Hacia adelante.

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Conforme pasaba el tiempo los árboles se fueron convirtiendo en arbustos, el río se alejó demasiado hacia el este y tuvieron que llenar sus reservas para despedirse de él. La tierra negra se fue aclarando y la gravilla convertida en arena. El paisaje dejó lo boscoso y pasó a desértico.

El sol duraba más en el cielo, golpeaba la tierra conntoda su fuerza y los abrigos no eran más que una carga. Kaala no entendía como era que el jinete podía sobrevivir aún envuelto en su capa verde. La dragona por otro lado parecía más relajada.

Los árboles bloquean mis alas y no puedo siquiera estirar las patas. Esto no es nada, espera a que lleguemos al desierto.

La chica no tenía muchas ganas de atravesar un mar de arena, bajo el sol, con escasas reservas de agua y sin saber su destino.

En dos ocasiones había preguntado al mago hacia dónde se dirigían, sin embargo la respuesta había sido la misma. El mago se giraba hacia el camino imaginario que seguía, mordía su pipa de madera y decía -Hacia adelante.

El tono era enigmático y misterioso, pero Kaala solo sentía la necesidad de arrojarle un zapato a la cabeza.

Preguntó también a Wendine, pero tampoco hizo diferencia.

Va a gustarte, nadie ha visto ese lugar sin admirar cada detalle, es magnífico

Lo único que sacó de eso era que si tenían un destino fijado y que, si un dragón decía que algo ( además de él o su especie) es magnífico, hay que creerle.

Continuaba con sus lecciones de espada, una vez aprendió a controlarla Omega le enseñó a manejarla. Había mejorado, sabía dar estocadas frontales, pero aún así sus conocimientos no eran no mucho menos suficientes para tocar siquiera a un guerrero como su maestro.
Una técnica entre miles, cada una capaz de combinarse con otras, formaban un interesante y variado baile mortífero más allá de su completa comprensión.

-Voy a ser más fuerte, hasta que pueda defender a los que amo, lo que pasó con mis padres no sucederá de nuevo jamás -Pensaba mientras recogía su espada del suelo, se sacudía el polvo, limpiaba el sudor de su frente con el dorso de la mano y arremetia nuevamente. Siempre lo mismo una y otra vez.

La defensa se volvía cada vez más fuerte, había que serlo para evitar los golpes de su maestro, que no se apiadaba de ella en ningún momento.

Durante las noches dragón y jinete zurcaban el cielo, el hombrese trepaba en la silla y ambos volaban entre las estrellas, trazando círculos y la forma del viento. Cuando el cielo estaba despejado y la luna iluminaba Kaala los miraba hasta quedarse dormida.

El viento soplaba levemente y un resplandor amarillo iluminaba el cielo. Kaala dormía sobre hierba seca que había amontonado esa tarde. Bajo ella sintió como si el suelo temblara. Entonces aterrizó Wendine.

La dragona estaba tensa, como un gato antes de saltar, la cola tiesa y las puas de su espalda erizadas. Omega se bajó de un salto, aterrizando sorprendentemente bien desde semejante altura.
En el momento Kaala supo que algo andaba mal.

Se levantó a toda prisa, tomando su cinturón de donde dejaron el equipaje y abrochándolo a su cintura.

-¡Hay que irnos en estemomento! De prisa, ensilla al caballo, no hay tiempo. -Gritó el hombre desatando a su corcel y ajustando rápidamente las cuerdas de la montura.

Kaala quiso preguntar la razón de tan repentina alarma, más sin embargo el tono de Omega no dejaba lugar a discusión.

¿Qué en el mundo podía hacer huir a un dragón y su jinete?

Kaala decidió que no quería quedarse a averiguarlo.

Montaron a toda prisa, corriendo a todo lo que daban los caballos. Wendine los seguía no muy lejos, volando a su alrededor de forma nerviosa.

En el camino la piedra rojiza se convirtió en arena dorada, que relucía plateada a la luz de las estrellas, los arbustos habían desaparecido del todo y las pezuñas de los animales se hundían cerca de diez centímetros, dificultando el avance.

No había avanzado mucho, los caballos aún no echaban espuma por la boca, un par de kilómetros y Wendine se lanzó contra la arena. Cayó del cielo hecha un ovillo, girando en sentido contrario a sus escamas y dejando un profundo agujero en la arena.

-Vamos hacia allá, es demasiado tarde, nos han alcanzado - Dijo Omega doblando hacia el lugar donde había caído la dragona, que ahora se levantaba y salía.

-¿Qué es lo que sucede? ¿Qué nos ha alcanzado? -Preguntó la joven.

Omega hizo una mueca de disgusto.

-Pase lo que pase no te muevas de aquí a menos que te lo indique. Nos persigue un Khra, un dragón de tierra. No son buenas noticias. -Kaala pudo notar un toni de preocupación genuina en la voz del jinete, lo cual solo la intimidó más.

Wendine estaba en sus propios asuntos, levantó el vuelo entre una pequeña tormenta de arena propia y giró en círculos a su alrededor. Cuando consideró que erauna buena distancia dejó caer una poderosa llama verde, como un chorro de fuego en la arena.

A pesar de la fría noche Kaala sintió el calor que ahora la rodeaba, la arena estaba mucho más brillante en el anillo que la dragona había dibujado y el aire se distorcionaba varios metros sobre la superficie.

La chica notó que dentro del agujero las pezuñas de su corcel no se hundían, había arena dura y firme. Miró hacia donde Omega, expectante de lo que fuera a suceder.

Fue después de unos momentos, cuando con una sacudida y una explosión de arena surgió del subsuelo un enorme reptil, rugiendo y escupiendo fuego, parecía estar hecho de roca.
Una enorme bestia apenas más pequeña que la dragona. Con grilletes en las patas y cuello. Sus temibles colmillos blancos en su largo hocico abierto, donde una morada lengua bífida asomaba.

Los saboreo un segundo, buscándolos con sus verdes ojos ciegos y después se abalanzó sobre ellos.

Lluvia de DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora