Capítulo 24

675 31 19
                                    

Egoísta, caprichosa, egocéntrica y arrogante.

Así había sido Ariana Butera antes de convertirse en madre.

En aquellos días había sido su cumpleaños número dieciocho, sin embargo no lo había festejado como había tenido planeado un año antes con una fiesta a lo grande, sino en casa disfrutando de la tranquilidad de su hijo dormido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En aquellos días había sido su cumpleaños número dieciocho, sin embargo no lo había festejado como había tenido planeado un año antes con una fiesta a lo grande, sino en casa disfrutando de la tranquilidad de su hijo dormido. Jack le había llevado un ramo de rosas gigantesco y le había preparado una cena especial, ya que ella se había negado a salir. Ahí le había entregado su alianza de matrimonio, y ambos habían acordado llevarlos siempre a partir de ese momento.

Ella había sido inmensamente feliz entonces, y no había necesitado de nada más.

Se había dado cuenta de que había dejado de ser la niña mimada para siempre.

Había experimentado una intensa ruptura total y repentina de su propia identidad.

Por mucho tiempo había estado mirándose al espejo y no se había reconocido.

Meses atrás su vida había estado definida por sus proyectos, su cuerpo, su tiempo y todo aquello que llamaba suyo. Y de pronto todo su mundo se había alborotado al conocer la noticia de que estaba embarazada.

La mente de esa joven llena de sueños y aspiraciones se había desequilibrado y ella había sentido que a partir de ese momento todo sería oscuro.

Oh, pero se había equivocado...

Esa nueva vida de pañales, biberones y canciones de cuna era ahora de cualquier color, menos oscura.

No era para nada fácil, eso era seguro. Ser mamá era difícil. Demasiado quizás. Todo un reto para el que desde luego no había estado preparada. Pero a pesar de ello, únicamente debía mirar a aquel hermosísimo ser a los ojos, para sentir cómo la fuerza nacía en su interior, para sentir que podría con eso y más.

Era su pequeño, y la necesitaba. Nunca antes alguien había necesitado de ella, así que estaba determinada a dar lo mejor de sí.

Convencida estaba de que un bebé podía arruinar la vida de cualquier chica adolescente, sin embargo también podía darle una buena razón para vivir cuando la vida trataba de arruinarla.

Ariana se había sentido perdida pero había logrado encontrarse.

Sabía desde el fondo de su alma que seguía siendo ella misma pero en una versión diferente.

No extrañaba para nada a su yo del pasado.

Aaron algún día aprendería a gatear, a sostenerse, a caminar... Y el día menos esperado le regalaría una sonrisa y le diría mamá. Lo vería correr en el parque con los demás niños, subirse al tobogán, jugar a los columpios, garabatear las primeras palabras que le mostraría orgulloso, y por nada del mundo querría cambiarse a esa otra Ariana que había sido con anterioridad, y que tan poco había sabido sobre el verdadero amor.

La Villana Del Cuento® (AG 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora