Capítulo 3

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blackhawk_29@email.com

Ariana releyó la dirección un sinfín de veces hasta que se dio cuenta de que había cometido un gran error.

–¡Oh, cielo santo no! ¡No, no, no, no! ¡Nooooo!– gritó horrorizada ahí dentro de su habitación.

seahawk_29@email.com debía estar escrito en la barra, y no blackhawk_29@email.com

¡Maldición!

Aquello no podía estar pasando.

Se había despertado muy temprano esperando encontrar una respuesta de Drew a la fotografía que le había enviado la noche anterior. Pero al darse cuenta de que no tenía ni un solo mensaje nuevo en su bandeja de entrada, se había dirigido a verificar que hubiese escrito bien el correo. Fue entonces cuando se dio cuenta de su grandísima equivocación.

–¡No, no, no! ¡Por favor no!–

¿Pero en qué había estado pensando? ¿Por qué había escrito la dirección equivocada? ¿Por qué si conocía perfectamente cuál era el correo de Drew?

–Tengo que estar soñando– se dijo entonces mientras dejaba caer el celular a la cama. Intentando convencerse de que todo era una pesadilla. De que realmente seguía durmiendo y aquello no estaba ocurriendo. Cerró su mirada, y lo repitió una y otra vez. –Esto no sucedió... Esto es sólo un mal sueño... Sí, sí, un mal sueño– sin embargo al abrir los ojos y tomar de nuevo su celular, se dio cuenta de que había sucedido.

La angustia la golpeó de lleno, y todo su ser volvió a embargarse de tensión y consternación.

Se había equivocado de correo electrónico, y la foto de sus senos desnudos había ido a parar a manos de... Jack Reed.

Precisamente él.

El pánico la inundó.

–¡Maldita sea, no! ¡Tiene que haber una manera de borrarlo! ¡Tiene que existir una solución a esto! ¡Santo cielo, por favor!–

Pronto corrió al escritorio en dónde estaba su laptop. La abrió entrando enseguida al navegador.

Tecleó... Cómo borrar un email que ya ha sido enviado.

Los links de respuesta aparecieron, y Ariana los revisó uno a uno con rapidez.

En ninguno encontró lo que buscaba.

Parecía que no había solución a su grandísimo problema.

Frustrada cerró su ordenador, y sus ojos se llenaron con lágrimas de angustia.

–¿Qué hiciste, Ariana?– se recriminó.

En ese momento alguien tocó a su puerta. En primera cuenta ella no respondió, pero al ver que insistían finalmente lo hizo.

–¡¿Qué?!–

–Señorita Ariana, soy Nía– era la empleada. –Su padre está esperándola en el comedor. Pregunta si no irá a la escuela–

–¡Sí, sí! ¡Dile que ahora bajo!–

Con rapidez, la castaña tomó una ducha. Se secó el cabello en lo que pareció ser un récord de cinco minutos, y luego se vistió.

Optó por un bonito vestido negro que se le ceñía al cuerpo divinamente, y luego de maquillarse como era habitual en ella, cogió su bolso y salió de su habitación.

Encontró a sus padres tomando el desayuno en el amplió comedor. Como siempre, el silencio reinaba.

–Buenos días– saludó mientras Nía colocaba un plato frente a ella, junto a su infaltable jugo natural de naranja.

La Villana Del Cuento® (AG 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora