🔫| 15, presente

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—¿Hace como veinte grados afuera? —tiemblo y froto mis brazos. Es nuestro último día aquí y una bola de terror se ha establecido en un lugar en mi estómago.

—Es más probable que sean cincuenta —dice entregándome un vaso de café.

Frunzo el ceño y voy adentro a hacer la maleta. Estoy doblando ropa cuando escucho su voz.

—Hanbin, tenemos que hablar —miro con recelo sobre mis hombros. Él está girando el anillo de su pulgar, siempre es una mala señal.

Suspiro. Me pregunto si quizá tiene que ver con su celular.

—Seguro —Estoy balanceándome al borde del desastre, y puedo sentir nuestro tiempo deslizándose de mis dedos como arena. Recuerdo la advertencia del espeluznante violador fuera de la tienda de música; Deberías llegar a casa antes de que sea demasiado tarde. El cielo esta rojo de problemas. Rojo, rojo, rojo…como el pelo de Chaeyoung.

Lo sigo afuera, mi café sigue en mi mano. Se inclina sobre el capó de su coche.

—¿Qué pasa? —intento estar calmado cuando camino a su lado.

—¿Qué es lo que está pasando aquí, Hanbin? ¿Qué es lo que estamos haciendo?

—Campamento —declaro, por lo que no me da ni siquiera una media sonrisa.

¿Qué es lo que quiere decir? ¿Qué debería decir yo? ¿Qué es seguro?

—Estamos… no sé Jiwon. ¿Qué es lo que quieres decir?

Sacude su cabeza. Luce decepcionado. ¿Se supone que yo lo diga todo? Antes de que yo pueda abrir mi boca, me espeta:

—¿No puedes pensar en nada que decir? —pregunta. Agito mi cabeza. ¿Por qué lo que siempre hago es mentir? De verdad, es como una enfermedad.

—Correcto, entonces… —él hace lo inesperado, en lugar de presionarme más, comienza empacando nuestras cosas, sacos de dormir, ropa, encurtidos. Todos son lanzados dentro del auto, uno por uno, de dos en dos, y todo lo que puedo hacer es mirar con la boca abierta.

Pero entonces, ¿qué podría decir yo? Quiero estar contigo Jiwon. Estos pocos días han sido una clase de sueño. Te amo más cada segundo que estoy contigo.

Estoy en una esquina. Acepto a regañadientes entrar en el auto y meto mis manos frías debajo de mis axilas. Jiwon pone música todo el camino, ignorándome. Estoy tan enojado. Me pongo a pensar en las cosas que puedo decir para molestarlo, pero soy demasiado gallina para contratacarlo. El viejo Jiwon tenía un temperamento acalorado, y si este chico había heredado eso, yo no quería averiguarlo.

Las colinas se vuelven planicie, mientras Daejeon se derrite en Busan.

Bajo el volumen mientras salimos de un puente, giro mi cuerpo hasta que estoy frente a él.

—Jiwon… háblame.

Veo un músculo contraerse en su mandíbula, pero no obtengo nada.

—Por favor… habla conmigo —pruebo. Esto va a ser más difícil de lo que esperaba. Tengo que usar otra táctica—. ¿Por qué estás tan sensible? ¿Yo no digo lo que quieres escuchar y ahora estás mal humor? —Eso lo hace. Él toma la salida, cambia de dirección a la derecha en el último minuto. Puedo oír gruñidos de Lolo en el asiento trasero.

Estamos en medio de la nada y sólo hay árboles en el camino rodeándonos. Jiwon se acerca a las puertas y mira lo que parece un estacionamiento. Sólo hay tres espacios para estacionar y todos ellos están desiertos. Empuja el freno. Este lugar es realmente espeluznante. Yo me muevo nerviosamente y miro su rostro.

El oportunista, 𝚍𝚘𝚞𝚋𝚕𝚎𝚋 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora