Capitulo 37

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Quisiera quedarme así para siempre.

Quisiera siempre observarlo, tocarlo, sentir su calor, ver su rostro donde sus párpados se encuentran cerrados y su respiraciones va con calma. Quisiera verlo siempre así, tranquilo, estando en paz, alejado del mundo.

Quisiera siempre estar entre tus brazos y que nada ni nadie me separé de ellos.

Y es entonces cuando viene la pregunta a mi cabeza, ¿Por qué no puede ser siempre así?

Por qué cada noche cuando me duermo ¿No lo hago con él? y al día siguiente, a la mañana ¿Por qué no me levanto con él?. Por qué no siempre lo primero que vea al despertar sea él, sea su hermoso rostro, sea su calma en el, en ver su cabello cayendo sobre su frente, qué me encuentre sobre su pecho mientras el rodea mi cintura.

La vida nos ha hecho muchas jugadas a los dos, con tantas bajas y altas que tengo miedo.

Tengo miedo de que todo esto sea un sueño, de que todo esto sólo es parte de mí yo enamorada y de que mi imaginación me este haciendo una mala jugada.

Porque aunque ustedes no lo crean, ya lo peor pasó, que fue confesarnos y aclarar las cosas.

Pero aún así no sé porque hay una voz en mi cabeza que me dice "No te confíes No todo está a salvó" y esa voz me asusta, y por más que intento alejarla vuelve otra vez a perturbar mi mente, mis pensamientos y mi paz.

Tan sólo pensar que lo puedo volver a perder me hace sentir triste. Porque este es nuestro momento.

Es el momento de comenzar a escribir la historia de amor qué no pudimos comenzar tiempo atrás.

El momento de recuperar todo el tiempo que estuvimos ciegos por el miedo y no nos atrevimos a ser valientes.

El momento de soltar y aferrarnos al amor.

Con la sola idea de separarme de él. Hago el movimiento de pegar mi cuerpo un poco más al de él ubicando una de mis manos sobre el centro de su abdomen, comenzando así a trazar círculos con mis dedos sobre su piel.

Observo el movimiento que hace mi mano hasta que siento como su pecho se infla y baja poco a poco y el agarre en mi cintura hace un leve apretón. Está despierto.

- Buenos días, mi rosa. - se escucha una voz ronca y gruesa.

Dice. De la nada una sonrisa comienza a formarse en mis labios. Levanto mi rostro para verlo y entonces cuando me encuentro con sus hermosos ojos que están cubiertos por el azul intenso que resalta en su rostro. Su cabello aún se encuentra desordenado con mechones cayendo sobre su frente, tiene una pequeña sonrisa en sus labios y sus mejillas están un poco sonrojadas. Lo cual eso me hace sonreír un poco más. Su cara se muestra tranquila, como si todo lo que necesitaba era esto para poder estar en calma.

Y puedo decir que lo entiendo, porque yo también siento lo mismo.

- Buenos días.

Respondo con timidez. El posa su mano libre sobre mi cabello y acaricia hasta bajar a mi mejilla y dar pequeñas caricias con sus nudillos.

Seguimos en esa posición, sin quitarnos la mirada de encima.

Sus ojos azules se encuentra con el marrón de los míos.

Muchos pensaran que esa combinación de colores es extraña, pero, para mí, es hermosa. Es como mezclar el cielo con la tierra, el mar con la arena e incluso si mezclamos esos dos colores en pinturas no conseguiríamos un color en específico, solo una mezcla dónde se convertirá en un tono grisoso. Algo único y raro.

¿Él? Mi Amigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora