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-Deja en paz a mi padre, yo pagaré por él.
- ¿Estás seguro dulzura?
-Sí y mi nombre es Mark, no dulzura ¿Cuánto quieres para saldar la deuda?
-La pregunta no es cuánto, sino qué, dulzura.
-Bien ¿Qué es lo que quieres entonces?
-Pues... A ti y...
— ¿No piensas comer? —preguntó el mayor, viendo como su hija no había tocado el desayuno en frente suyo.
—No tengo hambre...
—Estás embarazada Sana, debes cuidar tu salud... Hablaré con el doctor Lee para que me e recomiende un buen nutricionista para ti...
— ¿Más doctores? —Esta vez la menor desvió la vista del plato y la fijó en su padre.
—Lo hago por tu bien... No voy a volver a permitir que esto se me salga de las manos... ¿Sabes cómo me siento? Mi hija embarazada y yo ni me entero... Yo confié en ti... Pero traicionaste esa confianza...
—Yo no traicione nada... Sabes muy bien que Yuta me ha gustado desde siempre —los ojos de la rubia brillaron tristes— Simplemente pasó...
—Eso no es lo que Yuta dice, hablé con él ayer y hasta me pidió disculpas, cuando soy yo quien debería hacerlo por tantos problemas que tu le has causado... Dime la verdad Sana ¿Quién es el padre?
— ¡Ya lo sabes! ¡Es Yuta! —gritó con ojos cristalizados.
— ¡No mientas!
— ¡No lo hago! ¡¿Por qué lo haría?! ¡¿Por qué desconfías de mí de esta forma?! —la joven sollozó, con el rostro bañado en lágrimas— ¡Eres mi padre! ¡Me duele que pienses así de mi!
El hombre se sintió culpable ante el rostro tan dolido de su hija, su corazón se estrujó ante aquella imagen, pero también conocía a su hija y estaba al tanto de su condición, no podía dejarse manipular.
—Mi intención no es lastimarte, nunca lo ha sido ni nunca lo será, pero no voy a pasar por alto tus irresponsabilidades... De verdad, aunque lo dudo, espero que Yuta sea el padre de ese niño... De lo contrario vas a asumir las consecuencias —el hombre se puso de pie— Nos vemos en la cena... —dicho esto salió del comedor dejando sola a la chica, hecha una furia.
En cuanto se vió sola se secó las lágrimas y bufó.
— ¡Maldita sea! Debo hacer algo... —dijo para sí misma— Yuta... Debo hablar con él y retrasar la dichosa prueba de paternidad... Tengo que convencerlo...
Se puso de pie y subió las escaleras apresuradamente, dentro de su habitación cambió sus ropas sencillas por un pantalón negro y una blusa holgada, con intención de que su vientre no fuera tan obvio, incluso si todavía no era de un tamaño considerable.
Tomó su bolso y las llaves de su auto y salió de casa, no sin antes cerciorarse de que su padre ya no estaba.
Unos minutos más tarde ya se encontraba transitando por las calles, con una dirección en mente.
—Más te vale servirme de algo, bebé estúpido... —dijo mientras colocaba una mano en su vientre— Tendrás que ayudarme con papi...
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Yuta se inclinó para poder besar al pelinaranja, este rodeó el cuello del pelirrojo con ambos brazos acercándolo más a sí mismo.
—Mm... Mark... Debo irme... —dijo el pelirrojo entre besos. El menor sonrió y deshizo su abrazo.