Capítulo 3-2T

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Ariana no terminaba de comprender todavía de qué iba la llamada que había recibido momentos antes de Phil Lewis. El director de la academia en la que trabajaba la había llamado muy eufórico le diciéndole que había conseguido algo grandísimo para ella, algo que la iría irse de espaldas, según sus propias palabras.

Eso la había desconcertado pero también la había emocionado muchísimo.

Le había dicho que se lo explicaría todo más a detalle esa misma tarde en su oficina. Casi no podía esperar.

Muy entusiasmada y con una gran sonrisa en el rostro, salió de su habitación y se dirigió hasta la cocina donde sabía, ya la esperaban sus dos hombrecitos.

Se sorprendió muchísimo al ver lo que encontró.

Su marido había preparado para ella el desayuno, y además le entregó un hermoso ramo de rosas blancas y rosadas.

–Feliz aniversario, nena– la besó con dulzura y después la rodeó con sus fuertes brazos.

Ariana se abrazó a él llena de amor.

–Feliz aniversario, Jack–

Ambos se miraron y en sus miradas se dijeron lo mucho que se amaban.

–Eres lo mejor que me pasó. ¿Ya te lo he dicho?– le preguntó mientras acariciaba sus mejillas con ambas manos, justo antes de plantarle un beso más en los labios.

–Todos los días, pero me encanta que me lo recuerdes– la castaña se acurrucó en su pecho y disfrutó de la esencia masculina. Después se separaron y Ariana le echó un vistazo a todo lo que estaba en la mesa. –¿Preparaste todo esto tú solito?–

–El hombrecito me ayudó– respondió Jack contento. –¿Impresionada?–

No era ningún secreto que Jack fuera un poco torpe en la cocina. Aún más de lo que ella había sido. Si por él fuera, comerían hamburguesas, sándwiches y Doritos.

–Muy impresionada– contestó entre risas.

Aaron se acercó de pronto.

–Es pada ti, mami. Papi lo compó– le sonrió y después le entregó un obsequio pequeño.

Con cara de asombro, Ariana lo tomó no sin antes besarle la mejillita maternalmente.

–¡Wow! ¡Es hermoso!– exclamó admirando la gargantilla de plata que contenía la pequeña caja. –Gracias– le susurró a Jack.

Ella valoraba cada cosa, cada detalle, que él le daba, porque sabía bien con cuánto esfuerzo él se ocupaba de sustentar a la familia, y aún así siempre tenía algo para ella. Un coche, ropa bonita, unas cuantas joyas. Sentía que no lo merecía.

Pero Jack se había prometido una vez en el pasado que a su mujer no le haría falta nada, y estaba contento de cumplirlo, aunque fuese de poco en poco.

Él la tomó de las caderas y le plantó un beso más.

Volvieron a sonreírse.

–Voy a colocar estas en agua. Están divinas– dijo la castaña yendo por el jarrón para colocar sus flores.

No eran más hermosas que ella, se dijo Jack. Él adoraba mirarla. Adoraba seguir con la mirada cada uno de sus movimientos y maravillarse en lo hermosa, hermosísima que era. Su rostro era tan femenino. Su mirada también, la nariz, sus labios... Toda ella. La amaba demasiado. Babeaba por ella. Moriría por ella ahí y en cualquier otro instante.

Ariana se dio de que su marido se había quedado absorto observándola. Sonrió coqueta.

–¿Qué?– le preguntó entre suaves risas.

La Villana Del Cuento® (AG 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora