con un puchero en los labios.

-¿Qué te importa?

-¡Uhh! Chico rudo ¿eh?-la muchacha se mostró divertida ante su respuesta, logrando hacer que su contrario frunciera el ceño-. Mi nombre es Kang YooNa, y estaba jugando con mis hermanos a las escondidas. Como casi nunca pasan por esta parte del parque, decidí esconderme aquí, pero me encontré con un chico triste, y yo no soporto ver a la gente triste-otra vez hacía puchero.

YoonGi simplemente se le quedó mirando con incredulidad.

-Por alguna casualidad...¿sabes quién soy?

Ahora era el turno de YooNa de fruncir el ceño.

-Ni puta idea, chico rudo.

El muchacho sintió un mínimo deseo de soltar una irónica risilla, pero no lo hizo. En su lugar, se recostó por completo contra el tronco del árbol y continuó mirando el panorama.

-¿Cuál es tu hombre?-insistió la chica-. No sé por qué, pero siento que, si me estás haciendo esa pregunta es porque eres famoso así que, viendo que eres un hombre de pocas palabras, te buscaré en Google.

El serio semblante de YoonGi se relajó ante el suspiro que soltó y, con rendición, respondió:

-Min YoonGi.

Él continuó con su vista al frente, mas luego cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás, esperando por una respuesta por parte de la chica.

-¡Ohhh! Vaya que sí eres una figura pública-rió YooNa, llamando la atención de YoonGi-. Incluso ya voy viendo que tu mal humor no se quita nunca ¿por qué?

-Eso no te incumbe, niña.

-¡Hey! No soy una niña. Soy sólo dos años menor que tú-se defendió ella con otro de sus tantos pucheros.

Al parecer no se cansa de hacer eso, se decía el chico para sus adentros.

-Lo que digas.

-Oye, pero es en serio mi pregunta-insistió-. Estoy segura de que tienes una sonrisa muy bonita ¿por qué no la muestras?

-Haces demasiadas preguntas, niña-gruñó y se colocó de pie, volviendo a cubrir su boca con aquel trozo de tela-. Tampoco te diré nada. Es mi jodida vida personal y no me voy a arriesgar a que la vendas.

Dió media vuelta, dispuesto a irse, pero la chica lo detuvo, tomando su antebrazo, aunque él ni siquiera quiso mirarla.

-No tengo interés en nada más que no sea ayudarte. Me da igual quién seas. Como si eres el mismísimo Dios. Sólo quiero ver una sonrisa en tu rostro, comprenderte y ser un hombro amigo. Sé que es raro que una completa desconocida te diga esto, pero créeme cuando te digo que no soporto ver a nadie triste.

YoonGi no respondió, y aunque YooNa no lo supiera, él realmente estaba estudiando sus palabras.

La chica dejó libre su antebrazo y antes de que él comenzara a caminar, habló nuevamente:

-Estaré viniendo todos los días a esta misma hora y te estaré esperando justo donde nos conocimos. Espero vengas, Yoon.

•°¯'•• - ••´¯°•

YoonGi llegó a la gran mansión donde vivía y entró por donde mismo salió: la ventana de su habitación.

Habían guardias custodiando la entrada y el patio del lugar día y noche, por lo que YoonGi aprovechó que su habitación estaba en el primer piso para abrir la ventana y salir.

Si aquella parte no estaba custodiada era porque se había dado la orden a la familia Min que no abrieran las ventanas en absoluto y como estaban blindadas, se daban por confiados.

Pero bueno, a YoonGi le importaba un bledo romper esa regla.

Cuando finalmente entró en su habitación, se dedicó a inspeccionar el lugar. La mansión estaba completamente en silencio, por lo que supo que sus padres aún no estaba en casa.

De ser así, ya escucharía los gritos de su madre dando órdenes.

Se dió una rápida ducha y se dejó caer sobre la cama, teniendo a su alrededor millones de libros y lápices, mas sólo tenía una libreta en mano y en ella escribía:

Mi linda Hye:

Como te dije, hoy disfruté de plena libertad por primera vez en mucho tiempo...aunque no estuve solo.

Una chica se me acercó a preguntarme la razón de mi seriedad y tristeza. Entre una cosa y otra terminó sabiendo quién soy y siguió cuestionándome el por qué no sonrío.

Me fui porque no creí que fuera prudente dar ese tipo de información pues nunca se sabe qué harán con ella y además porque se supone que debía pasar desapercibido; pero ella simplemente me detuvo y me dijo, en resumidas palabras, que quería ayudarme y ser mi amiga, y me estaría esperando todos los días en el mismo lugar donde nos conocimos sólo con la intención de ayudarme.

¿Qué debo hacer, Hye?¿Crees que sea bueno confiar?

《Cᴀɴ Yᴏᴜ Sᴍɪʟᴇ?》᯾ Mɪɴ Yᴏᴏɴ Gɪ ᯾✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora