Capítulo 17

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Su vida sexual...

Jack Reed la había empezado a una edad que jamás revelaría. Demasiado joven, reconocía, pero maldición, había hecho calor aquel verano, además esa vecina de los Johnson había estado más caliente que los fuegos artificiales del cuatro de Julio. Aburrida y con un marido camionero que se pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa, lo había invitado a entrar con la excusa de que necesitaba ayuda para subir unas cajas al ático. Claro que había sido toda una mentira. La mujer había sido una maestra del sexo ansiosa de tener a un buen alumno con el cual compartir todos y cada uno de sus conocimientos. Por supuesto, él había sido un aprendiz brillante con un talento natural para aquella materia.

Antes de que el verano terminara, Jack había perfeccionado su arte. La vecina también había aprendido algunas cosas.

Desde aquel entonces había empezado a tener éxito con las mujeres, chicas y grandes, casadas y solteras, no importaba qué.

A Jack jamás le había faltado una mujer. Nunca había pasado una temporada tan larga de tiempo sin tener sexo. Sin follar, maldición.

Estaba sorprendido de que realmente lo hubiese soportado, pero aún más sorpresa le causaba el hecho de que no hubiese deseado a ninguna mujer durante todo aquel tiempo.

Pensaba en el sexo, desde luego que sí. Pero sólo pensaba en el sexo con aquella bella, caprichosa y muy embarazada castaña.

 Pero sólo pensaba en el sexo con aquella bella, caprichosa y muy embarazada castaña

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La deseaba demasiado. La deseaba tanto que no había vuelto a desear a nadie más. Tanto que cada mañana que pasaba se despertaba con la polla más dura que una roca, más caliente que los mismos fuegos del infierno.

Por experiencia, Jack sabía que no podía comenzar su día con ese gigantesco problema así que debía ocuparse de solucionarlo cuanto antes por su propia mano.

Una hora más tarde, salió de su habitación, listo para comenzar con su jornada laboral.

Se sorprendió un poco de encontrar a la pequeña mujercita, protagonista de todas sus fantasías, despierta.

–Buenos días– la saludó.

Ella se veía más hermosa conforme el tiempo transcurría.

El vientre abultado sobre su cintura, los ojos marrones brillando y el cabello desparramado sobre sus hombros...

Al verlo Ariana le sonrió.

–Oh, hola, Jack, buenos días–

Jack amaba cuando le sonreía así, cuando esa preciosa sonrisa era sólo para él.

Eran esos momentos cuando se daba cuenta de que su deseo por esa mujercita iba más allá de lo físico.

Estar a su lado, pasar tiempo juntos, reír...

Le gustaba además todo de ella. Su personalidad tan arrolladora, su sentido del humor, su esencia, su encanto. Adoraba que fuera tan terca. Discutir lo divertía un montón. Le encantaba que fuera segura de sí misma, que se creyera la más hermosa.

La Villana Del Cuento® (AG 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora