Cap. 49

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— ¿Estás retándome Yuyu?

—Perra desquiciada... —soltó el pelirrojo— No lo volveré a repetir, baja ese maldito revólver, ahora.

— ¡¿Por qué?! ¡¿Eh?! ¡¿Por qué él es tan importante para ti?! —preguntó ella.

— ¿Y todavía lo preguntas? Él es a quien amo... La primera y única persona a quien he amado de verdad... ¡¿Puedes meter eso en tu enferma cabeza de una vez por todas?!

— ¡No! ¡No puedo hacerlo! Ya deja de mentir Yuta ¡Es a mí a quien quieres! —los ojos de la rubia no tardaron en cristalizarse— Estoy segura de que nadie te ha hecho sentir como yo lo hago... ¿Todas esas noches que pasamos juntos no valen nada?

— ¡No me jodas Sana! Yo jamás te he querido, lo nuestro fue sin ningún tipo de compromiso, nunca sentí nada por ti... ¡Entiende eso de una puta vez!

— ¡Eres tú el que no entiende! —Sana esta vez parecía fuera de sí— Pero yo te ayudaré a abrir los ojos...

— ¡No lo hagas Sana! —le gritó Jeno— Yo tampoco dudaré para disparar.

—Entonces... —La rubia esta vez apuntó al pelinegro— Todos nos vamos con un balazo y ya está...

—No lo pienso permitir... —Mark ya se encontraba de pie y relativamente cerca de la rubia.

Volvió a arrojarse contra ella, le hizo perder el equilibrio y cayó al piso. Mark vio su oportunidad, se incorporó y corrió hacia Yuta.

—Tú no saldrás vivo de aquí... —Sana alcanzó el revolver que no había caído muy lejos y antes de que Mark pudiera acercarse más al pelirrojo, apuntó en su dirección y disparó sin dudarlo.

— ¡MARK, NO! —Yuta sólo pudo tomar al menor en brazos antes de que cayera al suelo.

Uno... dos... tres...

Tres disparos. Ninguno falló en su objetivo, Jeno tampoco dudó en jalar el gatillo, impactando en el hombro de la joven, quien gritó a causa del dolor.

El pelinegro se acercó hasta ella, pateó el revólver que había caído al suelo, le sujetó bruscamente del brazo obligándola a ponerse de pie.

— ¡¿Qué mierda has hecho?! Llegaste demasiado lejos Sana —Jeno la miró con rabia— Personalmente haré que te encierren en un puto manicomio. —la rubia río, ignorando al pelinegro miró a Yuta, quién mantenía a un Mark casi inconsciente entre sus brazos.

—Si no puedes ser feliz conmigo, Yuyu, tampoco lo serás con él...

Empezaron a escucharse las sirenas de las patrullas, cada vez más cerca.

Yuta miró a Mark, se veía muy pálido, su espalda ya se palpaba totalmente mojada, la sangre no paraba de correr.

—Mark... Mark... ¿Por qué lo hiciste?

—No... I-iba a de... Dejar q-que tú o Je... No... Salieran heridos...

—No Mark... Yo dije que te protegería... —Los ojos del pelirrojo se cristalizaron— No debiste hacer eso...

Los oficiales ingresaron en la casa, pero el pelirrojo no era consciente del movimiento a su alrededor. Sólo podía ver como los ojos del menor se apagaban lentamente.

—No puedes dejarme dulzura... Te lo ruego... —Una lágrima solitaria bajó por la mejilla de Mark, con dificultad logró llevar una mano hasta el rostro del pelirrojo, acarició su mejilla.

—Nunca... Olvides l-lo mucho... Que te amo... —dichas aquellas palabras el menor quedó totalmente inconsciente.

— ¿Mark? ¡Mark! —el pelirrojo no obtuvo respuesta— ¡Vuelve conmigo dulzura! ¡Mark!

Ꭲᝪ᙭Ꮖᑕ (YᴜMᴀʀᴋ - Aᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora