22

1.3K 182 21
                                    

Yeonjun seguía mirando fijamente el teléfono cuando Soobin llegó unos minutos más tarde

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yeonjun seguía mirando fijamente el teléfono cuando Soobin llegó unos minutos más tarde. Él lo vio nada más entrar y se detuvo al instante.

—¿Qué ocurre? —le preguntó con impaciencia, dándose cuenta de que  Yeonjun sufría una especie de conmoción.

Yeonjun se llevó la mano a la mejilla. La tenía helada. —Lydia acaba de llamar —le dijo—. Quiere que la llames.

Sin dejar de mirar a Soobin, se preguntó si se desmayaría o se echaría a llorar. Soobin se sonrojó y dio un suspiro. Pocas veces había visto Yeonjun tanta emoción en sus ojos. Soobin dejó caer el portafolio y suspiró con los dientes apretados. Luego se acercó a un paralizado Yeonjun, lo apartó de su camino y se dirigió a su estudio. Entró y cerró la puerta.

Yeonjun se quedó mirándolo, haciéndose preguntas acerca de lo que acababa de ocurrir entre ellos, además del holocausto que tenía lugar en su interior.

¿Soobin reaccionaba así ante la simple mención del nombre de Lydia?  Yeonjun contuvo un sollozo, negándose a dejarse llevar por lo que ocurría en su interior.

¡Al saber que Lydia acababa de llamar, Soobin había corrido al teléfono como un poseso!

¡Al saber que Lydia acababa de llamar, Soobin había corrido al teléfono como un poseso!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Yeonjun estaba con SooHan en el salón cuando Soobin entró buscándolo. Estaba pálido, y, aunque de sus rasgos había desaparecido todo rastro de emoción, podía ver huellas de la conmoción que sentía en sus ojos.

Suni corrió hacia él para abrazado, como de costumbre, pero sólo recibió una caricia en el pelo. Shin estaba viendo la televisión y Soohan estaba cansado, así que se limitó a dirigir una mirada a su padre antes de volver a sumergirse en el cálido abrazo de su papi.

Soobin miraba fijamente a Yeonjun.

—Lo siento —dijo con voz grave— Le dije que no llamara aquí nunca.

—No importa.

—¡Claro que importa! —exclamó Soobin violentamente.

Los niños se dieron la vuelta para mirarlo. Se pasó la mano por el pelo, tratando de tranquilizarse.

—Suni... Shin. Quedaos con Soohan un momento mientras yo hablo con papi.

Sin dar lugar a una respuesta, levantó a Soohan y lo dejó sobre la moqueta, entre las piernas de Suni. Luego dirigió a sus tres sorprendidos hijos una mirada tranquilizadora.

Se dio la vuelta y agarró a Yeonjun de la mano. Al llegar a su estudio, lo soltó.

—Le dije que no debía llamar aquí —repitió— ¡Le dije que si era muy urgente, le dijera a la señora de la limpieza que me llamara en su lugar! ¡Pero que ella no llamara nunca!

—Ya te he dicho que no importa.

—¡Pero sí importa! —estalló Soobin ferozmente— ¡Te ha hecho sufrir, y no quiero que eso ocurra! Entonces, lo que tenías que haber hecho...

Yeonjun le interrumpió porque no quería insultarlo y, encogiéndose de hombros, se acercó a su mesa.

—¿Cómo es que sigue trabajando para ti? —le preguntó entre dientes— Si decías que todo había terminado.

—No trabaja para mi —dijo Soobin—. Trabaja para mi bufete de abogados. Hace meses que le pasé todos mis asuntos a uno de sus compañeros.

Yeonjun no le creía. Tenía grabada la expresión de su cara cuando le dijo que Lydia acababa de llamar. Todavía recordaba cómo lo había apartado para correr a llamarla.

—Entonces, ¿por qué te ha llamado?

Soobin suspiró. Yeonjun estaba seguro de que trataba de controlar las emociones que le había provocado la llamada de Lydia.

—Era la única que estaba en la oficina cuando llegó una información muy importante por fax —le explicó  Soobin— Lo bastante importante como para que yo lo supiera inmediatamente. Y no había nadie más en el bufete.

—Ah —exclamó Yeonjun, que no podía pensar en algo más que decir— Bueno, pues asegúrate de que no vuelva a llamar —añadió fríamente, para acabar con el asunto.

Pero el incómodo silencio que se hizo a continuación, le decía que aún no había concluido.

—El caso es que —dijo Soobin con prudencia— tengo que marcharme. Ha surgido un problema legal con el negocio de Liverpool y tengo que volver a la oficina para solucionarlo personalmente.

La compra de Harvey's y el negocio de Liverpool, ¿dónde estaba la diferencia?

—Claro que sí. Tú tienes que irte —dijo con tal acidez que fue como una bofetada en la cara para Soobin—, y yo tengo que meter a los niños en la cama.

Lo empujó con la intención de abandonar el estudio. Pero Soobin lo detuvo.

—No —exclamó—. Voy a mi oficina, no a la de Lydia. No voy a verla. No quiero verla. Estaré en la otra punta de Londres, ¿lo entiendes?

¿Entender? Sí, por supuesto, Yeonjun lo entendía todo. Le estaba pidiendo que confiara en él. Pero no podía. Tal vez nunca volviera a confiar en él.

—Tengo que acostar a Soohan —murmuró y lo empujó para salir de la habitación.

Aquello ocurrió un viernes. Al lunes siguiente, Soobin se marchó a Liverpool para atar los cabos sueltos del contrato antes de las vacaciones de Navidad. Y después de un horrible fin de semana, durante el cual los dos se comportaron con exquisita cortesía, Yeonjun sintió alivio al verlo partir.

Pero hicieron el amor el domingo por la noche. Y, en medio de sus desesperados intentos por conseguir algún nivel de mutua satisfacción, Soobin rompió una de las estrictas reglas que se habían instituido entre ellos y le habló. Le pidió que le perdonara. Yeonjun le dijo que se callara, para no estropear más las cosas. Soobin se mordió la lengua, pero, cuando lo penetró, lo hizo con una ansiedad tal que rayaba en el tormento.

Al terminar Soobin se separó de el y hundió el rostro en la almohada. Yeonjun sintió entonces la desesperada necesidad de consolarlo, pero no pudo, porque habría sido concederle algo demasiado importante.

El problema era que ya no sabía qué era aquello tan importante, porque había empezado a perder la noción de las causas que los separaban.

«Lydia», recordó, «Lydia».

Pero incluso aquel nombre empezaba a perder el poder de hacerle tanto daño como antes.

Pero incluso aquel nombre empezaba a perder el poder de hacerle tanto daño como antes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Volví, yupi, seguiré actualizando en lo que queda de la semana ♡︎

 Un Marito Infedele • SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora