VEINTISIETE

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—El siguiente testigo es Dael Julian, su señoría.

El ambiente tenso se incrementa aún más, cuando el abogado me llama al pulpito. Me acomodo la chaqueta del traje y miro mis zapatillas, intentando relajarme. Me ubico en el lugar predispuesto, y observo contrariado a las personas frente a mí. De un lado, los acompañantes y todo aquel que apoya a Tom, del otro, Grethel y todos los que estamos dispuestos a ayudarla.

Nunca esperé encontrarme en esta situación, ni por el más mínimo asomo. Cuando mucho he visto estas situaciones en películas o una que otra serie, pero encontrarme justo aquí, sería lo último que se me pasaría por la cabeza.

— ¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad?

Asiento, carraspeando y alzando mi mano como me lo han pedido—: lo juro.

—Muy bien, mi pregunta es... ¿cómo sabías lo que iba a pasar? Según las fuentes llamaste al número de emergencia y dejaste claro que ibas a causar muchos desastres.

—Es cierto, pero lo único que llevaba conmigo era mi teléfono y mi bicicleta. Dije eso porque... dudaba que llegaran a tiempo. Sentía que si me escuchaban como amenaza, evitarían... que Grethel muriera.

— ¿Y cómo te enteraste?

—Sucedió.

El abogado dibujó una sonrisa sarcástica en su boca.

— ¿Sucedió? ¿Así no más?

Pienso con detenimiento lo que voy a decir, al ser consciente de que es aún más loco mencionar a Fénix y lo que lo envuelve. Tengo que obviar lo que es absurdo, e intentar mantener mi primer testimonio como anteriormente lo di. Dudando un par de segundos más, intento retomar el hilo. Les cuento que se me hizo raro que ella no hubiera dado señales de vida en todo el día, más por la situación personal que estaba teniendo. Mi preocupación fue a tanto, que a través del GPS logré localizarla en la zona. Dudo otro momento más, cuando el abogado defensor de Tom, me lanza de lleno a un bucle de preguntas, que a pesar de ser formuladas de diferentes maneras, parecen ser la misma.

— ¿Cómo supo usted que Tom iba a estar allí?

—Nunca esperé verlo allí —alego, mirando como el mencionado se cubre la boca con la mano, conteniendo una sonrisa mordaz—, mucho menos que rompiera la pierna con un bate o que dijera explícitamente frente a mí, que le quitaría la vida a Grethel.

—No más preguntas.

Respiro profundo, antes de volver a mi lugar. Greta me da un apretón consolador cuando me ubico a su lado, comprendiendo el sentimiento que me recorre el cuerpo. Ella también pasó allí, y así como a mí, fue bombardeada a base de preguntas. Sin embargo, lo que más retumbó fue que vio a Tom a lo lejos. Por un segundo creyó que las ayudaría.

Cuando es el turno de Grethel, la audiencia hace total silencio. Ella se sienta firme en su lugar, convirtiendo ese pequeño y sencillo espacio su trono y a sí misma, en la reina que conozco. La escucho jurar con la mano en la biblia, asintiendo. El hombre empieza a cuestionarle sobre un resume de su día hasta antes de empezar al momento en que sucedió todo.

—Me estaba preparando para ir a apoyar a Dael en su último juego —medio sonrió—, estaba dispuesta a ir en su búsqueda tal como él siempre ha estado para mí. Recibí una llamada cuando estaba saliendo; me hizo desviar mi curso a ese lugar en donde sucedía todo. Robé dinero de la caja fuerte de mi padre para pagar el secuestro de Greta. Y todo iba bien, en lo posible de la palabra. —Hizo una pequeña pausa, mirando sus manos con precaución—; fue en ese momento, en el que todo se fue... se desvaneció. Entre ellos mismos decidieron jugar a los villanos y se armó la balacera. Pudimos salir, pero mi hermana fue herida de bala. Andaba en moto, era difícil... pero ella me dijo que había visto a Tom a lo lejos. —Se lamió los labios—, la dejé para perseguirlo, para pedirle ayuda —soltó una risita sarcástica—. Que ingenua de mi parte, que no sabía la clase de monstruo que era.

Cartas para el otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora