Capítulo 9-2T

118 11 5
                                    

Nueva York...

Ariana estaba en Nueva York.

Desde luego había estado ahí con anterioridad. El crecer en una familia adinerada le había dado el privilegio de viajar constantemente, sin embargo jamás había pisado aquella calle con esa sensación en el pecho. Con la sensación de que estaba muy cerca de cumplir sus sueños y sus anhelos.

Con un profundo e invisible torbellino de emociones en su rostro, contempló el embotellamiento alrededor de Queens que llamaba la atención mucho más que la enorme bahía de Flushing.

Un viento frío azotó las esquinas con el mismo ímpetu con el que los autobuses expulsaban humos nocivos en el aire contaminado. Los automóviles se escurrían de un carril congestionado a otro como frenéticas hormigas, y pensó inmediatamente en que tendría que luchar para adaptarse a aquello, pero estaba dispuesta a hacer el sacrificio.

>Estás a casi nada de alcanzar tu sueño<

Desde los cuatro años de edad, con dos coletas castañas, carácter fuerte y siempre decidida, Ariana había sabido bien a qué quería dedicarse por el resto de su vida, y aquello no había tenido nada que ver con los negocios familiares. Sino que había tenido que ver con zapatillas de ballet, un micrófono y un escenario... Había tenido todo que ver con el baile, el canto y la actuación; había tenido que ver con Broadway.

A esa tierna edad, Ariana se había dicho a sí misma que no quería simplemente participar en las obras de su escuela o de su ciudad. No, ella lo quería todo, y sabía que podía lograrlo. Lo había sabido desde siempre.

En aquel entonces le había importado la fama y el prestigio, el simple y puro hecho de ser reconocida y admirada, pero también le había importado hacer lo que más le apasionaba en el mundo, vivir para cantar, bailar y actuar; y cantar, bailar y actuar para vivir. Su meta había sido personal hasta hace apenas unos años, pero ahora quería alcanzar ese sueño de alcanzar el estrellato, por una pequeña personita.

De pronto un recuerdo estruendoso le atravesó la mente. El rostro de un hombre alto y severo de ojos oscuros apasionados, abarcó sus pensamientos por un par de segundos, pero inmediatamente se reprendió.

>No pienses en él< fue la orden rápida de su cerebro. >¡Olvídalo de una vez!<

Ariana sintió un frío escalofrío, y sin poder evitarlo, una parte de su interior tuvo miedo de esa nueva vida que estaba punto de comenzar. Estaría sola, en una ciudad enorme, y con su pequeño hijo.

>Todo saldrá bien... Cree en ti<

–¿Lista, princesa? El chofer nos espera– informó Hugh, su padre que traía a Aaron tomado de su mano.

Ariana asintió saliendo de sus pensamientos.

–Sí, papá. ¿Le diste ya la dirección del departamento?– preguntó.

–Sí, le entregué el papel donde la escribiste– contestó su padre.

Esperaron unos cuantos momentos mientras el chofer metía las cuantiosas maletas en la cajuela trasera, y enseguida entraron al espacioso vehículo que Hugh se había encargado de alquilar antes de aterrizar en el Aeropuerto Nacional de LaGuardia.

Ariana y el niño fueron los primeros en entrar.

Hugh no lo hizo sino hasta algunos momentos después. Seguro de que Ariana no lo miraba, se ocupó de hacerle una señal al hombre vestido de negro que se encontraba al otro lado de la acera, intentando parecer desapercibido. El sujeto asintió en obediencia, y sin más se encaminó a entrar a su auto compacto.

En acuerdo, el patriarca de la familia Butera se les unió a los demás, dándole la orden al chofer para que arrancara.

Tardaron cerca de media hora en llegar a la Avenida Greenwich Village.

La Villana Del Cuento® (AG 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora