c a r i ñ i t o s

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Sam había notado que todo estaba muy silencioso. Bucky siempre solía ser callado, aunque de repente se le salía su lado bromista. De todos modos, el tampoco escuchar de Alpine le parecía extrañamente inusual.

Recorrió lentamente el departamento, tratando de encontrar a los otros dos prófugos de su campo. Caminaba en completo silencio para estar atento a cualquier tipo de ruido.

Fue entonces que escuchó algo extraño. Lindas palabras. Se acercó a la puerta de la habitación donde Bucky parecía encontrarse, y sigilosamente se asomó por la puerta.

—¿Quién es una bonita gatita?— Escuchó al otro decir, y no pudo evitar sonreír ante la escena: Bucky recostado y Alpine en su pecho mientras le hacía cariñitos. No era común ver a Bucky así de cariñoso, pero cuando lo era, era de verdad. — Síii, tu lo eres. Eres una gatita muy linda, ¿lo sabes?

Sam se recargó en el marco de la puerta. Bucky aún no parecía notar su presencia. Y parecía que Alpine tampoco.

—¿Qué sería de mí sin ti? Cosita preciosa, eres- ¡no me muerdas, señorita! Ya hablamos de las mordidas... no son tan feas como los rasguños pero de todos modos duelen, ¿eh?

—¿Te dolió?

Bucky gritó del susto. Automáticamente envolvió a la pequeña gatita blanca entre sus brazos y se levantó de la cama. Entonces observó a Sam, y sintió su rostro enrojecerse en cuestión de segundos.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí?

—Lo suficiente para ver lo mucho que amas a Alpine. No diré nada, señor blandito.

¿Y esto qué es? [Sam + Bucky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora