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El desayuno transcurrió en medio de una atmósfera enrarecida

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El desayuno transcurrió en medio de una atmósfera enrarecida. Los mellizos no dejaban de mirados con extrañeza y curiosidad. Yeonjun sabía que se habían hecho muchas preguntas acerca de su ausencia del día anterior, pero era obvio que Soobin les había ordenado que no hicieran preguntas. No pudo evitar una media sonrisa cuando Suni abrió la boca para decir algo y Soobin la silenció con una mirada. Shin se comportaba de forma distinta. No dejaba de mirarlo, pero no decía nada, en realidad, no había dicho nada desde que había bajado a desayunar.

—Come, Shin —le dijo Yeonjun amablemente, después de que el niño estuviera jugando con la cuchara un buen rato—. A media mañana vas a tener hambre si ahora no comes nada.

Shin frunció el ceño y lo miró. Tenía los mismos ojos que su padre.

—¿Adónde fuiste ayer? —le preguntó de repente, y miró a su padre.

—Pues... salí a pasar el día por ahí —respondió Yeonjun con una sonrisa, para demostrarle a su hijo que no sucedía nada anormal— No te importa; ¿verdad?

Shin se removió en la silla. Yeonjun se inquietó. Shin no era como su hermana, extrovertido y comunicativo con todo el mundo, siempre se callaba sus problemas.

Si le hacía aquella pregunta era porque estaba realmente preocupado.

—Pero, ¿adónde fuiste? —insistió el niño.

Yeonjun suspiró y le acarició el pelo. Shin no protestó, como solía hacer.

—Estaba muy cansado —respondió, tratando de encontrar una explicación que un
niño de seis años pudiera comprender—. Además, como me paso el tiempo en casa, me apetecía dar un paseo. Eso es todo.

—¡Pero normalmente vas con uno de nosotros, para que te cuide! —dijo mirando a su padre, pero esta vez para decirle que se mantuviera al margen de aquella conversación.

—¿Quién a dicho eso? —dijo Yeonjun en broma, tratando de tomarse aquella afirmación con buen humor, cuando, en realidad, estaba horrorizado de que su hijo también pensara que era incapaz de cuidar de sí mismo— Ya sabes que soy mayor y que puedo cuidar de mí mismo.

—Papá dijo que no —intervino Suni—. Llamó a la abuela, y estaba muy nervioso. Y habló por teléfono con él tio Gyu, y se puso furioso.

—Ya basta, Suni —dijo Soobin con calma, pero en un tono tajante.

—¡Pero sí lo dijiste! ¡Y te portaste como un toro loco!

—¿Como un qué? —preguntó Soobin.

—Como un toro loco —repitió la niña— Eso es lo que nos dice mi profesora cuando corremos por la clase, "Los toros al campo" dice —dijo Suni y esbozó una de sus encantadoras sonrisas, de ésas con las que se le caía la baba a su padre— Pero papi volvió sano y salvo, como dije yo.

 Un Marito Infedele • SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora