Cortos omegaverse.

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No mas quiero intentar en el genero. 

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Según tenía entendido, los Omegas, principalmente chicos de ese linaje tendían a ser empalagosos y algo pegados a quien se interesaban. Claro, siendo del linaje beta con escasos acercamientos a ese linaje no entendía bien nada de eso. Pero el santo de Tauro no evitada que su único ojo detallara la belleza de un chico omega, que no le era indiferente y Seiya, no estada mal, haciendo que su curiosidad crezca cada que se acercaban.

Y aun no lo demostrara, sabía que en ese momento lo estada viendo, donde su cuerpo estada casi al descubierto, y su cuerpo sudado debido al tipo de entrenamiento que aun se introducía a sí mismo.

- Hey chico, ¿Te gusta lo ves o qué? - Le dijo luego de un rato, terminando Seiya por revelarse, sonriendo como niño pequeño apoyándose tras la pared donde se escondía.

- La verdad; Un poco.

- Vaya, me alagas. ¿Seiya verdad?

- Santo de Sagitario. - Completo.

- ¿Y ahora que sigue? ¿Un beso o una cogida?

- Veo que tienes ideas fuertes en cuanto a mi linaje. Pero tampoco es para que me insultes así. No soy tan fácil ni con un celo a millón.

- Lo siento. Como siempre me vez de cerca, pensé que te habías enamorado de mi.

- Pues un poco... - ¿Enserio lo admitió?

- ¿Enserio te gusto?

- Pues no eres el tipo de persona que me es indiferente. - Sus ojos picaros se perfilaban por ese abdomen y sus fuertes brazos. - Me gustas.

- Tampoco creo que tengas tantas opciones. - Agarrando confianza busco quedar cerca de él, hasta apoyarse contra la pared donde le estada, prácticamente dejándolo entre esa pared y su cuerpo.

- Pues si tengo, pero estas opciones no me llaman la atención a mí.

- ¿Cómo?

- Ionia de capricornio. - Casi fastidiado hablo, distrayendo al jugar con su debo en el pecho del toro frente suyo.

- Pues entiendo ahora 2 cosas. Porque no le prestas atención y porque me ve cara de asesino de vez en cuando.

- Jajaja. - Seiya no edito reír tras oír eso. - Pues no lo imagino peor de la mirada de miedo que tú puedes hacer.

- Me alagas. - Sutilmente paso sus dedos por el pelo castaño de Seiya. Cada momento que pasada ambos se acercaban más en lo que distancia se refiere. - Aunque es raro, ese viejo es alfa y me habían dicho que lo omegas al primer alfa que tienen en frente les habrán las piernas.

- Eso es bastante incorrecto en todo el sentido de la palabra. - Aunque bien verdad era que los Omegas eran los violados, ni loco perdía el tiempo explicándole eso a un beta, era causa perdida.

- ¿A si? Ya que estamos ¿Puedo preguntar porque estas tras de un beta y no de un alfa?

- Te repito que tienes una imagen mala de los omegas. Pero respondiendo eres el único aquí que me llama la atención.

- ¿Por?

- ¿Por qué no? - Simplemente eso dijo y con eso termino, pasando sus labios por un breve momento por los labios del otro en un beso rápido, antes de irse.

- Interesante. - Paso sus manos por sus labios sonriendo de manera amplia. - Ese chico será mío. - Empezó el reto.

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La marca de dolía, le dolía con fuerza sumergiéndolo en fuerte tristeza, sabiendo que era señal que la vida de Hasgard pendía de un hilo. Si un alfa muere, el omega que marco lo haría también, sumergido en una profunda tristeza.

Teneo estada pegado al cuerpo del Alfa herido, el de cabello plateados casi muere por defender a su amigo y al mismo, de esta enorme guerra y su propia muerte.

Ya las lágrimas no le alcanzaban para llorar y rezar a cuanta deidad existiera para qué Hasgard sobreviviera.

Como cada día, buscada limpiar sus heridas y cambiar las vendas, su estado era crítico y de esa solo el mismo podía estar consciente. El dolor de la marca era la prueba, a veces era fuerte y a veces se calmada.

No quería incomodarlo o herirlo más de lo debido. Solo se sentada a su lado, a veces incluso le ganada el sueño y dormía a su lado. Sus celos parecían haberse detenido en esos 2 meses que estuvo inconsciente, no sentía nada, solo tristeza. Solo acariciando de forma suave y lenta su vientre, tal vez con el deseo, de tener un hijo con él, pero es algo que nunca considero.

- Hasgard, te extraño... - Fue su última palabra, pasando su mano por el rostro del alfa que amaba, antes de caer dormido, al borde de las lagrimas. Siguiendo ciclo varias veces.

Solo una vez, que el tacto amable que caracterizada el trato e su alfa con él fue lo que lo despertó, al borde de las fuertes lagrimas al verlo despierto.

- ¡Hasgard! - Salto a sus brazos casi llorando. Siendo abrazado con fuerza por el Alfa, acariciando su espalda mientras intentada consolarlo.

- ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente...? Lamento haberte tenido preocupado mi amor.

- Descuide, ahora estoy bien. - Lo eso dijo, tratando de dejar de llorar pero siendo inútil, las lagrimas de sus ojos salían sin control. Preocupando de más al alfa que solo pudo acercarlo, hasta besarlo, queriendo que eso lo calme, refugiándolo contra su pecho.

- ¿Me estuviste cuidando? - El asintió, secando sus lágrimas. - Gracias. Ya deja de llorar, ya estoy mejor y ponto estaré recuperado totalmente. - Su mano acaricio sutilmente el rostro del Omega, sonriéndole amorosamente. - Ven. - Parándose de la cama le ofreció su mano, lo conocía y sabía que se llego a descuidar un poco. Debía asegurarse que este él también bien de salud.

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Ver a Santo de Piscis caminando era deleite para todos los alfas y betas en el santuario. El era Omega y para todos en el santuario era hermoso, su cabellos rubios saturado con colores azules, mezclándose con el rubio, su cuerpo bien definido y curveado, sumando a su piel pálida.

Más de uno quería meterle mano, pero eso sería morir en el intento. Obviamente, el sabia como poner los límites a los de su linaje no le respetaban.

Pero el olor de un alfa impregnado en la piel del Omega fue lo que descoloco al santuario de forma sorpresiva, todos estaban preguntándose ¿Quién fue el maldito afortunado? Muchos pensaban que el Santo de cáncer, sabían que e llevaban bien, pero el cangrejo era de linaje Beta, matando todo esa idea.

Aphrodite sabía que ellos ya se habían percatado, sonriendo pícaro ante esas miradas que levantada con solo caminar, todas las caras a su alrededor eran de pura indignación, era divertido verlos en ese estado, rumoreando. Solo se imaginada las caras que se llevarían al verlos.

El santo dorado de Tauro estada totalmente sudado en el coliseo, destino que tomo Piscis con una rosa en mano, dejando caer sus pétalos en el camino, ante la mirada totalmente concentrada de los presentes, principalmente al momento que sujeto al toro por el cuello y lo beso de forma lenta y profunda, haciendo sonreír a este.

Las miradas de todos en el santuario eran incrédulas, estaban con la mandíbula por el piso. Siendo obvio que muchos que ya estaban unidos.   

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