La inexpresiva

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En junio de 1972, una mujer apareció en el hospital Cedar Senai en Los Angeles, California. Llevaba simplemente un vestido blanco cubierto de sangre. Esto no debería ser demasiado sorprendente, la gente a menudo tiene accidentes, y viene al hospital mas cercano para la asistencia médica. Pero había dos cosas que causaban a la gente el deseo de vomitar y escapar de terror. El primero, es que ella no era exactamente un humano, era algo parecido a un maniquí, pero tenía la destreza y la fluidez de un ser humano normal. Su cara era tan impecable como los maniquís, sin cejas ni maquillaje.
La segunda razón por la cual la gente vomitaba o escapaba de terror, era porque ella tenía a un gatito atrapado en medio de sus dientes. Sus mandíbulas apretaban de una manera tan fuerte al pequeño gatito, al punto de que ningunos dientes podían ser vistos. La sangre salía a chorros hacia a fuera, sobre su vestido y en el suelo. Ella entonces lo sacó de su boca, lo abandonó, y se desmayó.


Apartir de ese momento, ella fue llevaba a un espacio del hospital y limpiada para ser llevaba para la sedación. Se mostraba completamente tranquila, inexpresiva e inmóvil. Los doctores lo habían pensado mejor, iban a mantenerla allí hasta que las autoridades pudieran llegar, y ella no dijo nada, no protestó. Ellos eran incapaces de conseguir cualquier clase de respuesta de ella, y la mayor parte de empleados se sintieron muy incomodos mirandola fijamente a los ojos.

Pero cuando el personal intentó darle el calmante, ella se defendió con una fuerza extrema. Dos miembros del personal que la dominaban con su cuerpo se elevaron encima de la cama para sostenerla. Su expresión estaba en blanco, ella giro sus ojos impacibles hacia el doctor, e hizo algo insolito: Ella sonrió. En cuanto lo hizo, la enfermera empezó a gritar y quedó en estado de shock, hasta el punto de llegar a desmayarse. Ya que en la boca de la mujer, no habían dientes humanos, solo unos puntos largos y agudos.

El doctor la miró fijamente durante un momento antes de decirle: "¿Pero quien es usted?"

Ella se liberó de los doctores que aun la sostenían espantados, todavía sonriendo. Hubo una pausa muy larga. La gente de seguridad había sido avisada, y se les escuchaba llegando al vestíbulo. Como ella los escuchó, se abalanzó hacia el doctor mordiendole en el cuello, arrancandole su yugular, y dejandole caerse al suelo, muriendose. En el suelo, él se ahogo sobre su propia sangre.

Ella se levantó, su mirada era peligrosa como la vida descolorida de sus ojos. Se inclinó mas cerca, y susurró en el oído del doctor muerto, diciendo:

"Yo... soy... Dios."

Los ojos de los demás doctores llenos de miedo la miraron. Se fue muy tranquila alejandose mientras saludaba a los agentes de seguridad.

Cada vez que alguien mira a sus dientes, se convierte en su víctima.

La enfermera que sobrevivió al incidente la llamó "La Inexpresiva", y nunca mas se supo de ella.

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