Cap 13- ¿Consejo o amenaza?

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Martes, 08 de Junio.

"¿S-i-g-u-e a-q-u-i?", escribí en su mano. En respuesta él negó con su cabeza.

Estábamos jugando a las escondidas y quién nos estaba buscando era Miroslava.

Días antes estuvimos practicando todo lo que aprendimos, yo solía leer en voz alta los libros para ciegos, mientras él me decifraba lo que quise decir tan solo escribir con mi dedo sobre su mano.

Dazai es muy bueno escuchando los pasos de nuestra oponente desde lejos, lo cual junto con nuestra estrategia de comunicación —de escribir preguntas cerradas en su mano—, nos ayudaba a mantenernos ocultos más de 10 minutos con el fin de ganar.

Tenerlo muy cercas conmigo comenzaba a ponerme nerviosa, así que mantenía mi distancia con él. Nos ubicamos dentro de su habitación y pasaron los 7 minutos. Ambos nos sentimos ansiosos, emocionados por ganar 5 veces en lugar de 4 contra mi mejor amiga.

—¿Y si ya salimos debajo de tu cama...

De sorpresa no pude completar mi pregunta por la reacción inoportuna del chico: de sorpresa guió su dedo índice con el sonido de mi voz a mis labios en señal de silencio.

Su respiración agitada me indicó que ahora estaba asustado. Me agarró la mano para luego salirnos juntos debajo de la cama y nos pusimos de pie.

Dirigió su rostro a dirección con la puerta cerrada. Frunció su ceño con si se esforzaba en escuchar algo, en detectar algo.

"¿P-a-s-a a-l-g-o?", inquirí nerviosa.

—Peligro —respondió en voz baja. Pestané. ¿A qué se refería? ¿Al monstruo?— Tienes que irte... ahora.

Al notar de que no quise moverme, de manera sorprendente atinó las yemas de sus dedo a mi cuello con un solo movimiento, me palpitaba sin control. Entonces... entendió mi silencio.

Alejó de inmediato su tacto y relajó su mirada perdida con sus párpados caídos. Me sonrío sereno y dió un suave apretón en la mano que me tenía sujetando—. Estaré bien, lo prometo.

Suspiré, que un amigo me asegure que estará bien me transmita alivio y seguridad. Así que al instante me apuré en salir de ahí.

En cuanto cerré la puerta con cuidado, alguien me habló a mis espaldas.

—Ashley Sayuri, ¿cómo van las cosas con Dazai?

Voltee a toda velocidad y resultó ser el tutor de Dazai, Percas.

—Bien. —Me limité a decir. Se relajaron mi latidos, supuse que solamente resultó ser una visita de su tutor. Pero en eso recordé la palabra «peligro» de parte de Dazai.

—Excelente, sabía que eres la chica indicada —opinó él en tono orgulloso.

Fruncí mi ceño—. ¿Indicada?

—Estas pálida. —Se acercó para luego poner la palma de mano sobre mi frente—. Mmmm, esto es extraño, no estás enferma.

Se me contrajeron mis pupilas al presenciar algo en sus manos...

«Guantes rojos», dije en mente.

De sorpresa el oxígeno dejó de llegar a mi cerebro y solté un par de estornudos, claro, suelo hacerlo cada vez que me den un potente espanto. En esta ocasión agradecí tener ese defecto.

—Ohh, me equivoqué, si que lo estás —dijo para luego apartar su mano. Arqueó su ceja al percatarse que observaba detenidamente directo a sus manos. Pestañé, saliendo de mi parálisis.

—COS —concluí luego de analizar los guantes. Detecté perplejidad en la expresión del señor de traje y continué—: La marca hermana de la principal: Hennes & Mauritz, una de la mejores marcas de ropa sueca.

Sonrió el bigotudo—. Si que sabes de moda.

Por un segundo me estremecí antes sus rizados en los extremos, pensando que le daba un toque malvado y siniestro, tal como en muchas imágenes donde el verdadero mal lo figuraban como un ser de color rojo con su extraño bigote y cuernos.

—Ni tanto. —me encogí de hombros—. De hecho lo poco que sé es gracias a mi mejor amiga, ella me ha hablado mucho de ese tema, es muy buena —mencioné y de inmediato fingí ver mi reloj de plástico—. Bueno, ya es mi hora de irme, seguro mi papá me estará esperando.

Necesitaba alejarme lo más pronto posible, ya que de lo contrario el tipo sospecharía de mi. Me esforcé en caminar con calma aún si me inquietaba su pesada mirada a mis espaldas. Estaba por tomar un pasillo en la derecha pero en eso...

—Sayuri. —Me detuve en seco y solté otro estornudo—. Un consejo: alejate de los peligros sino... habrá feas consecuencias.

En ese preciso momento, me imaginé estar dentro de una guerra fría, que en lugar de batallas y sangre, consistía en lleno de intentos discretos de intimidación, sospechas y espionaje entre dos grandes enemigos.

No pude diferenciar si era un consejo o una amenaza lo que me dijo, así que giré sobre mi eje hacia su dirección. Parecía que el tipo me andaba pisando los talones por sacarme del territorio prohibido apesar de que estábamos a 7 metros de distancia.

Tenía su mano en la perilla y me miraba con suma seriedad— ¿Comprendes? Es por tu propio bien.

«Tu puedes Sayuri, no te precipites».

Con todo el valor que obtuve, sonreí amablemente y asentí con inocencia.

—Claro, procuraré en no volver a enfermarme —respondí de la manera más educada y agité mi mano derecha en señal de despedida—. ¡Nos vemos!

—Byeeeee —emitió el hombre.

No miré atrás, ya no deseaba tenerlo cercas. Dazai es raro, yo soy rara pero él... es meramente extraño.

«¿Acaso sabe lo qué pretendo hacer?», sacudí mi cabeza ante la pregunta tan poco probable, porque para empezar los únicos que saben acerca de eso es la misma víctima y...

—¡Atrapada! —exclamó Miroslava, me exalté con un brinco—. Al fin que te encuentro, solo me falta Dazai.

Justo cuando dió su primer paso, la detuve por su brazo. Me miró confusa y luego dí otro estornudo.

—¿Sayuri? —entrecierra su mirada hacia mi delatando preocupación en ella—. ¿Te hizo algo Dazai? ¿O mató a otra hormiga?

—Debo contarte algo —logré pronunciar con dificultad.

UN ÁNGEL ENAMORADA DE UN CIEGO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora