No hay señales de Grethel. Me he recorrido cada zona que conozco en su búsqueda, pero no la encuentro por ningún lado y temo que haga una locura. Reconozco que ella no es imprudente, pero no por ello puedo estar tan a la ligera después de lo sucedido en plena calle. La busqué en su casa, en la escuela y hasta en nuestro lugar, sin embargo, cuando estaba a punto de darme por vencido, tomé camino hasta el teatro, mi última esperanza.
Aparco el auto y reviso mi buzón de mensaje, ni su madre ni nuestros amigos tienen idea de dónde pudo haberse metido. Quizás fui algo apresurado cuando me lancé directo a su casa, esperando encontrarla allí. Ni siquiera tuve la decencia de fingir que no estaba preocupado frente a Antonia, que de inmediato entendió que algo no andaba bien.
No quiero entrar en detalles, pero sólo basta decir que todos la estamos buscando por la ciudad.
Una vez bajo del vehículo, corro a paso de trote hasta la entrada. De inmediato, el guardia pone trabas ante el hecho de que soy simplemente un chico cualquiera; no tengo talento en cuestiones relacionadas con el medio artístico y no me deja avanzar ni aunque mencione que estoy buscando a mi novia con urgencia. Creo que estoy a punto de trepar por las paredes ante el desespero, pero me trago todo y respiro hondo al reconocer la voz de Kia, que se ubica entre nosotros con el ceño fruncido.
— ¿Pasa algo? —Cuestiona, mirando mi rostro con fijeza—, hola, Dael, ¿sucedió algo?
—Estoy buscando a Grethel, ¿la has visto?
—No... pero puede que esté dentro, quizás. —Se vuelve al guardia, con un gesto suplicante— ¿le permites la entrada?
El hombre suspira, sin remedio. Me pide que firme mi pase como un visitante, y hace responsable a Kia en caso de que cometa una infracción.
—Te agradezco la ayuda, de verdad.
—No te preocupes —murmura, caminado por el pasillo alfombrado—. ¿Ahora sí vas a decirme que sucede con mi alumna favorita?
—Eh... —Me lo pienso, no es como si pudiera soltar todo sin quedar como un maniático que merece ser internado—, tuvimos una discusión; un malentendido y... quiero arreglarlo.
Quiero evitar que haga una locura, en realidad.
—Espero que puedan arreglarlo —dice, girando hacia mí—, por cierto, ¿Grethel te dijo?
— ¿Sobre qué?
—Sobre la beca —hace un ademán desinteresado—, le ofrecieron una beca de música. Después del concurso, su extraña desaparición generó controversias, pero más que nada, era la favorita de los jueces. Tenían el plan de dársela dado su talento.
— ¿En serio?
La mujer entiende mi semblante, porque su rostro cambia.
—Oh, no lo sabías...
—Ella no me dijo nada.
—Bueno, ciertamente tampoco la ha aceptado —se acerca hasta una mesa dispuesta frente al escenario—, quizás no pensaba aceptarla.
—No puede rechazarla. Es una oportunidad única.
—Dael, la beca es en la escuela de música más importante de Francia.
Mi mundo se paraliza. Francia.
Francia, Francia, Francia...
A kilómetros lejos de mí.
Parpadeo, digiriendo toda la información de golpe. La mujer suelta un suspiro, acercándose a mí y sentándose en la banca continúa a la mía. Me permite un instante de silencio para procesar lo dicho, antes de voltear su atención al escenario.
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Cartas para el otro lado
Teen FictionPodría comenzar esto de forma simple: me interesé por una chica. Realmente no era nada del otro mundo, omitiendo un pequeño pero gran detalle. Era Grethel. Sí, esa Grethel. La extraña chica de segundo de preparatoria, que siempre llevaba prisas y ha...