El sonido de las olas se escuchaba bastante cerca, y la brisa cargaba la esencia de la sal de mar. Tenía pocos recuerdos de la playa, pues sólo había estado allí cuando era muy pequeño, pero con la edad suficiente para tenerla en la memoria. Seguía sin poder abrir la boca, y sus extremidades continuaban amarradas. Sintió miedo.
Adrián miró hacia el frente. Lo estaban llevando hacia el agua. El otro selkie cargaba sus pies con algo de dificultad, suponía que quien lo sostenía de arriba, era la muchacha. ¿A dónde lo estaban llevando? ¿Por qué de pronto Pamela había actuado así? ¿Qué planeaba Kalen?
De pronto, se detuvieron.
—Hasta aquí llego yo —dijo Pamela. Kalen posó su atención en el mar.
—¿Morgan y Sao? —preguntó el pequeño. Adrián miró en esa dirección. De entre las olas, emergieron dos figuras, un chico y una chica un poco mayores que él, pero menores que su hermano. Más selkies.
—¿Qué hacen aquí? —cuestionó Kalen.
—Venimos por ustedes —contestó Morgan. El niño miró al hermano de Osvaldo, asustado.
—Dense prisa, no quiero que me vean con él —dijo la muchacha.
La chica caminó detrás de Adrián, tomándolo de sus brazos, mientras que Kalen le cedió sus pies al otro chico para pasarse a ayudarla. Acto seguido, comenzaron a avanzar hacia el agua. Adrián intentó patalear, pero el agarre del selkie hombre se intensificó. De pronto, sintió como unas garras se clavaban en sus piernas. De no haber sido por la cinta, se hubiera escuchado un grito.
—No pelees, el agua te va a curar como quiera —dijo el extraño.
—Dile a Myrna que quiero ver a Gaby —reclamó Pamela.
—No te preocupes, ella cumple con su palabra. Mañana tendrás a tu hermana de vuelta —dijo Morgan, a los otros dos les ordenó—. Vamos. —Los cuatro se internaron en las olas. Al primer contacto con el mar, Adrián sintió que se le erizaba la piel. Se sintió bien en una forma extraña, pero no se permitió disfrutarlo, para él era una mala señal. Pronto, todo su cuerpo estuvo empapado.
Gracias al agua, el peso del chico era más fácil de sobrellevar. Prácticamente lo estaban arrastrando. Por momentos, el agua lo golpeaba en la cara. No había problema, pues él podía aguantar la respiración, pero de todas formas era molesto.
Sus latidos se aceleraron. ¿Qué iban a hacer con él? De sus ojos comenzaron a emanar lágrimas que se perdieron en la inmensidad del mar. Aun así, sus sollozos fueron captados por Kalen, y probablemente por los otros selkies, esta vez fue la chica quien habló:
—No llores —dijo ella con un tono suave—. Estarás mejor aquí. Los selkies pertenecemos al mar.
Adrián intentó protestar, pero no pudo. De haber sido capaz, le habría gritado al otro chico.
—Esto no era parte del plan —murmuró Kalen—. Myrna dijo que Osvaldo sería parte de nuestra colonia.
—A ella ya no le interesa ese chico —corrigió Morgan—. Aunque ahora que su hermano viene con nosotros, quizás se anime a quedarse aquí.
Adrián frunció la mirada. Él pertenecía con su familia, y nada más. Ellos no tenían el derecho de decidir eso. Sabía que no lograría nada con forcejear, pero reunió fuerzas suficientes para retraer ambas piernas y darle una patada en la cabeza a su captor.
El joven se quejó de dolor y después, volteó con una expresión de furia. Apretó con fuerza los tobillos del chico y una vez más clavo sus garras en la piel para después continuar con su camino.
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A Prueba de Agua
ParanormalOsvaldo posee una afinidad con el agua; es capaz de nadar a gran velocidad y puede aguantar la respiración por horas. A pesar de esto, no tiene permitido acercarse al mar, pues hacerlo podría ser riesgoso. Un día, el chico se ve obligado a romper es...