Myrna había quedado bajo la vigilancia de los selkies que habían rescatado a Adrián. Mía e Iván seguían en el agua, esperando a que la lancha llegara, no debía faltarle mucho. Finalmente, Osvaldo y los demás por fin tenían tiempo para las bienvenidas.
Álex abrazó a su sobrino mayor hasta que le estaba sacando el aire, pero al otro no le importó. Había estado esperando ese momento durante mucho tiempo. Y tras una larga lucha, por fin todo había terminado.
—Te extrañé mucho —murmuró Osvaldo.
—Yo también los extrañé mucho —dijo el hombre. Por el rabillo del ojo vio a Adrián, que estaba cerca de los dos y le hizo una señal para que se uniera al abrazo. El pequeño caminó dudoso, pero accedió. Cuando su hermano mayor lo sintió, movió su mano para rodearlo a él también—. Estoy orgulloso de ustedes. —Finalmente, se apartaron—. Lo que hiciste fue genial —opinó, señalando a su enemiga con la cabeza.
—No estaba seguro de si funcionaría —admitió el chico—. Lo había intentado con la sirena, pero no me salió.
—Pues lo lograste —recalcó Álex.
—Pero Álex —dijo Adrián—. ¿Si tú te libraste de su hechizo ella no podría hacer lo mismo?
Osvaldo jadeó con temor. Isaac se acercó a escuchar la conversación.
—No lo creo, el amuleto se rompió. Eso mantenía a los otros selkies transformados, pero sin él, lo único que la mantiene así es tu magia —explicó el hombre.
—De hecho, la abuela dijo que no debía romperlo para que funcionara, pero pensé que se refería a antes de hacer el hechizo.
—No, el amuleto usualmente queda intacto. Que se haya roto significa que tu magia fue muy fuerte. Eso es bueno —aclaró el hombre.
—¿En serio? —preguntó asombrado el muchacho—. Vaya, no pensé que fuera tan bueno en eso, apenas estoy empezando.
—La magia del océano se basa en las conexiones, ¿supongo que eso ya lo sabes? —dijo Álex, su sobrino más grande asintió—. La razón por la que pude romper el hechizo de Myrna y no creo que ella rompa el tuyo son las intenciones que ambos tuvieron al hacerlo. Ella quería quitarme del medio porque era un riesgo para sus planes, ¿y tú...?
—Yo quería protegerlos a ustedes —respondió Osvaldo, viendo a los tres hombres. Su tío asintió. Acto seguido el muchacho, cayó en cuenta que faltaba presentar a alguien, bueno, en realidad ya se conocían, pero de todos modos tenía que hacerlo—. Oh, cierto, él es Isaac, ¿te acuerdas de él? —le preguntó a su tío.
El adulto río y se giró hacia el moreno.
—Sí, lo recuerdo —contestó, estrechando la mano del joven—. Veo que tienes el amuleto que hice para Marco —añadió, levantando una ceja en dirección a su sobrino.
—Eh, sí, pues... es mi novio —dijo, sintiendo que su temperatura corporal se elevaba.
—Lo imaginé, le dijiste amor hace rato. Me alegro por ustedes —respondió Álex. El chico desvió su mirada y alcanzó a escuchar que Isaac dejaba salir una risita—. Eso explica por qué brillaba mucho.
—Ahora que lo dices, ¿tú sabías que podía hacer todo esto? —quiso saber el joven.
—Lo que hice fue hacer un amuleto para proteger al que lo use del agua —respondió el hombre—, el resto puede variar —luego, a Isaac le comentó:— no me sorprendería que te permita hacer otras cosas en el futuro.
El pelinegro observó el brazalete y sonrió.
De pronto, Mía llamó los nombres de sus amigos. Los cuatro voltearon y vieron que la lancha acababa de llegar a la playa. Osvaldo se apresuró a empujarla hacia la arena con ayuda del agua, pues al no haber a qué atarla, la corriente la podía arrastrar.

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A Prueba de Agua
ParanormalOsvaldo posee una afinidad con el agua; es capaz de nadar a gran velocidad y puede aguantar la respiración por horas. A pesar de esto, no tiene permitido acercarse al mar, pues hacerlo podría ser riesgoso. Un día, el chico se ve obligado a romper es...