Cuando era un niño, me encantaba “El Show M”. Ya sabes, el típico programa infantil con botargas de animales y todo eso. Solía verlo junto a mi mejor amiga todos los días, cosas de críos. Un día, recuerdo que vimos un anuncio en una revista sobre el show. Era para formar parte del Club de Fans. Debías contestar un cuestionario con preguntas de los personajes y enviarlo con tu nombre y dirección al presidente del grupo.
Una semana después recibiríamos otro sobre de vuelta, con insignias oficiales para formar parte de él, (no eran más que pedazos de plástico, pero ya sabes, no importaba). Junto con ellas venía también un panfleto con poca información, que informaba sobre el tour de “El Show M”.
Los personajes visitarían nuestra ciudad en su autobús y se tomarían fotos con todos sus pequeños fanáticos. La perspectiva desde luego que nos emocionó.
El evento sería el domingo siguiente de recibir aquel misterioso panfleto, a las doce del día, de modo que convencimos a nuestros padres de asistir sin mucho esfuerzo. Recuerdo que aquella fue la semana más larga de mi vida.
El domingo, mi mejor amiga se presentó en casa. Me comentó que su madre podía llevarnos a ambos al lugar. Yo realmente quería ir pero mis padres no me dieron permiso. Espérabamos a mi hermana que volvía de un campamento, pero ir los cuatro juntos.
Por más que lloré y grité no cambiaron de opinión. De modo que mi amiga se marchó con su madre y yo me quedé a contar los minutos.
Llegamos al lugar casi una hora después. Yo estaba realmente molesto, pero aliviado de que al menos no iba a perderme la diversión. Sin embargo, había algo que estaba mal. La multitud que aguardaba en el sitio era casi enteramente de padres y muchos se veían preocupados. No había rastro del autobús del show por ninguna parte.
La madre de mi amiga se acercó a nosotros. Nos contó que los chicos del programa les habían explicado que habían hecho un set especial a unos pocos kilómetros de distancia y que querían llevar a los niños. Otro transporte no tardaría en llegar para transportar a sus padres.
Mi amiga se había ido con ellos.
Por supuesto, no todos dejaron que sus pequeños fueran solos con esos desconocidos, pero algunos sí. Y es que, ¿cómo iban a desconfiar? El autobús tenía el logo oficial del programa y los disfraces de sus personajes eran idénticos. Tras una hora sin noticias, la policía llegó al lugar.
Al día siguiente, me sentaba a sintonizar “El Show M” como de costumbre. Grande fue mi sorpresa al ver como, el personaje principal del show, anunciaba el incidente ocurrido en mi ciudad. Reveló entonces que el programa no tenía ningún club oficial de fans, ni enviaba correspondencia a los niños. Tampoco habían hecho ningún tour ni planeaban cosa semejante.
Nunca volví a ver a mi amiga. A día de hoy, me preguntó donde estará y quienes serían los que se la llevaron con los otros chicos.