!#06: Reglas de Niños Grandes

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Todo el mundo se quedó en silencio después del grito que Didio le dio a su hermano. Desde mi mesa, veo cómo Héctor baja la mirada y hace un puchero que se parece a los que hace Cobre cuando está a punto de llorar. Después de susurrar algo, el primer gemelo sale corriendo del comedor. Miro a Cobre, que sigue los pasos del gemelo aun cuando las paredes no me permiten verlo, y el pelirrojo se ve igual de triste. Cobre, como siempre, parece sentir lo que el resto.

Una de las cuidadoras regaña al gemelo que se quedó aquí, lo llama por el nombre que ellos nos dieron al volvernos niños grandes, cuando nos dieron nuestras habitaciones, pero a mí no me gusta utilizar esos nombres con los gemelos: Es confuso porque tienen el mismo. Héctor y Didio, ambos son Hierro, y hasta los cuidadores se confunden. Justo como con los dos Plata; es enredado.

— Estoy triste— Murmura Cobre, llevándose su último pedazo de galleta a la boca.

Mi amigo se sienta a mi lado de la mesa, con dos sillas de distancia, a pesar de que nosotros no nos podemos hacer daño si nos tocamos por accidente. Oro, por el otro lado, no puede comer solo y tampoco puede jugar. Él se sienta del otro lado de la mesa, siempre acompañado por un cuidador que le da de comer en la boca, y debemos tener mucho cuidado cuando jugamos porque nos puede lastimar si hay un accidente. Sé que no sería su intención, pero una vez uno de los cuidadores lo tocó y nunca había visto a un adulto llorar así. No quiero que me lastime, aunque sea por accidente. Pero tampoco quiero que Oro se sienta excluido por no poder tocarnos, así que nosotros también nos sentamos alejados. Si eso lo hace sentir un poquito menos triste, entonces soy feliz.

— ¿Es por Hierro?— Pregunta Oro, pero ni Cobre ni yo tenemos idea de a cuál «Hierro» se refiere con eso— Héctor— Aclara, a lo que el pelirrojo asiente. Está haciendo un puchero, eso quiere decir que va a llorar.

Ni siquiera puedo avisarle a uno de los cuidadores cuando las lágrimas han comenzado a bajar por los mofletes de Oro. Mi amigo llora en silencio, sólo con lágrimas, porque antes, cuando hacía ruido, lo regañaban. Ahora que es un niño grande, no puede llorar por cosas como que dos personas se peleen enfrente de él. Si tuviera a Tookie ayudaría, pero no nos dejan sacar a nuestros amigos de peluche de nuestros dormitorios, y sé que Cobre quiere un abrazo, sé que eso lo va a ayudar y sé que le gustan mucho los abrazos, pero no me gusta abrazarlo enfrente de Oro.

Miro a mi amigo sentado del otro lado de la mesa, su cuidadora se levantó cuando los gemelos discutieron para ir por otro tenedor, así que estamos solos, y él tampoco sabe qué hacer. En su silla, a mi lado, Cobre sigue llorando. Intento disculparme sin decir palabras con Oro, porque si el pelirrojo sabe que hice sentir mal a nuestro otro amigo sólo lo va a empeorar, y estoy a punto de abrazarlo para que se calme antes de que la cuidadora vuelva y lo vea, no quiero que lo regañen de nuevo.

— ¡Niños!— Habla otra cuidadora, asustando a un par, llamando la atención de todos. Ella es más bajita que la que alimentaba a Oro hace un segundo, y tiene el cabello en una trenza larga. Hace muchos ademanes, pero eso no impide que el moreno me haga señas para que vea cómo, la cuidadora que lo estaba alimentando, toma a Didio y lo saca del comedor. Quizá van a hacer que se disculpe con su hermano— Ya que hoy está lloviendo y no podemos salir a jugar, ¿Qué les parece ir al cuarto de juguetes y ver todos juntos una película?

El resto de mis amigos gritan emocionados que sí. Intento participar, para no llamar mucho la atención y que se fijen en Cobre, que ha dejado de llorar al escuchar la noticia, pero que tiene los ojos y la nariz un poco rojos. Mis intentos son en vano, porque la cuidadora voltea a ver directo a mi mesa, y se ve preocupada.

— ¿Oro? ¿Cobre?— Los llama. Oro es el primero en reaccionar— ¿Dónde está Plomo?

Quiero decirle que estoy justo aquí, pero cuando miro mis manos ya no están. Me pongo un poco triste, porque es lo que yo hago: Desaparecer. No sé por qué o cómo, sólo sé que algunas veces dejo de ser visible y eso me pone muy triste. Me da miedo la idea de que un día se olviden de mí y me dejen toda la noche fuera porque no me pueden ver.

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