c a r a m e l o

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[AU omegaverse]

Sam había notado un comportamiento inusual en Bucky junto a un inusual sentimiento de intimidación. Fue extraño para él pensar que Bucky se sentiría intimidado en su casa, pero ¿por qué? Pensó que tal vez se debía a que todos allí eran alfas; pero eso no podía ser ya que, según Sam, Bucky también era un alfa. Su olor a ciruelas lo delataba.

Hasta que ese olor desapareció. Y por alguna razón, un ligero aroma a caramelo se hizo perceptible para Sam. El olor era agradable pero no sabía de dónde provenía. Más bien, de quién provenía.

Sam, por ser un alfa, sabía que su olor era algo fuerte, como chocolate amargo con toques de naranja. Sarah, su hermana, también era una alfa y olía como a fresas, así que definitivamente no era ninguno de ellos. Los cachorros de Sarah tampoco podrían ser, ya que ellos aún eran pequeños y olían como a flores. Y aunque la respuesta era obvia, no parecía encontrarla.

En el momento en que Bucky se dió cuenta del olor, comenzó a sentirse nervioso y salió de esa casa lo más rápido que pudo después de haberse excusado diciendo que tenía algo que hacer. Pero Sam sabía que no era cierto, Bucky era pésimo mintiendo.

Apenas Bucky se retiró, Sam se acercó a su hermana para preguntarle algo:  —¿De casualidad tu oliste algo extraño?

—¿Un olor extraño? ¿Cómo a qué?

—No lo sé, como... ¿caramelo o algo?

—Uhm, no realmente.

Y durante unos días, no hablaron del tema. Sin embargo, Sam no podía evitar sentirse preocupado. Su alfa interior le decía que debía estar preocupado pero no sabía porqué. Aunque luego de pensarlo, comenzó a plantearse la idea que tal vez, sólo tal vez, ese aroma provenía de Bucky. Le parecía extraño porque nunca había olido algo en Bucky que no fueran ciruelas. Eso de alguna manera mantenía a las personas alejadas, ya que era un olor intimidante. Pero no se explicaba porque Bucky ahora olía extremadamente dulce y agradable para él. ¿Realmente provenía de él?


Bucky, por su parte, odiaba haberse sentido aterrado en la casa de los Wilson. Sabía que dentro de poco tiempo su celo empezaría y no encontraba sus supresores. Y los necesitaba porque siempre los había tomado. Toda su vida había que tenido que tomar supresores que ocultaran su verdadera casta, evitaran su celo y cambiaran su olor, ya que seguramente sus oponentes no se tomarían en serio a una persona que oliera a caramelo y galletas. Y por eso se ocultaba. Porque, aunque ya no tuviera que pelear con nadie, Sam siempre había creído que era un alfa que olía a ciruelas y no quería arriesgarse a que descubriera su secreto y lo comenzara a tratar de una manera diferente.

Tenía miedo de que Sam descubriera que siempre fue un omega. Un omega roto que seguramente ningún alfa querría.

Y por más que intentara huir de su pasado y realidad, nada le estaba saliendo bien. Porque apenas llegó a su departamento, no pudo encontrar nada que pudiera ayudarlo y su celo comenzó a hacer acto de presencia. Tenía miedo porque iba a pasar los peores días de su vida y no se sentía preparado para ello. No cuando estaba completamente sólo y nunca lo había experimentado como tal. Pero realmente prefería pasar todo ese dolor solo y no en una casa que estaba habitada por puros alfas.


Sam no podía dormir tranquilo, algo de Bucky le preocupaba. Y por más que estuvo buscándolo, no lo pudo encontrar. Bucky no le contestaba las llamadas y realmente no quería molestarlo demasiado, sólo que su preocupación aumentaba cada vez que el teléfono lo mandaba a buzón. Luego de un tiempo no aguanto más, el alfa en su interior le pedía a gritos que fuera a buscar a Bucky por alguna razón, así que un día sólo se plantó afuera de su departamento.

Tocó la puerta varias veces hasta que escuchó que alguien finalmente iba a atenderle. Entonces la puerta se abrió, mostrándole a un Bucky más pálido que nunca, con los ojos cansados, despeinado y demacrado.

—¿¡Bucky!?

—... Hola.— Saludó el castaño débilmente. Eso fue suficiente para que Sam se acercará a él y comenzara a inspeccionarlo. El olor a caramelo y a galletas estaba por todo el departamento; entonces Sam se dió cuenta que, evidentemente, el olor provenía de Bucky. Ese era el verdadero aroma de Bucky.

—¿Podrías explicarme qué fue lo que sucedió contigo?— Sam dijo en un tono más dominante una vez estuvieron dentro del departamento, lo cual hizo que Bucky se sintiera intimidado. El moreno se dió cuenta de eso y se sintió culpable, trató de cambiar su tono a uno más relajado después. Era sólo que necesitaba respuestas a preguntas que nunca pensó hacer.

—Yo... bueno yo... no...— Bucky quería mantenerse fuerte, pero después de haber pasado esos últimos días en completo dolor, le parecía imposible. Y se estaba odiando por eso. Se estaba casi desmoronando en frente de la persona que menos quería que lo viera así. Y Sam lo notó.

—Buck...— No obtuvo respuesta. Solo vió como Bucky agachaba un poco su cabeza, seguramente avergonzado. Sam podía sentir su dolor de alguna manera. —, tu aroma no es de ciruelas— Bucky negó. —, y tampoco eres un alfa.

Bucky sentía que iba a estallar en llanto en cualquier momento mientras volvía a negar. Pero de todos modos luchaba por mantener una postura fuerte. —Siempre he... sido un omega.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—No quería que te alejaras. Ni que... me alejaras a mí o... pensarás que es tonto y que... no trabajarías con un omega como yo...— Comenzó a decir nervioso. No quería estarlo, no quería sentirse así pero imposible frente a Sam.

—¿Pasaste por tu celo?— Bucky asintió. —¿Solo?— Volvió a asentir. Sam se sorprendió, pero no quiso imaginar lo tortuoso que debió haber sido para Bucky pasar por todo eso solo. Completamente solo.

—Ningún alfa querría un estúpido omega como yo...

—Tal vez si.

—¿Quién?— Pregunto sarcásticamente. Realmente no quería saber la respuesta, pero impulsivamente lo dijo. Sam lo miró con cierto toque de empatía en su mirada. Por alguna razón, Bucky no se sentía rechazado.

—Un alfa igual de estúpido... cómo yo.— Sam se acercó hasta que fue capaz de poner su mano sobre el hombro de Bucky. Lo sintió tensarse ante el tacto y fue espectador de cómo sus ojos brillaban ante el comentario. A Bucky le agradaba.

No había necesidad de usar palabras para describir lo que estaban confesando. A Bucky le atraía Sam, y a Sam le atraía Bucky. Sólo que nunca supieron como acercarse el uno al otro ya que pensaban que sus castas no se los permitirían. Pero ahí estaban ahora, quizá apunto de formar una pareja ideal. Porque Bucky sabía que Sam no era un alfa territorial; era noble, cariñoso, creía en los derechos igualitarios para alfas, betas y omega; era lo único que quería. O tal vez lo único que necesitaba. 

Porque incluso sus olores eran una buena combinación; galletas con un toque a naranja y chocolate con caramelo.

¿Y esto qué es? [Sam + Bucky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora