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No hablamos en el regreso a casa.

Jiwon me ayuda a limpiar el desorden en mi apartamento. Salen diez gigantes bolsas de basura con los restos de lo que era mi vida rota, que contienen platos y vasos en una sola y jirones de mi ropa en otro.

Trabajamos en silencio con la radio tocando suavemente en el fondo. Sigo haciendo una pausa en medio de lo que estoy haciendo para pensar en lo que sucedió en el huerto de naranjos.

Pruebo el sabor salado de mis lágrimas en los labios cuando levanto mi foto de Nam Joo Hyuk de su bastidor agrietado. Es sólo una pintura, pero aun así, es mía, y me encantaba. Antes de que pueda arrugarla, Jiwon lo rescata de mis manos, y lo pone a un lado.

—Podemos arreglarla —dice pasando un dedo por mi mandíbula.

Cuando encuentro la antigua figura de porcelana de mi abuela yaciendo en pedazos en el suelo, me encierro en el baño a llorar. Jiwon detectando la importancia de la pieza hecha a mano de la pastora me deja ser, y discretamente dispone todo a un lado menos su rostro, que milagrosamente quedó intacto. La encuentro más tarde, envuelta en papel de seda y escondida en una caja de apenas algunos elementos rescatados que él piensa que me gustaría conservar. Para cuando todo lo que solía ser mío está en diez bolsas de basura en la puerta, es tiempo de que Jiwon se vaya, me abraza antes de salir por la puerta. Me apoyo contra la ventana con vista al estacionamiento y lo observo caminar a su auto. Siento una soledad tan violenta que mis pulmones se cierran. Pongo mis dos manos en mis cienes y presiono. No puedo hacer esto. No puedo mentir más. Él es demasiado bueno. No merece la maldad, merece escuchar la verdad de mí, no de Chaeyoung. Corro hacia la puerta y la abro.

—¡Jiwon espera!

Casi está en su automóvil cuando se detiene y se da la vuelta.

Corro hacia el, no me importa estar usando una vieja camiseta de fútbol y me lanzo alrededor de él.

—Siento haber sido un horrible persona —digo presionando mi rostro contra su pecho—. Lo siento tanto.

—¿De qué estás hablando? — agarra mi barbilla levantando mi cara para mirarlo—. Eres una buena persona.

—No, no lo soy —agito mi cabeza violentamente de un lado a otro—. Soy perverso — Él sonríe acariciando mi espalda como si fuera un niño. Luego se inclina hacia abajo y siento sus labios en mi cuello. Me besa suavemente, íntimamente.

—¿Por qué sigues diciendo eso de ti mismo? —se ríe levemente—. Me gustas mucho, Desesperado Perverso —Sus pies comienzan a moverse en sintonía con alguna canción silenciosa y lo sigo. Soy consciente del aire de mis piernas al descubierto, del calor de sus manos en mi espalda, atadas a través de sus dedos.

—Eso es todo lo que me importa Hanbin.

—Cambiarás de parecer —le digo—. Cuando tu… te des cuenta de quién soy.

—Yo sé quién eres.

Sacudo con la cabeza las inevitables lágrimas debajo de mis párpados.

—Tú no sabes nada.

—Yo sé todo lo que necesito saber.

Silencio.

Entonces cierro mi boca y me trago mi confesión…. otra vez. Puedo sentir la verdad presionando fuertemente contra el tiempo. Pero, ahora mismo, el murmura Yellow y estamos bailando bajo el cielo, enredados una última vez. Dejaré que Chaeyoung le diga. Seguiré siendo un cobarde.

Más tarde esa noche, estoy en mi cuarto, secando mi cabello con una toalla cuando escucho una fuerte golpe en mi puerta.

Lanzo la toalla a un lado, y abro la puerta de par en par, esperando ver a Jiwon.

El oportunista, 𝚍𝚘𝚞𝚋𝚕𝚎𝚋 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora