⩩ Chapter Eight [1].

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Beomgyu era más bajo que él. No por mucho, tres centímetros tal vez, pero era suficiente para que Yeonjun se sintiera... cálido por dentro.

—Soy un asco bailando —le informó el castaño mientras ambos se posicionaban en medio de docenas de cuerpos sudorosos, su boca estaba cerca del oído del azabache, causándole escalofríos.

—Ya somos dos. Sólo pregunté para alejarme de Tank y Brewer. Lo juro por Dios, esos dos me vuelven loco. El mayor pasatiempo de Brewer es molestar a Tank y divertirse con eso, y Tank serviría felizmente la cabeza de Brewer en bandeja.

Beomgyu se rió, luego le agarró del cuello y le atrajo junto a su cuerpo—. Tendremos que frotarnos, entonces, en vez de bailar.

Ese era un plan con el que Choi podía estar de acuerdo.

El pelinegro rodeó con los brazos su cintura, mientras se acercaba aún más, ambos cuerpos mezclándose de una manera que haría que les arrestaran en la mitad de los países del mundo. Pero no ese. No en ese club. Dios, Yeonjun amaba ese lugar.

Los dos se balancearon al ritmo de la música, cada centímetro de sus cuerpos presionado el uno contra el otro. Al principio, sus cabezas estaban separadas, era un poco incómodo, pero luego el pelinegro se rindió ante el profundo impulso de poner su mejilla contra el hombro del castaño. La camisa que el menor llevaba puesta, la cual resaltaba tan perfectamente sus ojos, era suave bajo el contacto de su piel, y no pudo resistirse a enterrar su nariz contra ella.

Si le preguntaban a Yeonjun, el cuerpo de Beomgyu era perfecto.

Por otro lado, Choi tenía un pequeño fetiche con los bíceps. Era uno de esos tics raros e inexplicables que todos tenían, y éste era el suyo. Cada vez que veía a un hombre, miraba sus bíceps primero.

Bueno, tal vez no primero. Siempre apreciaba la cara y toda la apariencia automáticamente, pero era lo primero que buscaba específicamente. Otros querían asegurarse de que su hombre tuviese una sólida polla de veinte centímetros o lo que fuera. A él, le gustaban los bíceps sólidos y tonificados.

No del tipo Arnold-Schwarzenegger-en-sus-días-gloriosos, donde los bíceps eran tan gruesos como su muslo. Pero odiaba los brazos delgados. Le encantaba un conjunto de músculos perfectamente esculpidos y bien desarrollados en la parte superior del brazo.

Su primer enamoramiento había sido con un niño —bueno, él tenía diecisiete cuando Beomgyu tenía catorce, así que un niño, todavía— y el chico había estado ayudando a su papá en el depósito de chatarra todo el verano. Era alto, bronceado de trabajar afuera, y siempre usaba esas camisetas negras sin mangas. Golpeadoras de esposas, las llamaban, que era un nombre estúpido para camisetas que se veían tan sexys en él que al castaño se le caía la baba cada vez que lo veía. Sus brazos eran perfectos. Absoluta y pura perfección. Marcados, pero no abultados.

Justo como los del azabache.

Los había visto antes, y estaban exactamente en su línea de visión ahora, esos brazos perfectos y fuertes. Sus músculos se flexionaban y ondulaban mientras le sujetaba con fuerza contra él. Tan. Malditamente. Sexy.

Las manos de Yeonjun cayeron más y más abajo, hasta que encontraron el trasero del castaño. Su firme y follable trasero.

Mmmm. Ayer había sido follado duro por una estrella porno invitada llamada Dick —y santa mierda, se llamaba acertadamente porque era un enorme pendejo— y ahora estaba de humor para una buena embestida.

¿Cuáles eran las probabilidades de que pudiera intentarlo con este dulce culo?

Apretó suavemente el trasero del castaño, primero su nalga derecha, luego la izquierda, y Beomgyu soltó un delicioso gruñido justo al lado de su oreja. Animado, Choi lo sometió a la prueba del activo-o-pasivo que había diseñado personalmente y que había probado en quién sabe cuántos chicos. Arrastró su dedo por su hendidura, ni siquiera debajo de sus jeans, sino justo por encima, y presionó suavemente cuando llegó a su agujero. El menor se estremeció, luego involuntariamente abrió las piernas.

«Bingo».

Era pasivo o versátil, como él. Probablemente lo último. Pero no había manera de que fuese un activo estricto. Los activos no abrían sus piernas cuando les dabas un golpecito en su agujero. Los activos no gemían en tu oído como Beomgyu lo estaba haciendo ahora mismo cuando aumentaba la presión ligeramente. Y los activos no susurraban "Por favor... oh, puto infierno, más..." con una urgencia que dejaba claro que realmente les gustaba lo que les estabas haciendo.

Ambos se estaban frotando con toda fuerza, sin pretensiones de bailar. De repente, el castaño jaló el cabello de Yeonjun y estampó sus bocas juntas.

«Joder, sí. ¿Agresión controlada? Qué puta excitación» Choi se dijo para sus adentros, mientras intentaba seguir el ritmo de los labios del contrario.

La boca de Beomgyu sabía a menta fresca. Y ese fue el último pensamiento coherente que tuvo el azabache antes de que Choi comenzara a follar su boca con la lengua, y puta madre, le gustaba. Le encantaba. Lo necesitaba.

Su cabeza daba vueltas, y su polla estaba adolorida, y maldición, quería follarlo contra la pared. Literalmente.

Yeonjun arrancó su boca de la suya y lo miró con los ojos entrecerrados, ambos pechos subiendo y bajando con respiraciones desesperadas después de succionarse el oxígeno. Los ojos de Beomgyu cayeron en su boca, como si estuviera contemplando ir a por el segundo asalto. El pelinegro no se opondría, pero tenía otra cosa en mente. Choi estaba tan duro como él, así que estaba seguro de que el chico estaría dispuesto.

El azabache se inclinó y acercó su boca al oído de Beomgyu. Sus dientes atraparon el lóbulo de su oreja, y las manos del castaño agarraron sus brazos, enterrándose casi dolorosamente.

Yeonjun mordió suavemente su oreja y, oh, a alguien le gustaba eso. Su aliento rozó el oído del de piel acanelada cuando le dijo:

—En serio, en serio, en serio, en serio quiero follarte. Preferiblemente contra la pared, pero cualquier superficie servirá. ¿Te apuntas?

El castaño se estremeció—. Joder, sí. Si digo por favor, ¿creerás que soy demasiado fácil?

Choi sonrió—. No hay tal cosa como demasiado fácil. Me gustan los hombres que aman el sexo.

El mayor se volvió a inclinar, y sus ojos se encontraron, las chispas seguían volando.

—¿Por qué contra la pared? —preguntó Beomgyu, su voz ligeramente ronca.

—¿Alguna vez has tenido sexo en la pared?

El castaño sacudió la cabeza.

—Te espera una sorpresa, entonces. Déjame mostrarte, en vez de explicarte.

Por un segundo, el menor le miró, pero luego asintió—. ¿Aquí?

—No. Demasiada gente mirando. No me importa cuando estoy trabajando, pero esto es privado. ¿Quieres venir a casa conmigo?

—Sí.

Ambos salieron de la pista de baile y Yeonjun se despidió del resto de los chicos. Pudo ver a Tank y a Brewer peleando de nuevo y suspiró. Putos idiotas. Campy y Pixie le vieron y se despidieron, así que sabía que pondrían al corriente a los otros.

Ahora tenía algo mejor que hacer.

연규: STAY BY ME. ❝cyj ~ cbg❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora