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Por fin la tortuosa semana de exámenes y estudios había terminado. McKagan no podía ser más feliz. Por poco lloraba, por más dramático que se viera. Pero ahora podrían relajarse, hacer tonterías de adolescentes en sus veintitantos años.

Ahora el chico mencionado de cabellos rubios se encontraba en su casa, dándose una ducha mientras mantenía una pequeña sonrisa y los ojos cerrados. Eran alrededor de las dos o tres de la tarde.

Ese mismo día le habían entregado los resultados faltantes. Claro que, habían unos un poco más bajos. Pero para él, pasar era pasar. Ahora podía dormir con satisfacción al saber que no tendría que ir en vacaciones de verano. Aunque, se lamentaba por los que sí. Matarse la cabeza había valido mucho la pena.

Pero prefiriendo dejar ese tema de lado, su cabello mojado y largo caía por sus hombros y espalda. El agua, en cambio, se resbalaba por su cuerpo pálido, delgado y alto. Las gotas impactando contra el piso sincronizaban a la perfección con los suspiros de Michael.

Su momento de paz explotó como una de las burbujas de jabón en su cuerpo en cuanto escuchó unos fuertes golpes en la puerta principal, cosa que hizo que el rubio abriese sus ojos esmeralda de golpe.

— Duff, ¿Estás ahí? ¡Oye, amigo, necesito los apuntes de la clase de historia! ¡Por cierto, esos exámenes estaban más fáciles que tu madre! Jaja, es broma... ¡Oye, abre, rubio! —Se escuchó desde afuera. Parecía ser la voz del moreno, quien tocaba la puerta con ambas palmas de sus manos constantemente.

— Ugh, tienes que estar jodiéndome... —Susurró entre dientes el más alto y cerró el grifo de la ducha. Pero decidió esperar en silencio. Fingía no estar porque, realmente, solo quería tener un día para él ese día. No era por ser grosero, amaba las visitas del moreno.

Pasaron unos tres minutos hasta que hubo un silencio completo y repentino, a lo que Duff supuso que su amigo se había ido. Tomó una toalla mientras salía de la ducha. En lo que se secaba, abrió la puerta para salir y envolver la mencionada alrededor de su cintura, yendo en dirección a su habitación.

Ni siquiera se fijó en la puerta principal. Así que, se posó delante de su armario para abrirlo. Miró con calma todas sus prendas, la mayoría de estilo punk y demás.

— ¡Duff! —Se escuchó de repente por la ventana, la cual estaba abierta. Por ahí se dejó ver Slash con una sonrisa bastante amplia. El rubio, en cambio, gritó al haberse asustado en el momento. Tomó con una mano la toalla, y la otra una almohada de su cama para lanzarsela en el rostro al moreno.

— ¡Agh, maldita sea, Saul! ¡¿Qué diablos te sucede?! ¡Estoy casi desnudo! —Chilló de manera histérica.

— Ay, te he visto así otra veces. Cálmate, rubio. —Con sus manos aferradas al muro, dio un salto para poder entrar y caer en la cama del más alto, abrazando luego la almohada que este le lanzó.

— Cállate, la vez en la piscina no cuenta.

— Sí lo hace. ¿Cuándo repetimos eso?

— Nunca, fuera de mi habitación. —Comentó con las mejillas algo sonrojadas con tonos carmesí de la pena.

— Oye, ¿Por qué estás tan grosero conmigo? ¿No deberías de estar feliz? —Dijo el moreno sentándose en la cama, apartando un poco sus rizos de su rostro.

— P-Pues, sí pero, no es manera de entrar en casas ajenas.

— Creí que tu casa era mi casa. —Fingió indignación, colocando una mano sobre su pecho.

— Sí, bueno, pero no así —Entre un pesado suspiro, se giró para ver a su compañero—. Debo cambiarme, Saulie.

— Ya sé.

...

— Te estoy pidiendo que salgas. —Dijo luego de ese pequeño silencio, a lo que sus mejillas le ardieron más todavía.

— Anda, no voy a ver.

— Saul...

— ¡Mira, no veo nada! —Se puso una de las almohadas sobre el rostro, ganándose otro suspiro por parte de McKagan.

— Bien, de acuerdo. —Dijo intentando no enfocarse en eso, así que despacio, se quitó la toalla para dejarla sobre el borde de la cama.

En lo que tomaba sus prendas ya decididas, Slash bajó solo un poco la almohada para ver al de mayor estatura, a lo que despejó nuevamente sus rizos al verlo así, perdiéndose en él.

Pero era algo que no podía evitar. Algo que siempre había admirado de Michael era su belleza. Sus llamativas esmeraldas que se hacían llamar por ojos. Ese lindo cabello de ensueño. La verdad no le importaba si no era natural, le parecía extraordinario. Su fino rostro, sus delgados labios sonrosados. Y ese cuerpo tan precioso... Nunca tuvo la dicha de poder verlo en su máximo esplendor, pero se conformaba con poco.

— Tan... Tan perfecto... —Susurró bajando más la almohada, hasta hacerlo por completo.

Duff volvió a mirarlo una vez que se puso su ropa interior. Con las mejillas ardiendo, solo bajó un poco su vista. Moría de la vergüenza, pues ya no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas. Pero en parte, apreciaba el afecto que el moreno le daba, a pesar de haber fingido que no escuchó lo que el nombrado dijo.

— ¿Quieres salir hoy? —Preguntó McKagan de golpe, vistiéndose más rápido ahora.

Slash pensó que había hecho algo mal y que su amigo ahora estaba incómodo por su culpa. Con cierta pena, suspiró a la vez que se levantaba.

— Uhm... P-Puede ser, como gustes. —Carraspeó, notando la tensión.

Una vez vestido, Andrew volvió a suspirar también, acercándose hasta el más bajo para abrazarlo con fuerza. Un "gracias" no hacía falta, aquella acción lo decía todo. Y claro, Hudson no evitó corresponder de la misma forma.

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Nada de excusas esta vez. Tienen derecho a enojarse conmigo, me fui por mucho. Lo siento, jsjsj (También me disculpo por la poca imaginación en este capítulo).

No Quiero Dejarte Solo {Sluff}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora