Realizar un viaje de intercambio a Tailandia parecía la idea perfecta, hasta que conoces a la "chica nueva". Ella te mostrara que tan enfermo está el ser humano y a medida que pasa el tiempo te darás cuenta que entre las dos hay algo más que una ami...
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Estoy exhausta, la última clase del dia era deportes y el maldito profesor nos puso a todos los estudiantes a dar 30 vueltas alrededor de toda la cancha de futbol, mientras él estaba sentado tomándose tranquilamente su estúpido jugo.
Solo quiero llegar a casa y descansar.
Abro la puerta y entro, dejo mis zapatos al lado de los de mis padres y me tiro encima del sofá, hundiéndome cómodamente en él, cierro los ojos y caigo lentamente en un sueño...
Escucho una risa, ¡esa risa!, reconozco de quien es, es de...
¿Nanno?
Abro los ojos y miro hacia la cocina, veo las sombras de mis padres y la de un tercero.
Me levanto, y lentamente me dirijo al lugar, asomo un poco mi cabeza para ver con más detalle, mi mirada pasa por mi madre hasta llegar a la de flequillo que esta cómodamente hablando con mis padres. No me voy a preguntar como entro, es fácil saber la respuesta, se hizo pasar por mi amiga y ellos encantados le dieron la bienvenida.
Entro a la cocina y mi madre es la primera en notar mi presencia.
-¡Ya llegaste!- dice y me invita a sentarme al lado de Nanno.
-Eh, no, ¿qué haces aquí?- pregunto y al mismo tiempo me niego a sentarme.
-Vine, porque me invitaste a comer un helado- dice Nanno tratando de lucir inocente y tierna, nunca había escuchado su tono de voz de esa manera, es demasiado incómodo e infantil.
-¿Yo?- le pregunto.
-sí – responde con una sonrisa- creo que no deberíamos esperar para ir por ese helado, ¡vamos!- toma su maletín y me agarra del brazo.
-¡Diviértanse!- grita mi madre, intente suplicar con la mirada para que no me dejara ir, pero no capto mi indirecta.
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Nanno me arrastra con una gran fuerza hasta un local de comida. Me suelta ya cuando estamos adentro e intento volver a mi casa, pero me toma de la mano para no dejarme ir.
