Ascendido

105 33 40
                                    

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝖯𝖮𝖵 𝖥𝖾𝗇𝗀

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝖯𝖮𝖵 𝖥𝖾𝗇𝗀

Había escuchado decir que las ventiscas en Therin eran dos o hasta tres veces más intensas que en Askaria. Ahora, estando en una, puedo dar fe de ello.
La visión más allá de un metro es imposible para cualquiera.
Mientras hundo mis pisadas en la nieve, solo puedo pensar en una cosa:

"Le debo la vida a Hayate"

Por más que ahora quiera estrangularlo. Por más que desee odiarlo.
La fuerza de nuestra historia juntos es más intensa que cualquier sentimiento. Es eso, precisamente lo que me ha salvado en el peor momento de mi vida.

Ahora bajo esta nieve, cierro los ojos y aún puedo sentir esa tibieza. Un ardor en el pecho, una ansiedad creciente.

Delyrah...

Nadie podría entender el placer que me causa pronunciar su nombre. O quizá sí, otro que hubiese caído en su encanto. O en el de cualquier oceánida.

Sé que Hayate nunca lo ha comprendido. Por más que tratara de explicarle lo que me provocaban sus miradas, el mohín de sus labios, su risa... Incluso ahora, que han pasado ya algunos años, me produce la misma angustia que esa vez.

Gustoso hubiera muerto en esa cabaña, mirándola quedarse con toda la fuerza que podía darle. Todo mi aliento por ese amor de mentira.

Nunca podré pagarle a Hayate el haberme salvado de mí mismo.

Rebusco en el interior de mi capa palpando uno de los bolsillos interiores. Saco uno de los filtros enrollados. Para alguien como yo que lleva más de la mitad de su vida viviendo en la nieve, encenderlo en esta ventisca no resulta un reto. Aspiro el humo, una, dos, tres veces al hilo. Cierro los ojos y no pasan más de diez segundos cuando llega, poco a poco, la densidad del olvido.

Apenas mis recuerdos se han hecho cenizas, sé que debo regresar.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⋆⋅☆⋅⋆

Quizá podamos dejarla en alguna de las cabañas de dafíes.

Hayate, indeciso, revolvía las brasas de la chimenea oyendo las alternativas que daba su compañera. Mucho más brusco que Feng, estaba comenzando a apagarlas en vez de avivarlas.

Puede ser—respondió, pero Arimi notó de inmediato un gesto en él. Una mirada extraña, indecisa.

Si es mucho inconveniente para ti, puedo hacerlo yo sola. Márchate con Feng por la mañana y les seguiré un día después. Luego podemos...

¿Qué se supone que están planeando?

Ninguno de los dos se dio cuenta que el explorador había regresado. Se miraron mutuamente antes de ponerse, juntos, de pie.

EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora