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Aquellas palabras golpearon a Yeonjun como un látigo

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Aquellas palabras golpearon a Yeonjun como un látigo.

—¿Qué? ¿Esta noche? —se
oyó decir, sintiéndose como un estúpido.

No, no esta noche en particular —respondió Beom con pesar— Algunas noches, no sé si muchas o pocas. Lo único que sé es que tiene una aventura. ¡Y todo Londres lo sabe menos tú!

Se hizo el silencio. A Yeonjun se le heló el aire en los pulmones, fue como si le clavaran alfileres en el pecho.

—Perdóname, Yeonjun... —dijo Beom con voz grave, tratando de hablar con suavidad— No creas que me gusta esto, no importa que...

BeomGyu iba a decir qué poco le gustaba Soobin y cuánto le gustaría verlo caer, pero se contuvo. No era ningún secreto que no se gustaban mutuamente, y que sólo se soportaban por Yeonjun.

— Y no creas que te digo esto sin estar seguro —añadió—. Los han visto en varios lugares. En algún restaurante... ya sabes, demasiada intimidad para que se tratará de una reunión de negocios. Pero lo peor es que los he visto con mis propios ojos. Mi último novio vive en el mismo bloque que Lydia Marsden, los he visto salir y entrar muchas veces...

Yeonjun había dejado de escuchar. No dejaba de recordar ciertas cosas, indicios que convertían lo que BeomGyu decía en algo demasiado probable para que pudiera tomárselo como si fuera una simple habladuría. Detalles en los que debía haber reparado hacía semanas. Pero había estado demasiado ocupado, demasiado absorto en sus propios asuntos para darse cuenta. Nunca había desconfiado del hombre cuyo amor por el y por sus hijos no había puesto en duda jamás.

En aquellos momentos, se daba cuenta de muchas cosas. El frecuente mal humor de Soobin, su irritación con el y con los niños, las numerosas veces que se había quedado en su estudio en lugar de subir a acostarse con el.

Se estremeció de la cabeza a los pies. Cerró los ojos y recordó que, otras veces anteriores, Soobin había querido hacer el amor y él le había respondido que estaba demasiado cansado.

Pero él creía que habían solucionado aquel problema. Pensaba que, desde hacía un par de semanas, desde que Soohan dormía sin despertarse en toda la noche y él estaba más descansado, todo había vuelto a la normalidad.

Sólo habían pasado unas noches desde que hicieran el amor con tanta ternura que Soobin se había estremecido entre sus brazos al despertar.

¡Dios... !

—Yeonjun...

¡No! ¡Ya no podía seguir escuchando a su amigo!

—Tengo que colgar —dijo con voz grave— tengo que dar de comer a Soohan.

En aquel momento, recordó algo mucho más doloroso que el mal humor de Soobin. Recordó el delicado aroma de un caro perfume de mujer que una mañana descubrió en una de las camisas de su marido al recogerla para echarla a la lavadora. Estaba impregnado en el algodón de la camisa. En el cuello, en los hombros, en la pechera. El mismo delicado aroma que Yeonjun había detectado sin reconocerlo desde hacía algunas noches, cada vez que su marido volvía a casa tarde y lo saludaba con un beso. En su mejilla, en el cuello, en el pelo...

 Un Marito Infedele • SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora