Cap 11- Juegos de mesa

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Martes, 01 de Junio.

Miroslava pestañeó por la sorpresa, perpleja, que incluso infló sus cachetes como dos globos y luego sacó aire por su boca.

Era entendible, olvidé decirle un punto importante acerca de Dazai: él no ve.

Me miró con cara de «debistes decirme que es ciego». Para mi defensa, sólo pude mostrarle mi mayor sonrisa nerviosa de «ups, lo olvidé».

Estábamos las dos en el sitio lleno de libros, sentadas mientras ella tenía consigo su rompecabezas de Disney y tres cubos rubiks sobre la mesa.

Supuestamente teníamos planeado invitarlo para que jugara con nosotras y a la vez Miroslava lo conociera. Pero pareció que no resultó tan bien como esperábamos.

Me sentí culpable ver a mi mejor amiga triste mientras contemplaba sus cosas que le encargó a su mamá traerlo de su casa enterándose apenas que el chico no podrá unirse con nosotras en el juego.

—¡Hola Dazai! —Rompí el silencio al notar que llegó a la mesa.

—Hola Sayuri —respondió para luego tomarse el tercer asiento.

—Tienes enfrente a una amiga mía, se llama Miroslava —dije de manera directa, donde después regresé mi atención hacia ella—. Miroslava, te presento a Dazai.

—Hola —emitió mi amiga en voz baja mientras buscaba algo entre su mochila.

El chico extendió su brazo hacia ella y Miroslava de inmediato lo recibió con un gran estrecho de manos.

—¿Te gusta el dominó? —inquirió nerviosa la chica de cabello cobrizo claro.

Asintió el chico y en la mirada de mi amiga destelló un brillo de alegría.

—Genial —dijo ella, feliz. Lo cual solo me limité a dar un suspiro de alivio.

Nos repartimos los dominós. Resultó demasiado bien el inicio que tuvieron ambos. Fué agradable ver cómo Dazai fué el primero en iniciar una conversación con ella, hablaron acerca de sus preferencias y después desviaron el tema al de dinosaurios y fósiles.

Siendo honesta, no me sentí excluida por no estar dentro de su plática, al contrario, apesar de no saber mucho del tema, admiraba escucharlos hablar del tema como un par de amigos.

Sonreí, ya no seríamos solo dos sino tres con él. Ya estábamos por terminar el juego y de momento Miroslava se atrevió a preguntarle—: Oye, ¿y qué clase de chicas te gustan a ti?

«Ay no» pensé alterada. Era obvio que lo hacía por mí, pero detesto mucho que sea tan malvada la curiosidad de mi amiga.

—Mmmm... —Puso su pulgar en su boca, pensativo y luego dió un ligero encogimiento de hombros—. Jamás me lo he preguntado, y tampoco tengo interés de hacerlo ahora.

—¿Ehh? ¿Porqué? —cuestionó Miroslava, seria e intrigada.

Por el otro lado, Dazai bajó su cabeza, acto que incitó a mi amiga a observarlo atentamente, como si necesitara decifrar algo que escondía Dazai detrás de su sonrisa ladina.

—Porque tengo una mejor amiga y con ella me basta —contestó con naturalidad el chico.

Aquella respuesta me provocó un hormigueo en mi estómago que incluso me esforcé en no sonrojarme.

—Que grato saberlo —comentó sin interés Miroslava, supuse que tal vez no era el tipo de respuesta que quería escuchar. Recargó su mejilla sobre su puño mientras puso su penúltima pieza en el juego. Lo miró suspicaz—. Y... ¿quién es?

—Sayuri.

Abrió al límite los ojos de Miroslava y de inmediato los entrecerró para luego señalarlo de manera acusatoria— ¡Ah no! —espetó—. Nisiquiera lo pienses. Muy tarde Dazai, ella ya es mi mejor amiga, búscate la tuya.

«Oh no» pensé nerviosa y curvé mis labios para abajo. Miroslava no es mucho de idea de compartir algo con los demás, incluso ella misma lo admitió una vez. Aún estaba en proceso de corregir ese defecto, recordé la primera vez cuando la conocí: lloró cuando yo me comí su helado por error.

—Sayuri y yo somos amigas del alma.

—¿Ahh, si? —emitió Dazai en tono retador.

«Porfavor no» dije en mente mientras puse mis ambas palmas en mi cara, deseando que caiga del techo un milagro para que se evite el estallido de una bomba atómica, la pelea entre dos grandes potencias, el enfrentamiento entre una leona y hiena.

La descarez de Dazai con la poca paciencia que tiene Miroslava, son perfectos como la chispa y el gas de la cocina.

—Ajam —dijo tajante ella—. Aunque te guste la lectura, seas listo en historia y odies a una hormiga no significa que mereces más que yo tenerla como mejor amiga.

En ese momento alterné mi mirada sobre ella, estupefacta por su inesperada traición. Nunca debió decir todo eso en primer lugar.

Sin embargo, ni se inmutó de su error, me imaginé que de verdad soltó todo a propósito con el fin de hacerle saber del nivel de confianza que yo la tenía como para decirle todo. Aún así, la perdoné al instante, ella me ha perdonado de cosas peores.

—¡Wow! Si que Sayuri te cuenta muchas cosas de mi, eso es nuevo. —Sonrió enseñando sus dientes, incluso apoyó su rostro sobre sus manos entrelazados—. ¿Te contó también que el otro día me abrazó diciéndome las gracias por considerarla mi mejor amiga?

—¡¿Qué?! —exclamó Miroslava y volteó hacia mi en tono decaída—: ¿Lo hicistes Sayuri?

Su voz sonó afectada, como si temiera que le dijiera un "si".

—Ammm, puedo explicarlo. —me limité a decir pero en eso recordé que Dazai seguía aquí—. Bueno, mejor cuando él no esté cercas.

Miroslava relajó su expresión ante mis palabras, algo bueno de ella es que confía plenamente en mi. Siempre tengo mis razones y ella estaba segura de eso.

Entonces asintió en silencio dando a entender que estaba de acuerdo. Pero en eso, Dazaí comentó:

—Si Sayuri, sabia decisión. Duele menos si se lo dices mientras no me tenga presente como ganador.

Se puso cómodo en su asiento, confiado y tranquilo luego de ser el primero en poner su última pieza en el juego.

Inhaló hondo mi amiga pasando su mano por su cara, dando señal de que intentaba recoger las migajas de paciencia que le sobraban para ese momento.

—Creeme cretino... —reprimió con dureza—. El único aquí quien que no ve la cosas tal como son en verdad eres tú.

La expresión relajada de mi amigo me indicó que no captó la indirecta de mi mejor amiga.

—Eso es obvio. —dijo feliz y se señaló a si mismo—. Soy un ciego.

En respuesta, la leona arqueó su ceja de tal modo que sorprendentemente logró resistir su tentación de aventarle un dominó suya directo a la frente de su rival.

UN ÁNGEL ENAMORADA DE UN CIEGO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora