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Una semana después hay un golpe en la puerta de mi oficina.

—¿Sr. Kim? —es la secretaria—. La Sra. Chaerin quisiera verlo en su oficina.

¡Maldición! Chaerin siempre sabe que me pasa algo. Me compongo, corriendo mis dedos al frente de mi pantalón Dior. Me gustaba comprar cosas caras. Si uso algo que me cueste más que un salario mínimo, siento ampliamente que el cadáver putrefacto que soy al menos esta muy bien envuelto.

Me dirijo hacia la oficina en la esquina, practicando mi sonrisa de “la vida es maravillosa”. Toco y ella me deja entrar.

—Tengo noticias buenas y malas para ti —dice cuando entro. La misma vieja Chaerin, siempre yendo directo al grano. Me hace un gesto para que me siente en una de sus sillas de tapizado de vaca, me siento y cruzo mis piernas.

—¿Cuál quieres escuchar primero? —pregunta. Chaerin tiene partes de su cabello plateado ahora y su compañera de vida se llama Minzy.

—La buena —digo mordiéndome la parte inferior de mi labio.

Las malas noticias de Chaerin podían ser cualquier cosa desde “Estoy cerrando la firma para convertirme en una agricultura” a “Perdí el número de mi pizzería favorita”. Sentí la necesidad de estar mentalmente preparado.

—La buena noticia —comienza ella—. Es que te estoy dando, tu primer gran caso… y es uno grande, Hanbin.

—Oh…bien —digo sintiendo una burbuja de emoción en mi estómago. Tenía la urgencia de saltar y decir ¡ra ra a la bim bom ba!—. ¿Cuál es el caso? —digo calmadamente.

—¿Has escuchado de una pequeña compañía farmacéutica llamada OPI-Gem? —pregunta.

Niego con la cabeza.

—Son unas de estas farmacias pequeñas. Seis meses atrás sacaron una nueva droga llamada “Prenave” en el mercado. Tres meses después de su fecha de lanzamiento, veintisiete reportes de hospitales diferentes fueron llenados en los cuales Prenavene fue encontrado en los sistemas de casos de ataque al corazón, dos de los cuales tenían menos de treinta años sin ningún tipo de problemas de salud anterior. Hubo una investigación formal y los federales excavaron toda una cantidad de mierda en estas personas. 

—¿Qué clase de… mierda? —pregunto.

—Durante su período de prueba, coagulación de sangre apareció en treinta y tres por ciento de sus ratas humanas. ¡Treinta y tres por ciento Hanbin! ¿Sabes lo grande que es esto? Es tan grande como un pene de dos metros.

Me estremezco. Para ser lesbiana, hace mucha referencia a los genitales masculinos.

—Lo suficientemente grande como para que la FDA* no dejara salir el producto seis meses antes de que OPI tuviera la oportunidad de comercializarlo.

Chaerin me lanza un archivo gigantesco.

—Entonces, ¿cómo se meten en el mercado sin la aprobación de la FDA? —le pregunto.

—Oh, ellos obtuvieron la aprobación. Ellos falsificaron los datos presentados en la búsqueda de la autorización de la FDA para comercializar Prenavene, que es un medicamento genérico. Presentaron su versión original para las pruebas de la FDA.

Ahhh, el viejo truco del cambiazo.

—¿Pero por qué OPI tomó ese riesgo después de lo que sus pruebas independientes encontraron? Ellos debían saber que eventualmente toda la cosa se iría a pique alrededor de ellos.

—El mayor fraude en los ensayos clínicos es poco probable que se detecte alguna vez. La mayoría de los casos, que llegan a la atención pública, sólo lo hacen por descuido extraordinario por el médico criminal.

—Mmm… —le digo.

—Ellos no son nuestro caso —dice ella arrancando el archivo de mis dedos y sustituyéndolo por otro.

—El Gerente y co-fundador de la compañía tuvo un ataque al corazón y murió hace unas dos semanas atrás. Todos los ojos cayeron en su hija, una veinteañera malcriada, con educación de la Ivy league y mucho poder para firmar.

—¿Su cargo? —pregunto.

—Vicepresidenta de asuntos internos. El fiscal va duro con ella. Están construyendo el caso en contra de ella mientras hablamos.

—¿Qué tienen contra ella? —reviso el archivo, mis ojos escaneando la aburrida jerga legal.

—Su firma estaba en las formas de liberación que fueron entregados a la FDA, lo que significa que estuvo a cargo de todo el proyecto. Sabía que estaban probando el fármaco real y no Prenavene.

Di un silbido en respuesta a esta noticia. La fiscalía ya tenía el infierno de un caso. Lancé el archivo en su escritorio.

—Has descubierto las malas noticias sin que te lo tenga que decir —dijo sonriendo—. Es culpable como el propio pecado, admitió toda la cosa a nosotros.

El oportunista, 𝚍𝚘𝚞𝚋𝚕𝚎𝚋 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora