Capítulo 7: Pez fuera del agua

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Fabián giró sobre su cama una vez más. No podía conciliar el sueño. Sentía un zumbido incesante en sus oídos, pero cuando intentaba identificar la fuente de este, no podía. Era como si proviniese de todas partes a la vez.

Se frotó los ojos y revisó la hora en su teléfono celular. Tuvo que entrecerrar los ojos al recibir la iluminación de la pantalla. El reloj digital del dispositivo marcaba las dos de la mañana con siete minutos. No era demasiado tarde, pero era noche de escuela, así que no era bueno que eso le siguiera pasando. Era la cuarta ocasión que sucedía.

Se giró hacia un lado e intentó conciliar el sueño de nuevo, pero el sonido no dejaba de agobiarlo. Era peor que un grupo de mosquitos. Se asemejaba al ruido que producen las olas en el mar, aunque con mayor intensidad. Pero eso no tenía sentido, la playa estaba lo suficiente lejos de su casa.

Luego de diez minutos de seguir combatiendo el insomnio, el muchacho se puso de pie y buscó sus audífonos en la mesa de noche. Se los puso y encendió el reproductor de música en su teléfono. Sabía que no era recomendable dormirse con los auriculares puestos, pero estaba harto de no poder descansar en paz. Colocó un volumen bajo, pero aun así lo suficiente para ahogar el ruido que lo aquejaba.

En cuestión de minutos, se quedó dormido.

No volvió a escuchar la melodía en toda la noche ni a la mañana siguiente. El día en la escuela había sido como cualquier otro. Al llegar el periodo de descanso, pensó que era un buen momento para contarle a Osvaldo e Isaac lo que le estaba pasando, pues sólo le había dicho a Gema. Sin embargo, cuando quiso buscarlos, no los encontró.

Salió a la cafetería para ver si se encontraban allí, pero no fue así. Luego caminó hacia las canchas de voleibol, pero tampoco tuvo éxito. Finalmente optó por retornar al aula. Se sentó en el lugar de uno de sus compañeros, para poder hablar con Pamela y Gema.

—¿Han visto a los chicos?—. Normalmente, no le tomaría tanta importancia. Pero era la tercera vez esa semana que se desaparecían en el receso.

Ambas chicas contestaron que no.

—Tal vez están en la cancha —sugirió Gema.

—No, ya busqué ahí —descartó él.

—Qué raro, últimamente andan desapareciendo en el receso —murmuró Pamela.

—Pensé que sólo yo lo pensaba —opinó Fabián.

La otra muchacha prefirió guardar silencio. Quizás que Osvaldo se haya abierto con ella no era buena idea después de todo, pues ahora sabía cosas que no podía decirle a los demás.

—No, desde la semana pasada andan así —declaró Pamela.

—Pues quien sabe —dijo Gema, encogiéndose de hombros—. Le estaba diciendo a Pame que si íbamos al cine el martes que viene...

La chica se esforzó por cambiar el tema de conversación y por fortuna lo logró, sin embargo, Fabián sintió que algo andaba raro con ella también.

Cuando las clases terminaron, Pamela y los chicos se dirigieron a su práctica de voleibol. Él aún tenía que mantener reposo, por lo que Gema y él caminaron de regreso a casa.

—Sucedió de nuevo —dijo el chico.

—¿Las pesadillas? —preguntó Gema.

—Bueno, no realmente. Anoche sentía un zumbido en mi cabeza que no me dejaba dormir. Tuve que ponerme a escuchar música para poder hacerlo.

—Al menos eso funciona.

—Sí, pero no es bueno. Ni siquiera sé de dónde venía el ruido —exclamó Fabián.

A Prueba de AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora